sábado, 13 de diciembre de 2008

... CARME ELÍAS (Febrero 2006)





Carme Elías, llega al Teatro Fígaro pocos minutos antes de las siete menos cuarto de la tarde. La espero dentro del teatro y me hace una seña a modo de saludo, desde la calle. Me da la impresión de que es una mujer cercana, un tanto tímida, asequible y “confortable”... No sé si es un adjetivo propio para definir o calificar a una persona, pero la siento así. ¿Dónde mantenemos la entrevista? Nos asomamos al patio de butacas... No, mejor vamos a su camerino. Entra, pone la calefacción, nos sentamos en un sofá, dentro de una especie de saloncito, sin demasiadas notas personales: Un vaso de plástico que ha debido contener una tisana, un tarro de miel... Se disculpa por el frío que hace dentro, y me asegura que dentro de unos minutos la temperatura será más cálida... comenzamos la entrevista.


Pregunta: Helene Hanff, al final de esta obra, cruza el charco. Viaja a Londres. A su llegada, le dice a Frank (aunque éste ya ha muerto) “Lo conseguí”. ¿Realmente lo consiguió o no sé si da la impresión de que llegó un poquito tarde.?

Carme Elías: Ambas cosas, ¿no? (risas) Realmente, este hombre se ha convertido en algo suyo, forma parte de ella; de manera que, creo que le sucede como a toda esa gente que hemos perdido en el camino, sea del modo que sea, que siempre están contigo, e incluso puedes conversar con ellos. Yo, por lo menos, lo hago. Helene, efectivamente va, tarde, pero va. Y lo que ella siente, yo siento, es que, a pesar de que él no esté ya allí, cuando ella llega, en ese sentido llega tarde, él ya está en su vida, está con ella. Por eso tiene ese diálogo con él.

Pregunta: ¿Hubiera cambiado, y en qué medida, esta relación si Helene y Frank se hubieran conocido. Tal vez esta amistad de veinte años carecería de la magia que, sin duda, tiene?

Carme Elías: Muy probablemente. Aunque lo que sí es cierto, y eso tiene que ver con tu pregunta anterior, es que Helene en un momento determinado de la obra, confiesa abiertamente, en un diálogo con su amiga Maxim, que si algún día viajaba a Londres y entraba en esa librería, igual salía sin decir quién era. Ella no lo tenía tan claro. Ella sabe, es una persona inteligente... Esa relación así, es estupenda, y es válida para ella, es rica, y no sólo por los libros que le puede enviar, si no por esa relación de afectos que se va creando; ese afecto que ella va proyectando en él, su ideal de comunicación con otro ser humano... Y probablemente, él con ella, también.

Pregunta: Isabel Coixet, nos dice que esta obra, nos habla de la soledad como vocación. Yo creo que Helene ha elegido, en cierta medida, la soledad como vocación. Pero, quizá, aún cuando elegimos esa soledad, ¿Necesitamos ese afecto, esa persona que no vemos y que tanto, nos puede llegar?

Carme Elías: Helene Hanff, tenía una cierta actividad social, y se relacionaba... pero creo que las personas que adoran y aman los libros, y son capaces de comprar no sé cuántos para encerrarse, la semana santa en su casa, y no planear una excursión, por ejemplo... Son personas que, de alguna manera, sienten que la soledad es buena para ellas... y la soledad, con los libros, es bastante mejor... e incluso, no es soledad...

Pregunta: ¿... Pero aún así, no llegamos a echar de menos, en algún momento determinado, a una persona que nos llegue dentro, un afecto, una palabra...?

Carme Elías: Sí, claro. Ése es el vínculo que tiene con él. Para Helene éste es un vínculo muy fuerte. Hay un momento en la función, en el que su estado de ánimo es muy triste; ella está muy abatida, se nota que han pasado cosas en su vida fuertes, o que el tiempo ha transcurrido y ella está muy revuelta por dentro. Al menos, yo lo siento así en la función. En ese momento, llega una carta de Frank, y es como si llegase el maná del cielo. Es infinitamente mejor que la llamada de un amigo, diciéndote que irá a verte, porque la forma de comunicarse con Frank, entra en otro código. “No me conoce, pero me siente.” Entre ellos dos, hay un tipo de comunicación muy sutil, que no está dicha con palabras, sino que se lee detrás de ellas. Por eso mismo, nos deja “eso” que a mí me sacude como actriz, a los espectadores que están abiertos y se dejan sacudir, también les llega... E incluso, cuando lees el libro, también sucede, o cuando ves la película. Tiene algo muy conmovedor.

No sé, si estas preguntas le parecen demasiado personales, íntimas o quizá es el mismo personaje de Helene Hanff, el que le ha llegado muy dentro a la actriz catalana, pero en cierta medida, le cuesta responder, “No son las preguntas habituales”, me dice en una ocasión... Aún así, creo que se siente cómoda.

Pregunta: A la hora de mostrar eso que no se dice y que hemos de ver en los silencios, en vuestros ademanes, en vuestra interpretación gestual, eso que va más allá de lo que se dice en las cartas, ¿Os habéis encontrado con un reto, enriquecedor, sin duda?

Carme Elías: Claro, y fíjate, es que las cartas, además, son unas cartas que, en alguna medida, te hacen pensar, “madre mía, pero qué aluvión de libros, si no conozco a gran parte de los autores que ahí se nombran...” Yo, incluso, cuando vi el nombre de esos autores, pensé, qué mujer más intelectual, ¿no? Pero las cartas, llevan mucho “envíeme usted este libro” y luego alguna acotación final, un detalle, una receta de cocina... Es muy poca cosa la que hay, pero como eso te llega directamente al estómago, es muy patente, y está muy marcado... Eso es lo bonito del montaje, “lo no dicho”, y en la puesta en escena se ha manifestado aún más, lo hemos querido así.

Pregunta: Hablando, precisamente del montaje, de eso que no decís pero habéis mostrado. Ambos os sentáis a lo largo de esa mesa, dividida en dos partes por el tercer personaje, la literatura. En un primer momento no os miráis. Posteriormente tú te sientas frente a Frank. Después lo hará él, y llegará un momento en el que no leerá las cartas, te las dirá. Posteriormente os levantaréis, os acercaréis, os daréis los libros, os sentaréis uno al lado del otro... Eso creo, que ha sido un modo de mostrarnos cómo esos afectos se aproximan, se comunican, tan bello y tan delicado...

Carme Elías: Sí, es bonito ver cómo partiendo de algo puramente profesional, los personajes, a medida que se van conociendo, se van abriendo y acaban acercándose físicamente... En los ensayos llegó un momento, en el que nosotros ya estábamos con tantas ganas de mirarnos que... Estás todo el rato trabajando con tu compañero, desde luego explorando unas cosas totalmente distintas a las que descubres cuando nos podemos mirar a los ojos, que es lo que solemos hacer los actores, pero estamos muy atentos a cómo respira el otro, a la velocidad que va... Estamos como Frank y Helene, pero Carme y Josep, muy atentos a estas cosas, porque si no la función fracasaría, iría cada uno por su lado. Tenemos que estar muy unidos en esto. Pero, como te decía, llegó un momento en el que alguien dijo, “pero que se miren, de una vez. ¿por qué no rompemos el esquema dramático. Por qué no nos lo podemos permitir?” Y a partir de ahí, surgieron ensoñaciones, donde Helene está con su libro y aparece Frank en su espacio y no sabemos si es que ella está soñando con él, o él está imaginando cómo sería estar con ella. Ese tipo de aportaciones, para mí, aunque todo es muy sutil, aporta mucho a ese acercamiento de ambos.

Piensa mucho las respuestas, gesticula con energía, casi con pasión podría decir.
En algún momento, tengo la impresión de que Helene, entra en este camerino y “le sopla” alguna respuesta a Carme Elías...

Pregunta: ¿Cómo te has acercado a Helene. Cómo cada tarde la descubres al leer las cartas, al volver a entrar en su mundo, al “leer” lo que no se escribió nunca en esas cartas...?

Carme Elías: ... Josep, hace nada, después del estreno en Madrid, me dijo, “He visto algo en este momento... Cuánto tenemos que aprender todavía...” y le respondí, sí, es cierto... Porque es una función que no se acaba nunca. No sé si es que transporta una verdad de algo que es biográfica, autobiográfica, o que realmente el peso de “lo no dicho” es tan potente que nos alimenta cada día, y además es una función que se ve con el público... Todas las funciones se hacen con el público, hay públicos de todas clases y además, se crea una cosa en el patio de butacas que cada día es distinto y que tiene que ver también en cómo evoluciona la función ese día... Hay días en los que hay muchas risas, y ahí tenemos que, obligatoriamente, que adaptarnos, porque respiramos con el público... Y a lo mejor se producen unas pausas que, de repente... Y después comenté con Josep, fíjate, unas cosas que jamás hubiésemos imaginado con sentido del humor y lo tiene... No nos cansamos, si ésta es tu pregunta... Es alimenticio, no sabría decirte muy bien por qué... Somos dos actores, Josep y yo, que trabajamos en una línea muy parecida, aunque somos muy distintos, pero tenemos algo de una escuela de base, o de una vocación teatral muy parecida, de aprendizaje, hay un tipo de interés común muy fuerte, y tiene que ver con buscar la verdad, y el momento a momento en el escenario. No vamos a piñón fijo. Eso está ahí porque hay una dinámica, pero luego cada día estamos ahí, en cuerpo y alma, para que “eso” suceda en cada momento. Ése es el intento y la apuesta más arriesgada e importante para un actor. Si no se podría convertir en un acto mecánico y aburrido.

Pregunta: En una obra como ésta es necesario la química, dos personas sobre un escenario y la magia...

Carme Elías: Sí, no me podría imaginar cómo sería esta obra con otro actor. Creo que Josep es la pareja ideal, la persona ideal... Es muy buena persona, y el actor ideal. Lo tiene todo. También es verdad que en otras ocasiones he trabajado con otros actores, y he tenido algunos problemas en los ensayos con otros actores y sobre el escenario no se ha notado nada, pero no tiene nada que ver con la tranquilidad y la delicia que es trabajar con alguien que sabes que está trabajando contigo... Aunque no nos estemos mirando... (risas)

Pregunta: ¿Y cómo es trabajar bajo las directrices de Isabel Coixet, en su debut teatral?

Carme Elías: Yo me he sentido muy protegida. Isabel quiere a los actores. Los ama de verdad. A partir de ahí... Qué duda cabe, que es una persona con un gran talento, muy inteligente y una gran lectora, se ha sentido muy cercana al personaje... Entonces, ella sabía muy bien lo que quería decir, lo que quería mostrar con este montaje. Isabel, cuando elige a los actores es porque cree que le van a dar lo que ese personaje necesita y lo que ella quiere, por eso ella pone toda su confianza en ese actor, y ese actor se siente totalmente arropado por Isabel. Y eso es muy importante, porque yo soy una actriz con muchas inseguridades. El director que trabaja conmigo, trabaja con muchas cosas... Doy mucho, pero también me cuesta cosas ¿no? Fue muy fácil... Si algún día, algo no salía, ella te decía “bueno, mañana saldrá”, nos ha dado mucha libertad de juego, de improvisación, cuando te decía “Eso no”, nunca te sentías mal; nos hemos arriesgado para probar cosas, que en otros casos no podríamos haber hecho, la confianza del director es muy importante. Hay directores que exigen, otros piden resultados, otros que son muy buenos pero no te estimulan... Hay muchos directores y también los actores somos muy distintos... Todos tenemos que adaptarnos.

Pregunta: En esta obra se nos muestra el poder de la literatura, el poder de una carta, como puente hacia otros mundos, en el sentido físico y también en el sentido espiritual. ¿El mundo en el que se mueven estos dos personajes está muy lejos del actual?

Carme Elías: No... A mí me parece que es muy cercano. Tal vez, en cuanto a las formas es muy distinto, pero mira, internet... Tenemos las ventanas abiertas al mundo, totalmente abiertas. Y lo que veremos en el futuro ¿verdad? Con eso quiero decir, que hay mucha gente que establece relaciones con otras personas, que es capaz de imaginar cómo serán esas personas, que se conocen o no... La diferencia es que en estos momentos prima la velocidad, todo es muy rápido, prima la inmediatez... La comunicación, quizá es escasa, basta ver cómo abreviamos las palabras. Pero esencialmente, es lo mismo. Es comunicarte con alguien a quien no conoces, con quien proyectas, al que imaginas, al que haces imaginar... Pero claro, estas cartas, entre que llegaban y salían habían pasado muchas cosas en medio, y esas cosas, estaban sedimentadas en esas cartas, y ellas son las que crean ese submundo del que estamos hablando, esa especie de corriente soterrada que transporta un estado de ánimo, un sentimiento.

Pregunta: Hablamos de la pasión por los libros, ¿Me puedes decir dos libros que te apasionen?

Carme Elías: ... ¿Los de toda la vida, los que me pueden haber marcado...? ... No sé, es que cada libro que leo me parece apasionante... Como Isabel, mi mentora en libros, soy una apasionada de John Berger, autor. “Hacia la boda” me parece uno de los libros más bonitos que se han escrito; también hablaría de Dostoievski... te hablaría de autores, porque elegir un libro, me parece tan difícil...

Pregunta: Imaginemos, que algún libro de esos autores, o “Hacia la boda”, por ejemplo, se pone a la venta en una librería de segunda mano. Ese libro ha sido tuyo, ¿Qué frases subrayarías o que anotaciones escribirías para la persona que leyese ese libro que ha sido tuyo?

Se sonríe, con cierto pudor... mira hacia el suelo, piensa la pregunta o tal vez, piensa la situación, ¿La habrá vivido alguna vez, habrá tenido la tentación de hacerlo alguna vez?... tarda en responder...

Carme Elías: No sé... tendría que tener el libro en las manos... Lo que sí puedo decirte es que hay libros que sí subrayo y libros que no subrayo. Los que subrayo tienen que ver con un tipo de literatura que me interesa, libros más especializados... Por ejemplo, Claudio Naranjo... Soy una fan de él. Yo subrayo las frases de Claudio Naranjo, y ese tipo de frases que tienen mucho que ver con el comportamiento del hombre en el mundo, seguramente otra persona las encontraría subrayadas, pero no te puedo decir o citar una en concreto... No sé... Pero hay una frase muy bonita en la obra, aportada por Isabel, y creo que Helene estaría encantada, que se dice, cuando le cae un libro en las manos a ella, lo abre y ve una frase subrayada de Safo, un libro que se lo manda él, al no encontrar el que ella le pedía, digo “subrayada” porque, al encontrarla, la leen los dos al mismo tiempo, la leemos los dos; dice: “Como el desierto, echa de menos la lluvia” Creo que esta frase resume cual es el ansia del ser humano, de ser reconocido, de ser querido, de echar de menos aquello que nunca encuentra... Ellos, en ese momento se están diciendo, mutuamente “cómo te echo de menos”...

Pregunta: Si tú hubieras sido Helene Hanff, ¿Hubieras ido a Londres antes. Hubieras luchado contra las adversidades, con las que se encuentra en más de una ocasión Helene... tal vez, ella no luchó porque tuvo miedo...?

Carme Elías: Es que Helene, ella escribía guiones para televisión y demás, pero su gran vocación era ser autora de teatro... Yo fui a Londres intentando buscar algún libro de ella, pero no lo encontré... Nunca le publicaron nada de teatro... Paradójicamente, esto que no era más que una correspondencia entre dos personas, se convirtió en algo que, por fin, le dio dinero... Ella no tenía dinero... Vivía en plan bohemio, en un apartamento cutre, con frío, su máximo lujo eran sus cigarrillos y supongo que sus tertulias con amigos, pero, efectivamente, cada vez que ella ha ahorrado para hacer ese viaje, algo ocurre y no puede hacerlo. Yo supongo que si mi situación económica me lo permitiera, iría... No tendría ningún miedo a esa situación, incluso, creo que me gustaría... Quizá, hace años, muchos años... no sé, un tipo de situación parecida no la habría afrontado...

Silencio final... Elocuente, sincero, íntimo, cómplice incluso... Concluye esta charla, me acompaña hasta la entrada del teatro, creo que he sobrepasado el límite del tiempo que esta actriz dedica a su concentración, a su encuentro, casi diario, con Helene Hanff... Más de una hora... Salgo de ese teatro, y también, con sinceridad, me siento incapaz de imaginar a otra actriz en la piel de Helene.

Sofía Basalo.

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