domingo, 26 de julio de 2009

... ALBERT BOADELLA (Marzo 2009)





Hace más de un mes comenzaban su andadura los polémicos Teatros del Canal y lo hacían bajo la dirección de Albert Boadella (nombramiento que también ha traído cola). No era ésta la primera vez que la presidenta de la Comunidad de Madrid le proponía al director catalán llevar las riendas de estos teatros, sin embargo, en esta ocasión y según Boadella “por el placer de no trabajar en Cataluña” ha dicho que sí. Una nueva etapa que según nos ha comentado no va a marcar la forma de trabajar de una compañía que dentro de un año y medio cumplirá medio siglo de vida, testimonio de la utopía de hacer lo que uno quiere, como uno quiere y de decir lo que se quiere. Hemos hablado de esta utopía, de su nueva etapa y de la obra con que se ha abierto la misma con Albert Boadella:

Pregunta: ¿En qué medida esta nueva faceta, esta nueva etapa en su carrera puede suponer un cambio o no sé si “límite” a lo que hasta ahora ha hecho teatralmente con “Els Joglars”?

Albert Boadella: Desde el punto de vista teatral pocos cambios habrá porque sigo siendo el director de Els Joglars y seguiré haciendo como hasta ahora, dirigiendo los montajes, ésta era una de las condiciones sine qua non de que yo tomara posesión de este cargo, que no significara que yo tuviera que desprenderme de lo que ha sido mi vida artística durante los últimos cuarenta y ocho años, lo que pasa es que sí hay un cambio importante y es que yo pilotaba una motora, una lancha motora y he pasado a un trasatlántico y esto es un cambio sustancial sobre todo porque significa que no es simplemente lo que viene a ser mi gusto lo que se trata de programar sino que tengo que programar para todo el mundo, es decir que no son las piezas que yo hago las piezas que representan mi gusto teatral lo que tengo que colocar en estos teatros, tengo que programar producciones muy variadas y que no siempre van a corresponder a mi gusto personal... lo que ocurre es que sí que corresponderán por lo menos a mi gusto personal en cuanto a calidad, otra cosa son los contenidos, en cuanto a calidad sí que seré muy exigente...

Pregunta: Partiendo de la base de esa calidad, ¿cuál va a ser la línea a seguir de estos teatros, qué va a marcar la diferencia?

Albert Boadella: La verdad es que lo que me gustaría que fuese “la diferencia” es que casi no se note mi toque personal... cuando hay un teatro público siempre el director de este teatro público trata de hacer cosas que le gustan que son las que él haría o hace en ciertos momentos, porque hace montajes... a mí me gustaría hacer un teatro pensando en el conjunto de todos los ciudadanos que son los que pagan el teatro... pero cuando digo todos, son todos aquellos que les gusta el teatro en el género y en la medida que sea... es decir que aquí no se va a hacer un tipo de teatro de contenidos experimentales o simplemente vanguardistas, sino que voy a hacer aquí a ser posible un teatro de todo tipo, puedo hacer una comedia ligera y al mes siguiente una cosa muy vanguardista y muy comprometida... puedo hacer una cosa musical como puedo también hacer cosas de danza... y de danza clásica y también de danza contemporánea... quiero decir que esto tiene que ser un centro en el cual el conjunto de los espectadores de Madrid, y cuando digo el conjunto me refiero a todos los espectadores que se interesan por el teatro sea cual sea el teatro, siempre encuentren a lo largo de la programación alguna cosa que sea de su interés, yo creo que éste va a ser en todo caso el toque diferencial de este teatro público.

Pregunta: Siempre se dice que las compañías pequeñas, más humildes, tienen poca cabida en la programación teatral... ¿Estos teatros van a abrir un poquito la puerta, van a tener cabida en ellos?

Albert Boadella: Yo estoy buscando precisamente dentro de la propia infraestructura del teatro un espacio que permita en cierta medida encontrar la forma en que ciento cincuenta espectadores... puedan ser los espectadores de un teatro más íntimo, porque claro, tenga en cuenta que la sala A es de ochocientos cincuenta espectadores y la sala B en su máxima configuración, lo que se llama teatro configurable, también se va a los setecientos ochenta... por tanto, claro, una pequeña compañía jamás podrá llenar un teatro de estas características si antes no ha tenido digamos un rodaje un entrenamiento en el que poco a poco haya tenido un prestigio suficiente como para atraer al público, pero sí que hay cosas de muchísimo interés que yo he visto, por ejemplo, en teatros alternativos madrileños, salas muy pequeñas que son cosas extraordinarias, pequeñas joyas teatrales que seguramente sería inadecuado colocarlas en un teatro de ochocientas cincuenta localidades, pero en cambio en un espacio que yo les pueda encontrar de ciento cincuenta localidades por poner un ejemplo... pues allí pueden tener su espacio... yo estoy luchando para esto, porque tenemos un espacio, pero es un espacio con problema en las cuestiones de seguridad, a lo mejor tendré que hacer obras, tendré que hacer algo para que este espacio pueda albergar estas posibilidades...

Pregunta: Ha comentado que ha aceptado este cargo por el placer de no trabajar en Cataluña. En Madrid encuentra una mayor libertad...

Albert Boadella: Madrid es una ciudad abierta, es una ciudad... yo siempre digo, el nacionalismo madrileño es la pluralidad... es decir, el rasgo diferencial ya que todo el mundo busca ahora rasgos diferenciales, el rasgo diferencial de Madrid es la diversidad y la pluralidad... es decir, nadie siente eso como su etnia particular ni reivindica un madrileñismo nacionalista, sino que aquí eres admitido como un español más, no te preguntan de dónde vienes ni a dónde vas y eso es muy agradable... eso es lo más agradable que tienen las ciudades, antes las ciudades se llamaban “civitas” que quería decir civilización y eso realmente es un gran rasgo de civilización cosa que lamentablemente en los últimos años en Cataluña y sobre todo en Barcelona pues no ocurre...

Pregunta: También ha comentado que el nacionalismo es como una dictadura, pues si te metes con el poder, éste te margina... usted trabajó también con la dictadura del general Franco y tuvo sus experiencias variopintas con éste... ¿Qué diferencia encuentra entre estas dos dictaduras?

Alberto Boadella: La más importante son las urnas... sin duda, es decir, en la dictadura no había forma humana ni con urnas... sólo se la podía quitar a palos... pero sino, no había forma posible... esto sin duda alguna... pero digamos que sí hay connotaciones que tienen mucho que ver que ese intento de pensamiento único que es una de las cosas que estimula el nacionalismo... el nacionalismo busca el pensamiento único, es decir, cualquier disidencia es castigada, yo la he vivido, en el caso de Cataluña, ha sido castigada con la denigración personal constante, por parte de los medios y posteriormente casi podríamos decir por la muerte civil, puesto que hay un momento en el que ni se contrata a Els Joglars, ni se me contrata para nada en Cataluña... por tanto, esto qué quiere decir, esto quiere decir un intento de pensamiento único y la marginación de aquellos que no piensan lo que llamaríamos “los principios fundamentales de la tribu”... como antes existían en el régimen franquista, “los principios fundamentales del movimiento”, yo creo que aquí sí que hay el parecido con un régimen totalitario, hay un intento de totalitarismo porque un régimen nacionalista cree que a través del totalitarismo del pensamiento único podría conseguir su pretendida salvación e independencia...

Pregunta: He escuchado algunas de sus declaraciones y afirma no sentirse frustrado por ello... pero personalmente me parece triste el hecho de que uno tenga que irse de su tierra....

Albert Boadella: Es una cosa que no es nueva... afortunadamente si hubiera sido el único personaje al que le hubiera ocurrido esto pues sería triste, pero tengo el consuelo de que grandes, grandiosos artistas y muchos de ellos muchísimo más importantes que yo les ha ocurrido exactamente lo mismo y a algunos incluso peor... por tanto, creo que forma parte de las contrapartidas de mi propia labor, un hombre de teatro, un comediante que se enfrenta a determinadas cosas... tiene mucha facilidad de que los estamentos a los que se enfrenta, reaccionen y se defiendan... y esto es lo que ha ocurrido, hombre esto me hubiera producido tristeza si realmente hubiera tenido que marcharme no de Cataluña sino de España... pero, bueno, en el fondo, sólo son unos cuantos kilómetros cuadrados... y quedan muchos kilómetros cuadrados... España al fin y al cabo es un país que me gusta, que me entusiasma y que por lo tanto a mí no me produce ninguna tristeza y ninguna pereza irme a vivir... vivir aquí o en Andalucía o en el campo valenciano al lado de los naranjos... quiero decir que me puedo sentir perfectamente feliz... no necesito realmente estar en el epicentro de la tribu para tener felicidad.

Pregunta: Comienza esta nueva andadura en los Teatros del Canal con “La Cena”, un nuevo proyecto donde se critica la hipocresía de los poderes públicos, quizá la conversión de la lucha por la conservación del medio ambiente como en otro fanatismo, en otra religión...

Alberto Boadella: Sí, porque estamos en un momento en el que hay mucha gente que se ha desenganchado de lo que llamaríamos las religiones tradicionales, o que tiene muchas dudas sobre las religiones tradicionales y entonces como el instinto religioso no ha desaparecido, porque son instintos milenarios, que difícilmente desaparecerán porque forma parte de nuestra naturaleza, entonces colocan estos impulsos en otras cosas, en lo que llamo las religiones laicas que siempre me parecen más peligrosas que las conocidas... porque estas ya sabemos de qué pie cojean... sus virtudes y sus defectos y estas nuevas pueden ser muy peligrosas... las hemos conocido en la historia, hemos conocido lo que ha sido el nacionalsocialismo, como una religión... el fascismo como religión... y ahora es la religión del buenismo... el buenismo se ha organizado como una religión... y estas religiones están en la ecología, en el medioambiente... hay otras en el hedonismo... el placer... en la moda... en estas cosas... cogidas siempre como una cosa fanática porque claro la religión siempre crea inquisición... la nuestra, la más tradicional la tuvo en una época, pero ahora ya no la tiene, nos hemos librado de la inquisición... pues las religiones laicas tienen también su inquisición, eso qué quiere decir, pues que pueden ser movimientos o impulsos en los que la libertad individual puede constantemente ser coaccionada por normativas que exigen estas nuevas religiones laicas... y que esta intervención de los estados en lo que entiendo en el ámbito, el halo personal es una cosa siempre muy peligrosa, este dominio del estado que a veces recuerda a los estados soviéticos, en este sentido, este meterse el estado en todas partes es una cosa que me parece siempre un peligro... “La Cena” trata de eso grosso modo y lo trata de una forma humorística sin duda alguna, porque el humor es un gran antídoto del fanatismo y es una forma también de buena educación, de decir las cosas más duras con muy buena educación y es como me gusta decirlas...

Pregunta: Dentro de una año y medio más o menos Els Joglars cumplirá cincuenta años. ¿Cuál ha sido el balance y cómo lo van a celebrar?

Albert Boadella: Lo tenemos que celebrar haciendo teatro que es lo que hemos hecho hasta ahora y trataremos que el teatro que hagamos en ese momento sea en cierta medida una síntesis de lo que hemos hecho a lo largo de todo este tiempo... el balance es un balance... no puede ser más positivo... el hecho de que una compañía de teatro privada aguante todos esos años... y aguante en plena acción, a veces con unos rifirafes monumentales... yo creo que es un hecho muy positivo, en todo caso, desde nuestro punto de vista personal, han sido unos años de enorme intensidad y de enorme felicidad personal, la felicidad de poder hacer y decir aquellas cosas que te apetecen, trabajar con un entendimiento perfecto con una serie de colegas y de compañeros, muchos de ellos hace treinta años que trabajamos juntos, lo que quiere decir el nivel de entendimiento y aprecio que existe entre nosotros, creo que es por qué no decirlo, una auténtica utopía y significa un hito en el teatro español contemporáneo...

Pregunta: Hablando de utopías, también había leído que había sido una creación casi utópica porque se ha conseguido ser felices haciendo teatro, se ha conseguido vivir haciendo teatro... por tanto la utopía no es algo irrealizable ¿no?

Albert Boadella: Sí, yo siempre tengo la intención de escribirlo y de hecho hemos empezado a hacerlo con Ramón Fontseré hemos empezado un libro sobre esta inducción, especialmente hacia la gente joven, esta inducción a la utopía, la posibilidad de decirle a la gente joven de que esto es posible... la gente que con una determinada pasión, con unos ideales determinados sobre el trabajo y sobre la vida, que se pueden encontrar con otros que estén en esa misma línea y construir entre todos una forma, una empresa, la cual da una enorme felicidad, una enorme radiación social y pública y que esto es posible ganándose la vida, siendo felices con aquellas cosas que uno ha soñado y que este sueño es posible, yo creo que en este sentido Els Joglars es un testimonio vivo de esta utopía.

Pregunta: ¿Qué enfermedad padece el teatro en la actualidad?

Albert Boadella: El teatro como muchas otras cosas en este país padece la enfermedad que llamaríamos "La falta del mérito y la excelencia", es decir, que en España el mérito se ha rebajado mucho, sólo se ha mantenido en algunas actividades como por ejemplo en el deporte, como ahí no hay trampa posible, si tienes que saltar dos metros quince, si no los saltas la vara se cae... entonces ahí hay un esfuerzo, una voluntad... y por eso España hoy sobretodo es conocida por los deportistas... porque es la prueba del esfuerzo... en el teatro yo creo que ha ocurrido como, insisto, en muchas actividades, el mérito y la excelencia ha pasado a un segundo término y han ganado otras cosas... han ganado una cierta publicidad mediática, el colocarse en determinadas, al lado de determinados partidos políticos o lo que sea... pero que el esfuerzo y el mérito ha desaparecido... y ha desaparecido ya desde las propias instituciones del estado ¿no? Un estado que permite pasar de curso con un montón de suspensos... ya quiere decir que ha rebajado el mérito a lo mínimo... yo creo que éste, hoy por hoy, es el gran defecto nacional... y el teatro adolece de este problema...

Pregunta: ¿Qué le queda por criticar?

Albert Boadella: Buffff... necesitaría diez vidas para criticar... pero en todo caso lo que siempre he tratado de hacer es una crítica del poder... pero claro, el poder no siempre está en el mismo lugar... nos equivocaríamos si pensáramos que el poder en los estados es siempre el jefe del estado, muchas veces el estado no representa para nada el poder... el poder está en otras partes... y yo lo que he buscado y voy buscando siempre en esta relación que ha sido tradicional en el teatro, entre el poder y los comediantes... este rifi-rafe constante es dónde se encuentra el poder... y en los últimos tiempos he cambiado de ángulo de disparo, casi diríamos he cambiado en 180 grados el ángulo de disparo y me he dado cuenta que muchas veces el poder es el poder de mi propia generación, una generación que ha tenido unos ideales y que al final estos ideales han resultado muchos de ellos virtuales, y todo lo contrario, a través de estos ideales ha habido un sectarismo tremendo, mi generación se ha convertido en una generación de sectarios y es aquí donde está el poder y es aquí donde yo trato de disparar los dardos... muchas veces ahora pienso “estoy disparando contra mi propio público”... en cierta medida...

Pregunta: Quizá también estos dardos haga despertar a ese público...

Albert Boadella: Seguramente... porque claro, disparar sobre el vecino y que todo el mundo se ría del vecino... pues... no es lo más apropiado ni tampoco sería lo más ético... lo interesante es que el público se sienta, en cierta medida implicado en la historia y se sienta incluso en ciertos momentos ridiculizado por lo que está ocurriendo sobre el escenario.

Sofía Basalo.