Seguramente, el vals, es el ritmo más indicado para decir adiós... Así dijo adiós en 1972 Louis Aragon y así lo dice Fernando Guillén... éste, dice adiós al teatro, a la escena... y en Madrid lo hace en el teatro en el que comenzó... Hemos charlado con un Fernando Guillén un tanto agobiado... es mucha la repercusión mediática que está teniendo esta propuesta teatral... Nos hace un huequito y comenzamos la entrevista:
Pregunta: ¿Cuál es el poder del dolor, hasta dónde puede llegar?
Fernando Guillén: Depende de las circunstancias y de las personas que lo soporten... pero efectivamente, lo que quiere decir Louis Aragon es que el dolor... creo que la frase es “Creo en el poder del dolor, de la herida y de la desesperación”... tienen efectivamente un poder catártico... y realmente es una de las pocas cosas que dice de una manera clara, porque todo el texto es un texto elusivo, un texto a veces difícil de comprender, a veces de una sencillez extrema, pero en esa zona de esa carta, porque realmente este texto es una carta que él escribió en el último número de “Le leerte française”, una revista que fue la línea cultural de la Francia de los años cincuenta y sesenta, comienzos de los setenta... él a parte de ser un gran escritor y un gran ensayista y periodista... y estar adscrito a los movimientos surrealista y dadaísta, estuvo también muy vinculado a la política y fue miembro del partido comunista francés hasta que su negativa a su posición a la invasión de los soviéticos de Checoslovaquia le enemistó con ellos y entonces el partido comunista lo expulsó del comité ejecutivo y le cerró la revista, con lo que en el último número, él escribe este grito contra la injusticia... y además fue lo último que, efectivamente, escribió porque al poco tiempo se suicidó lleno de contradicciones y de dolor... él defiende, frente al optimismo a ultranza que los partidos totalitarios y también la derecha, por qué no, también la derecha defiende el optimismo y la creencia en una vida mejor y... él dice que no, que hay que asumir la realidad y que no debemos tener demasiadas esperanzas... es eso lo que dice realmente... dentro de lo que yo entiendo como intérprete de su texto... a lo mejor quería decir otras cosas, este tipo de escritores nunca se sabe muy bien por qué camino van y a dónde quieren llegar...
Pregunta: Como bien comentaba, esta frase “Creo en el poder del dolor, de la herida y de la desesperación...” lo dice en un momento en el que ya no lee la carta... al final, la tira y habla directamente al espectador, de una forma directa, sumamente intensa... mientras casi la totalidad de la obra, casi la totalidad de la carta lee... ¿Tal vez, ésa es la síntesis, es lo que ha querido decir y en ese momento dice sin ningún tipo de evasivas, ésa es la conclusión y quiere que el lector, en este caso, el espectador lo entienda sin ningún tipo de metáfora o de recurso surrealista...?
Fernando Guillén: Sí... mucho más directo... sincero lo es siempre... él escribe su carta... no hay que olvidar que es un surrealista y escribe su carta a su modo... haciendo cabalgar la realidad con los sueños, entonces él de repente sin saber cómo ni por qué está en Montmartre, en el mercado de Lesalle, en el Mercado Central de París... y luego está en las afueras, viaja con un camionero que no sabemos quién es, que ha conocido... llega a esa finca maravillosa a caballo... todo es una mezcla de cosas reales y cosas soñadas al modo de los surrealistas, en los que, efectivamente, las cosas no se dicen de una manera directa... en cambio, al final, sí, se desnuda... yo por eso... yo me sé prácticamente todo el texto ¿eh? Lo que pasa es que el montaje está inventado así, una carta hay que leerla... qué voy a hacer en el escenario, si no... entonces Trintignant que fue a quién se le ocurrió hace diez años llevar este texto a los escenarios... que es un texto que no está escrito para teatro ni muchísimo menos pues lo hacía sin moverse nada, leyéndolo todo, sentado en la mesa... donde está escribiendo, corrigiendo esa carta, para a la mañana siguiente llevarla a la imprenta... yo y mi director, Carlos La rosa que fue el hombre que ayudó a Trintignant en España, cuando presentó el espectáculo hace, eso, ocho o diez años, estuvo tres días o así, en el Teatro de la Abadía... entonces, bueno, es un texto que naturalmente para darle una dramaturgia y para... es muy complicado porque es una simple carta que él escribe a su periódico, a su revista...
Pregunta: Esta obra concluye con una frase, realmente, sobrecogedora “Al menos, cuando sufro, ahora he aprendido a no gritar”... ¿Cuánto se ha de sufrir para aprender a no gritar...?
Fernando Guillén: ... A él le cuesta mucho aprenderlo... yo seguramente no podría contestarte a la pregunta porque quizá... no... he sufrido tanto... pero efectivamente hace falta un largo recorrido para poder... dejar de gritar a pesar de... sufrir... todos cuando sufrimos decimos (grita... más o menos...) ¡Ay mamá, Dios mío, ayyyy... qué desgraciado soy...!!! ... es realmente tremendo... es una frase tremenda... su grado de sufrimiento ha sido tal que ya cuando sufre no grita... no pide auxilio... es fantástico... sí... pero bueno, la vida de Aragon con una homosexualidad que él ocultó durante todo el tiempo... y que en esa carta de una manera también muy difusa habla de ella, cuando habla del chico que conoce en la taberna... y es el mismo chico que lo lleva en el camión... ya cuenta cómo nota que al chico le va a estallar la ropa... se fija en sus músculos... todo lo dice de una manera muy poética y muy bella y nada directa...
Pregunta: He leído que se ha sentido muy identificado y muy comprometido con este texto así como con su autor... ¿Cómo llegó la oportunidad de hacerlo?
Fernando Guillén: Carlos La Rosa es un escritor y actor argentino afincado en España que fue el promotor que trajo a Trintignant a España a representarlo en el Festival de Otoño de Madrid de hace casi diez años... entonces él se sintió fascinado por este texto se lo pidió a Trintignant, habló con los herederos de Louis Aragon y me lo ofreció a mí. Es un regalo maravilloso... ése ha sido el motivo de enfrentarme con este texto, encontrarme con un título tan sugerente como “El vals del adiós”... es lo que me ha llevado después de una reflexión que tampoco me ha llevado mucho tiempo... ha sido como un impulso de decir “éste es el momento más hermoso para dejar el teatro...” seguiré haciendo cine y televisión... en el teatro donde empecé... terminar mi vida teatral después de cincuenta y cinco años de hacer teatro... me ha parecido coherente...
Pregunta: Cincuenta y cinco años haciendo teatro... Balance positivo, supongo... un recorrido lleno de momentos emocionantes...
Fernando Guillén: No sé... hay varios hitos, no sé... “Todo en el jardín” de Albee... “Los secuestrados de Altona” de Sartre... “Equus” que yo no lo hice en Madrid, porque aquí lo hizo José Luis López Vázquez... yo lo hice en Barcelona y en el resto de España durante tres años... me marcó de una manera... hay varias cosas en mi vida... siempre he procurado hacer un teatro más o menos comprometido o comprometido definitiva e ideológicamente... y esto en la época franquista era mucho más difícil... y sólo Nuria Espert, Adolfo Marsillach y yo lo hacíamos... luego ya las cosas se pusieron un poco más sencillas... y llegó el grupo de Juan Diego y Lola Gaos, Juan Margallo y toda esa gente que sí, hicieron también un teatro... eran tiempos ya más fáciles... la muerte del dictador estaba cercana... pero a nosotros nos costaba mucho trabajo por la censura... pero procurábamos hacer un teatro que no sólo pretendiera entretener, sino hacer pensar... y acabo mi vida, haciendo un texto lleno de compromiso con el ser humano en general y con uno mismo.
Pregunta: ¿Se puede decir que el teatro alcanza su significado, su sentido máximo cuando hay en él compromiso...?
Fernando Guillén: El teatro... puede ser un teatro de evasión y siempre que sea bueno... lo bueno es bueno... yo no puedo rechazar a escritores que hayan escrito humor... en nuestro país... no sé... Mihura, por ejemplo, me sigue pareciendo un autor admirable igual que me puede parecer Moliere o yo qué sé... Jardiel... Hay autores que son estupendo a pesar de que cultiven el humor... lo que realmente es muy zafio e inútil... es la grosería... ese humor que habitualmente se hace... el humor de Lina Morgan, o el humor de Camoiras... o de Osinaga... no sé... eso me parece que es absolutamente inútil, aunque muy respetable... tiene su público y allá ellos... no sé... pero yo nunca he querido verme comprometido en este tipo de historias porque pienso que el teatro como la música, como la pintura... son artes muy nobles y muy hermosas que lo que deben pretender es enriquecer a los otros seres humanos que te contemplan, te oyen... y no embrutecerlos más de lo que están... eso lo podría aplicar al cine y no te digo a la televisión... bueno, la televisión ya... para qué hablar de ella... salvo alguna cadena... las demás... pues son verdaderamente un pozo de inmudicia...
Pregunta: ¿Es éste un buen momento para comprometerse?
Fernando Guillén: Yo creo que sí, estamos en un momento en el que... siempre es necesario estar comprometido. Ha habido una época en la que después de la transición creíamos que una vez terminada la dictadura... que ya no había nada que hacer... y no, ahora nos damos cuenta de que siempre hay que estar haciendo cosas por los demás y reivindicando derechos... no sé, por ejemplo con este gobierno, pues... la reivindicación de los homosexuales, la violencia de género... tantas cosas, siempre hace falta estar en la brecha y luchar por los desfavorecidos y... estamos en un momento en el que un noventa por ciento de la población mundial muere de hambre... pasa hambre... cómo no va uno a intentar comprometerse... pues cómo no va a hacer uno teatro de compromiso... “Kabul” sería un ejemplo de teatro de compromiso... porque ahí están los afganos... no sé... lo que te digo todos son lugares comunes y cosas muy sabidas... pero no por ser muy sabidas debemos olvidarlas...
Pregunta: Este texto nos invita a contemplar la realidad tal y como es... sin ningún maquillaje. ¿El ser humano tiende, en general, a maquillar la realidad a ocultarla, tiene miedo a verla tal y como es...?
Fernando Guillén: Sí, sí... el ser humano en general... sí... tiene cierta tendencia... Aragon hay un momento en el que lo dice; hay que enfrentarse con la desgracia y no disfrazarla de lo contrario... entonces, igual que asumes la muerte de un ser querido, tienes que asumir la pobreza que te rodea, el cambio climatológico que llevará a nuestros nietos, en mi caso a mis bisnietos, a la catástrofe... y sin embargo, efectivamente, los políticos, realmente no se preocupan demasiado de esas cosas, si no de sus luchas internas... son realmente como niños y a veces es incomprensible, cómo los ciudadanos depositamos en ellos la administración de nuestras vidas cuando en la mayoría de los casos no están ni mucho menos capacitados para hacerlo y sólo piensan en su poder... en tener poder y en su egoísmo personal... esos políticos... y políticos importantes... porque el acal... (interrumpe lo que iba a decir) el alcalde de un pueblo que de repente ha hecho una recalificación y... se lleva unos eurillos... pero no, no... personajes... no quiero dar nombres... personajes que son presidentes de diputaciones... son... en fin... gente muy importante... a su edad... porque tener ambición de dinero a los veinte años para pasártelo bien... lo entiendo... pero a los sesenta seguir acumulando dinero, acumulando dinero... para qué... qué interés tiene eso mientras tanta gente pasa hambre y calamidades... bueno... no me quiero poner demasiado serio...
Pregunta: Ha comentado que con este “Vals del adiós” dice “adiós” al teatro pero no al cine ni a la televisión...
Fernando Guillén: Sí... y además acabo de terminar una película para TVE y comienzo ahora otra película en junio... y más adelante haré la serie que prepara José Luis Garci para Telemadrid... bueno, tengo varios proyectos de cine y televisión... pero no demasiados porque también elijo que sean cómodos y que me gusten... pero sí seguiré trabajando en la interpretación, sí...
Pregunta: Volviendo al texto, como bien ha comentado nos advierte de que no hemos de tener demasiadas esperanzas, critica el optimismo, la espera por una vida mejor... Pero a veces, ese optimismo, esa esperanza nos ayuda a afrontar la realidad a verla tal y como es...
Fernando Guillén: Sí, siempre que sea un optimismo auténtico y no prefabricado... yo creo que Aragon se mete con el optimismo como dogma... ahí en esa zona Aragon reprocha los dogmas tanto de la izquierda totalitaria que para él eran los soviéticos, el partido comunista francés como a esa derecha católica sobre todo que te dice que hay que tener esperanza... incluso te cuenta la historia de que hay un más allá y que vas a ser feliz en el más allá... pero no esta religión, sino todas... la musulmana... te promete cientos de huríes, vírgenes... (risas) en un paraíso... siempre hay una tendencia... los poderes manipuladores tienen tendencia a ofrecerte el oro y el moro (nunca mejor dicho)... para tenerte contento y contra eso, es contra lo que se mete Aragon... otra cosa es que tú tengas un temperamento optimista y veas el vaso medio lleno en lugar de medio vacío... pero el optimismo como dogma de fe... hay una vida mejor después de la muerte... llegará un momento en el que los pobres de la tierra tendrán todo lo que tienen los ricos... o todos seremos ricos... eso son tonterías en las que no hay que creer... es una falsedad y es de farsantes...
Pregunta: Y no sé si la pregunta entonces sería ¿Por qué queremos creernos esas historias?
Fernando Guillén: Bueno... yo no me las creo... pero hay gente que sí las cree... y yo lo respeto... no sé... el que es católico... pues allá él... el que es comunista a ultranza... pues allá él... no lo sé... no lo sé... yo efectivamente no soy así... y no comprendo cómo hay gente así... me pasa lo mismo que a ti...
Me dice que está un poquito fatigado... que ésta es la quinta entrevista del día... que está teniendo un seguimiento mediático que lo está superando...
Pregunta: Terminamos... “El Vals del adiós” llega al Teatro Español tras hacer una gira por diversos lugares de España... seguirá esa gira o termina aquí...
Fernando Guillén: “El Vals del adiós” tiene aún una vida larga... incluso quieren llevarlo... para mí es un misterio... una cosa incomprensible que un texto tan hermético, tan difícil pueda emocionar y llegar tanto a los espectadores... me decían esta mañana en el teatro que lo tenemos vendido para toda la semana, que está lleno... es una sala pequeña, pero bueno... yo es que pensaba que nadie se iba a interesar por esto... y entonces, seguramente iremos, a partir de la temporada próxima a Argentina y México... y empezaremos quizá en Buenos Aires en el mes de septiembre...
No sin cierto “apuro” digo adiós, sin vals de fondo, a Fernando Guillén...
Sofía Basalo.
Pregunta: ¿Cuál es el poder del dolor, hasta dónde puede llegar?
Fernando Guillén: Depende de las circunstancias y de las personas que lo soporten... pero efectivamente, lo que quiere decir Louis Aragon es que el dolor... creo que la frase es “Creo en el poder del dolor, de la herida y de la desesperación”... tienen efectivamente un poder catártico... y realmente es una de las pocas cosas que dice de una manera clara, porque todo el texto es un texto elusivo, un texto a veces difícil de comprender, a veces de una sencillez extrema, pero en esa zona de esa carta, porque realmente este texto es una carta que él escribió en el último número de “Le leerte française”, una revista que fue la línea cultural de la Francia de los años cincuenta y sesenta, comienzos de los setenta... él a parte de ser un gran escritor y un gran ensayista y periodista... y estar adscrito a los movimientos surrealista y dadaísta, estuvo también muy vinculado a la política y fue miembro del partido comunista francés hasta que su negativa a su posición a la invasión de los soviéticos de Checoslovaquia le enemistó con ellos y entonces el partido comunista lo expulsó del comité ejecutivo y le cerró la revista, con lo que en el último número, él escribe este grito contra la injusticia... y además fue lo último que, efectivamente, escribió porque al poco tiempo se suicidó lleno de contradicciones y de dolor... él defiende, frente al optimismo a ultranza que los partidos totalitarios y también la derecha, por qué no, también la derecha defiende el optimismo y la creencia en una vida mejor y... él dice que no, que hay que asumir la realidad y que no debemos tener demasiadas esperanzas... es eso lo que dice realmente... dentro de lo que yo entiendo como intérprete de su texto... a lo mejor quería decir otras cosas, este tipo de escritores nunca se sabe muy bien por qué camino van y a dónde quieren llegar...
Pregunta: Como bien comentaba, esta frase “Creo en el poder del dolor, de la herida y de la desesperación...” lo dice en un momento en el que ya no lee la carta... al final, la tira y habla directamente al espectador, de una forma directa, sumamente intensa... mientras casi la totalidad de la obra, casi la totalidad de la carta lee... ¿Tal vez, ésa es la síntesis, es lo que ha querido decir y en ese momento dice sin ningún tipo de evasivas, ésa es la conclusión y quiere que el lector, en este caso, el espectador lo entienda sin ningún tipo de metáfora o de recurso surrealista...?
Fernando Guillén: Sí... mucho más directo... sincero lo es siempre... él escribe su carta... no hay que olvidar que es un surrealista y escribe su carta a su modo... haciendo cabalgar la realidad con los sueños, entonces él de repente sin saber cómo ni por qué está en Montmartre, en el mercado de Lesalle, en el Mercado Central de París... y luego está en las afueras, viaja con un camionero que no sabemos quién es, que ha conocido... llega a esa finca maravillosa a caballo... todo es una mezcla de cosas reales y cosas soñadas al modo de los surrealistas, en los que, efectivamente, las cosas no se dicen de una manera directa... en cambio, al final, sí, se desnuda... yo por eso... yo me sé prácticamente todo el texto ¿eh? Lo que pasa es que el montaje está inventado así, una carta hay que leerla... qué voy a hacer en el escenario, si no... entonces Trintignant que fue a quién se le ocurrió hace diez años llevar este texto a los escenarios... que es un texto que no está escrito para teatro ni muchísimo menos pues lo hacía sin moverse nada, leyéndolo todo, sentado en la mesa... donde está escribiendo, corrigiendo esa carta, para a la mañana siguiente llevarla a la imprenta... yo y mi director, Carlos La rosa que fue el hombre que ayudó a Trintignant en España, cuando presentó el espectáculo hace, eso, ocho o diez años, estuvo tres días o así, en el Teatro de la Abadía... entonces, bueno, es un texto que naturalmente para darle una dramaturgia y para... es muy complicado porque es una simple carta que él escribe a su periódico, a su revista...
Pregunta: Esta obra concluye con una frase, realmente, sobrecogedora “Al menos, cuando sufro, ahora he aprendido a no gritar”... ¿Cuánto se ha de sufrir para aprender a no gritar...?
Fernando Guillén: ... A él le cuesta mucho aprenderlo... yo seguramente no podría contestarte a la pregunta porque quizá... no... he sufrido tanto... pero efectivamente hace falta un largo recorrido para poder... dejar de gritar a pesar de... sufrir... todos cuando sufrimos decimos (grita... más o menos...) ¡Ay mamá, Dios mío, ayyyy... qué desgraciado soy...!!! ... es realmente tremendo... es una frase tremenda... su grado de sufrimiento ha sido tal que ya cuando sufre no grita... no pide auxilio... es fantástico... sí... pero bueno, la vida de Aragon con una homosexualidad que él ocultó durante todo el tiempo... y que en esa carta de una manera también muy difusa habla de ella, cuando habla del chico que conoce en la taberna... y es el mismo chico que lo lleva en el camión... ya cuenta cómo nota que al chico le va a estallar la ropa... se fija en sus músculos... todo lo dice de una manera muy poética y muy bella y nada directa...
Pregunta: He leído que se ha sentido muy identificado y muy comprometido con este texto así como con su autor... ¿Cómo llegó la oportunidad de hacerlo?
Fernando Guillén: Carlos La Rosa es un escritor y actor argentino afincado en España que fue el promotor que trajo a Trintignant a España a representarlo en el Festival de Otoño de Madrid de hace casi diez años... entonces él se sintió fascinado por este texto se lo pidió a Trintignant, habló con los herederos de Louis Aragon y me lo ofreció a mí. Es un regalo maravilloso... ése ha sido el motivo de enfrentarme con este texto, encontrarme con un título tan sugerente como “El vals del adiós”... es lo que me ha llevado después de una reflexión que tampoco me ha llevado mucho tiempo... ha sido como un impulso de decir “éste es el momento más hermoso para dejar el teatro...” seguiré haciendo cine y televisión... en el teatro donde empecé... terminar mi vida teatral después de cincuenta y cinco años de hacer teatro... me ha parecido coherente...
Pregunta: Cincuenta y cinco años haciendo teatro... Balance positivo, supongo... un recorrido lleno de momentos emocionantes...
Fernando Guillén: No sé... hay varios hitos, no sé... “Todo en el jardín” de Albee... “Los secuestrados de Altona” de Sartre... “Equus” que yo no lo hice en Madrid, porque aquí lo hizo José Luis López Vázquez... yo lo hice en Barcelona y en el resto de España durante tres años... me marcó de una manera... hay varias cosas en mi vida... siempre he procurado hacer un teatro más o menos comprometido o comprometido definitiva e ideológicamente... y esto en la época franquista era mucho más difícil... y sólo Nuria Espert, Adolfo Marsillach y yo lo hacíamos... luego ya las cosas se pusieron un poco más sencillas... y llegó el grupo de Juan Diego y Lola Gaos, Juan Margallo y toda esa gente que sí, hicieron también un teatro... eran tiempos ya más fáciles... la muerte del dictador estaba cercana... pero a nosotros nos costaba mucho trabajo por la censura... pero procurábamos hacer un teatro que no sólo pretendiera entretener, sino hacer pensar... y acabo mi vida, haciendo un texto lleno de compromiso con el ser humano en general y con uno mismo.
Pregunta: ¿Se puede decir que el teatro alcanza su significado, su sentido máximo cuando hay en él compromiso...?
Fernando Guillén: El teatro... puede ser un teatro de evasión y siempre que sea bueno... lo bueno es bueno... yo no puedo rechazar a escritores que hayan escrito humor... en nuestro país... no sé... Mihura, por ejemplo, me sigue pareciendo un autor admirable igual que me puede parecer Moliere o yo qué sé... Jardiel... Hay autores que son estupendo a pesar de que cultiven el humor... lo que realmente es muy zafio e inútil... es la grosería... ese humor que habitualmente se hace... el humor de Lina Morgan, o el humor de Camoiras... o de Osinaga... no sé... eso me parece que es absolutamente inútil, aunque muy respetable... tiene su público y allá ellos... no sé... pero yo nunca he querido verme comprometido en este tipo de historias porque pienso que el teatro como la música, como la pintura... son artes muy nobles y muy hermosas que lo que deben pretender es enriquecer a los otros seres humanos que te contemplan, te oyen... y no embrutecerlos más de lo que están... eso lo podría aplicar al cine y no te digo a la televisión... bueno, la televisión ya... para qué hablar de ella... salvo alguna cadena... las demás... pues son verdaderamente un pozo de inmudicia...
Pregunta: ¿Es éste un buen momento para comprometerse?
Fernando Guillén: Yo creo que sí, estamos en un momento en el que... siempre es necesario estar comprometido. Ha habido una época en la que después de la transición creíamos que una vez terminada la dictadura... que ya no había nada que hacer... y no, ahora nos damos cuenta de que siempre hay que estar haciendo cosas por los demás y reivindicando derechos... no sé, por ejemplo con este gobierno, pues... la reivindicación de los homosexuales, la violencia de género... tantas cosas, siempre hace falta estar en la brecha y luchar por los desfavorecidos y... estamos en un momento en el que un noventa por ciento de la población mundial muere de hambre... pasa hambre... cómo no va uno a intentar comprometerse... pues cómo no va a hacer uno teatro de compromiso... “Kabul” sería un ejemplo de teatro de compromiso... porque ahí están los afganos... no sé... lo que te digo todos son lugares comunes y cosas muy sabidas... pero no por ser muy sabidas debemos olvidarlas...
Pregunta: Este texto nos invita a contemplar la realidad tal y como es... sin ningún maquillaje. ¿El ser humano tiende, en general, a maquillar la realidad a ocultarla, tiene miedo a verla tal y como es...?
Fernando Guillén: Sí, sí... el ser humano en general... sí... tiene cierta tendencia... Aragon hay un momento en el que lo dice; hay que enfrentarse con la desgracia y no disfrazarla de lo contrario... entonces, igual que asumes la muerte de un ser querido, tienes que asumir la pobreza que te rodea, el cambio climatológico que llevará a nuestros nietos, en mi caso a mis bisnietos, a la catástrofe... y sin embargo, efectivamente, los políticos, realmente no se preocupan demasiado de esas cosas, si no de sus luchas internas... son realmente como niños y a veces es incomprensible, cómo los ciudadanos depositamos en ellos la administración de nuestras vidas cuando en la mayoría de los casos no están ni mucho menos capacitados para hacerlo y sólo piensan en su poder... en tener poder y en su egoísmo personal... esos políticos... y políticos importantes... porque el acal... (interrumpe lo que iba a decir) el alcalde de un pueblo que de repente ha hecho una recalificación y... se lleva unos eurillos... pero no, no... personajes... no quiero dar nombres... personajes que son presidentes de diputaciones... son... en fin... gente muy importante... a su edad... porque tener ambición de dinero a los veinte años para pasártelo bien... lo entiendo... pero a los sesenta seguir acumulando dinero, acumulando dinero... para qué... qué interés tiene eso mientras tanta gente pasa hambre y calamidades... bueno... no me quiero poner demasiado serio...
Pregunta: Ha comentado que con este “Vals del adiós” dice “adiós” al teatro pero no al cine ni a la televisión...
Fernando Guillén: Sí... y además acabo de terminar una película para TVE y comienzo ahora otra película en junio... y más adelante haré la serie que prepara José Luis Garci para Telemadrid... bueno, tengo varios proyectos de cine y televisión... pero no demasiados porque también elijo que sean cómodos y que me gusten... pero sí seguiré trabajando en la interpretación, sí...
Pregunta: Volviendo al texto, como bien ha comentado nos advierte de que no hemos de tener demasiadas esperanzas, critica el optimismo, la espera por una vida mejor... Pero a veces, ese optimismo, esa esperanza nos ayuda a afrontar la realidad a verla tal y como es...
Fernando Guillén: Sí, siempre que sea un optimismo auténtico y no prefabricado... yo creo que Aragon se mete con el optimismo como dogma... ahí en esa zona Aragon reprocha los dogmas tanto de la izquierda totalitaria que para él eran los soviéticos, el partido comunista francés como a esa derecha católica sobre todo que te dice que hay que tener esperanza... incluso te cuenta la historia de que hay un más allá y que vas a ser feliz en el más allá... pero no esta religión, sino todas... la musulmana... te promete cientos de huríes, vírgenes... (risas) en un paraíso... siempre hay una tendencia... los poderes manipuladores tienen tendencia a ofrecerte el oro y el moro (nunca mejor dicho)... para tenerte contento y contra eso, es contra lo que se mete Aragon... otra cosa es que tú tengas un temperamento optimista y veas el vaso medio lleno en lugar de medio vacío... pero el optimismo como dogma de fe... hay una vida mejor después de la muerte... llegará un momento en el que los pobres de la tierra tendrán todo lo que tienen los ricos... o todos seremos ricos... eso son tonterías en las que no hay que creer... es una falsedad y es de farsantes...
Pregunta: Y no sé si la pregunta entonces sería ¿Por qué queremos creernos esas historias?
Fernando Guillén: Bueno... yo no me las creo... pero hay gente que sí las cree... y yo lo respeto... no sé... el que es católico... pues allá él... el que es comunista a ultranza... pues allá él... no lo sé... no lo sé... yo efectivamente no soy así... y no comprendo cómo hay gente así... me pasa lo mismo que a ti...
Me dice que está un poquito fatigado... que ésta es la quinta entrevista del día... que está teniendo un seguimiento mediático que lo está superando...
Pregunta: Terminamos... “El Vals del adiós” llega al Teatro Español tras hacer una gira por diversos lugares de España... seguirá esa gira o termina aquí...
Fernando Guillén: “El Vals del adiós” tiene aún una vida larga... incluso quieren llevarlo... para mí es un misterio... una cosa incomprensible que un texto tan hermético, tan difícil pueda emocionar y llegar tanto a los espectadores... me decían esta mañana en el teatro que lo tenemos vendido para toda la semana, que está lleno... es una sala pequeña, pero bueno... yo es que pensaba que nadie se iba a interesar por esto... y entonces, seguramente iremos, a partir de la temporada próxima a Argentina y México... y empezaremos quizá en Buenos Aires en el mes de septiembre...
No sin cierto “apuro” digo adiós, sin vals de fondo, a Fernando Guillén...
Sofía Basalo.
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