jueves, 26 de marzo de 2009

...JOSÉ MONLEÓN (Noviembre 2005)





JOSÉ MONLEÓN. DIRECTOR DEL FESTIVAL INTERNACIONAL MADRID SUR. “Desde hace mucho tiempo, el teatro se hace para un grupo muy determinado de la sociedad, olvidando a la ciudadanía”



Entramos en uno de los recintos teatrales del llamado cinturón rojo de la Comunidad de Madrid. Estamos en el Teatro Federico García Lorca de Getafe. Un clásico en la cita anual que este gran hombre de teatro nos propone desde hace nueve años. En la primera fila de butacas hallamos a un hombre afable, abierto, comprometido y apasionado por un arte al que ha entregado gran parte de su vida.


Pregunta: Novena edición del Festival Internacional Madrid Sur. Es ésta una nueva etapa en la que se acentúa el compromiso, no sólo del arte teatral, con el sentir de la sociedad; con una realidad que oscila entre la paz y la guerra.


José Monleón: Sí, esa ha sido la idea. Era un camino que al principio, muchos pensaban, podía no funcionar, porque podía desorientar o debilitar la calidad teatral de los espectáculos; que íbamos a sustituir el teatro por un cierto discurso político, pero yo, que toda mi vida he estado metido dentro del mundo teatral, sé que no es así. Yo sé que hay un gran teatro, que siendo grande, está en relación con los conflictos, los problemas y las cosas que le ocurren al mundo... Ése ha sido efectivamente, el camino. Buscar un teatro que sea bueno, que sea importante, como lo que vamos a ver hoy, estreno en España, “Epígoni”, pero que, al mismo tiempo, no se consuma en sí mismo.


Pregunta: Ha calificado también este festival como “propio de la ciudadanía” ¿Tal vez hoy en día el teatro se sitúa alejado del ciudadano, del público. Ambos caminan por líneas paralelas sin encontrarse?


José Monleón: Creo que, desde hace mucho tiempo, el teatro se hace para un grupo muy concreto de la sociedad. No se tiene presente a la globalidad social. El hecho de decir que representa a la sociedad, no quiere decir que vaya a verlo toda ella, pero sí que reconozca los problemas no de un grupo o de una clase social, sino los problemas generales. Por ejemplo, es evidente que para la clase acomodada, hay muchos problemas que no tienen sentido, porque los tiene resueltos, en cambio hay millones de personas que sí tienen el problema e incluso la guerra no suele ser un problema para las clases acomodadas que normalmente no van a la guerra. Envían a la gente más humilde. La idea es que un festival de teatro para la ciudadanía fuese un encuentro donde el problema no es el teatro en sí, sino lo que la ciudadanía necesita ver en el teatro. La ciudadanía es la protagonista, ésa es para mí la idea exacta.


Pregunta: ¿Cómo ha sido la elaboración de la novena edición del Festival Internacional Madrid Sur?


José Monleón: Desgraciadamente, la situación internacional está definiendo unos conflictos muy claros... Entonces hemos dicho, en América Latina, ¿Qué pasa en Colombia con la violencia permanente, cómo traernos de Colombia un respiro para entender lo que está pasando allí, en Irak, en Palestina, donde están los grandes problemas?Lo que vamos a ver hoy, por ejemplo, son unos textos de Esquilo que, probablemente, son los primeros textos del teatro occidental. No se había representado nunca porque no son obras completas, y el director, Theodoros Terzopoulos, lo que ha hecho es coger los fragmentos y con ellos montar el espectáculo... ¿El tema? La guerra, la violencia, lo que prueba que el teatro nació porque la ciudadanía necesitó preguntarse por qué demonios existía la guerra y ése es, profundizando, el camino que hemos seguido... A este problema se ha añadido la inmigración, los extranjeros... Para ello hemos hecho un programa escolar, “La llegada del otro”, ha venido el problema de plantear: ¿Hay un cine para la paz? La gente del séptimo arte se ha manifestado a favor de la paz y hoy está con nosotros en este festival; ¿Por qué no los plásticos, los periodistas...? En general ha sido un intento de agrupar a una serie de creadores, de distintos sectores, caracterizados porque se interrogan por las posibilidades de una sociedad mejor que la que tenemos.


Pregunta: Centrándonos en el teatro. Hay muestras de distintos países; Colombia, Chile, Grecia... ¿Qué lugar ocupa el teatro español; qué camino le queda por recorrer?


José Monleón: El teatro español, por una serie de razones que tienen que ver con la sociedad española, hace mucho tiempo, cuando se comenzó a plantear la posibilidad de un teatro crítico y se comenzó a presentar un teatro de la crisis de las instituciones, de la familia, de la política, de una serie de valores que hasta entonces se habían considerado fundamentales, por ejemplo, que la mujer no trabajara y se preparara para casarse simplemente, apareció todo un teatro que nos mostraba que la mujer tenía que trabajar, que el problema del nacionalismo grandilocuente o patriotero sobraba, que la familia no era una institución tan sagrada como se nos presentaba, que la Economía esta pervirtiendo una serie de principios... Cuando en Europa comenzaron a plantearse unas obras de teatro en ese sentido, en España no se plantearon y aunque hubo gente que las quiso escribir, en general, esas obras se vieron muy poco o no se vieron nada, porque el teatro siguió mostrando problemas conservadores, del tipo que se quiere marchar de casa y al final no se marcha, del marido y la mujer que por un momento parece van a separarse y al final no se separan... El teatro se ha movido sobre una serie de cuestiones propias de un pequeño grupo social y yo creo que aquí siempre hemos tenido un teatro, llamado, marginal, alternativo que ha luchado por romper esas trabas, y ha querido plantear los problemas mucho más generales, mucho más abiertos, con una mayor comprensión del mundo y a mí me parece que hoy también tenemos una serie de autores que están moviéndose... El CDN, por ejemplo, anuncia el comienzo con una obra de Mayorga que estimo absolutamente ejemplar, y que es también una mirada sobre el mundo... En el Teatro Español, han presentado igualmente, una obra que incluimos nosotros en el Festival “En Tierra de Nadie”que aborda el conflicto balcánico. A mí me parece que en España hay un grupo de gente que siempre ha peleado porque el teatro salga de ese espacio social reducido que, creo que desgraciadamente, ha sido la práctica ordinaria.


Pregunta: En este festival, si no me equivoco, se le brinda la primera oportunidad a grupos noveles de teatro que radican en los municipios que conforman el mismo ¿No es así?


José Monleón: Sí, uno de los elementos del festival desde su origen, ha sido que esta internacionalidad beneficiara al movimiento teatral de cada una de las ciudades que participan del mismo; por eso llevamos a cabo lo que llamamos “Muestra Madrid Sur” que está hecha porque cada ciudad elige a un grupo y los programamos, para circular por todas las ciudades de Madrid Sur.


Pregunta: Es también una aportación importante, porque hoy en día es muy difícil que alguien te brinde la oportunidad de mostrar lo que haces sobre un escenario...


José Monleón: Claro, fíjate, nosotros, ayer mismo estrenamos en Parla una obra que se llama “El olor del café” de una autora que nunca había estrenado... Es una obra sobre la realidad Palestina, que ella ha hecho a partir de sus propias experiencias y de una serie de testimonios. Estimo que es un gran texto. Cuando me lo trajeron para que viera si lo queríamos programar, lo leí y dije: “Si tenéis un buen director y lo hacéis bien, lo aceptamos” Porque evidentemente esto será un espectáculo importante. Esta obra se estrenó ayer, funcionó muy bien e irá a la red de teatros de Madrid... Si nosotros no lo hubiéramos estrenado, ese texto seguiría en el cajón.


Pregunta: En estos nueve años, qué ha ido observando, cómo ha ido evolucionando la sociedad y el mismo festival?


José Monleón: Lo mejor del festival, a mi modo de ver, es que ese planteamiento del que estamos hablando que, inicialmente, podía parecer una ruptura, un poco anormal, en cierto modo. Yo lo veo en los medios de comunicación, en la gente que viene a ver los espectáculos... Estamos moviéndonos entre un grupo de personas y de medios de información y de creadores que aceptan con toda normalidad que un teatro persiga los objetivos propios del teatro, formales, estéticos, poéticos y a un mismo tiempo, persigue la solidaridad, mostrando un interés por lo que pasa en el mundo y esto es una virtud y no un defecto, como en otra época determinados sectores conservadores, nos querían hacer ver.


Pregunta: Un punto importante en este festival, está siendo el ciclo “Cinco Ciudades, Cinco”...


José Monleón: Sí, nosotros pensamos que al hablar de paz y guerra, había que hablar de la sociedad civil y entonces nos encontramos con un ejemplo, entre otros muchos posibles... Al igual que las obras griegas, hablan de la guerra de Troya, de los troyanos muertos, de las mujeres, de los esclavos... Hay un sujeto real que es la población civil... En la sociedad moderna, también en las guerras se habla mucho de los generales, de los intereses económicos, del presidente... Pero, realmente, las guerras quien las está pagando siempre es un tipo de gente... Por eso nos pareció que los muertos de la bomba de Hiroshima, el primer arma de destrucción masiva, por utilizar los términos modernos, decisiva y terrible, y usada, además por un país que persigue ese tipo de armas... Que lo ocurrido en Sarajevo con la brutalidad del nacionalismo, lo ocurrido en las Torres Gemelas, con la brutalidad del terrorismo islámico, lo ocurrido en Madrid y lo sucedido en Bagdad, con esos bombardeos de los que apenas nos hablan, porque nos enumeran “operaciones” pero en televisión no vemos más que bombas, con niños y mujeres y gente muerta... ¿Qué demonios tiene que ver todo esto, todo ese horror, con esa otra historia que nos cuentan? Por eso, nos pareció que esas cinco ciudades debían alimentar cinco espectáculos-concierto, que creo es una de las cosas que nos está saliendo bien.


Pregunta: Usted ha manifestado que vivimos en una falsa paz... ¿Existe una cultura que sea verdaderamente de la paz, esa llamada de atención debe provenir del teatro?


José Monleón: Creo que es oportuno que tengamos conciencia de que no hay una paz y una guerra. Hay una cultura de la paz y una cultura de la guerra. La cultura de la guerra conduce, inevitablemente, a la guerra, porque en ella se considera la guerra de esa manera. Es un modo de ver el mundo en el que cuando hay una discrepancia se plantea que el fuerte es el que tiene razón y, por consiguiente, es el que tiene que comerse al más débil y que el hecho de que el fuerte no se coma al más débil es debilidad, incoherencia, falta de consistencia. Luego hay otra posición que considera que no, que para que en el mundo no acabemos todos tirándonos bombas a la cabeza, lo que se debe hacer cuando haya divergencias, que es normal que las haya, por otra parte, porque el mundo hay que ocuparlo y repartirlo, porque hay tradiciones religiosas y culturales distintas... La visión del mundo de la cultura de la paz no es un lugar donde todo el mundo se quiere y se da besitos todas las mañanas; sino que frente a los conflictos que existen hay que buscar la manera de que estos no degeneren en guerras por que sí, por la razón que ya dijeron los griegos, por el hecho de la ruptura de la ley del talión, que la guerra genera nueva guerra... Y en esa cadena de guerras, como cada vez vamos a estar más armados, va a resultar que, ya estamos llegando a ello, aterrizaremos en la guerra global y probablemente pondremos en riesgo la misma supervivencia de la humanidad, porque las guerras no se hacen ya con piedras, ni cañones, ni bombas... Se van a hacer con elementos de guerra química, bacteriológica y esta idea de que podemos ir devolviendo golpes y pasar los siglos pegándonos golpes, cada vez resulta más absurda y contraria al proceso histórico... Por todo ello, creo que hay una cultura que debe tender a ver cómo y de qué manera aparecen unos principios para resolver los conflictos frente a otra cultura que dice que si hay un conflicto y uno es más fuerte pues se le pega al más débil y se acabó.


Pregunta: ... Y esa cultura, esgrimiría el arma de la palabra...


José Monleón: Sí, pero hay que pensar que en todas las culturas, en un momento determinado, fíjate, en España teníamos una inquisición que era la cultura de la intolerancia religiosa, pero teníamos a los místicos, a San Juan de la Cruz, que estaba en contra... Había un mundo religioso que no aceptaba esa visión. En el propio vaticano, recientemente hemos tenido un papado que colaboró con los alemanes en la destrucción de los judíos, pero después llegó Juan XXIII y planteó el concilio vaticano II, donde se plasmaba algo totalmente diferente... Yo creo que esa historia de las dos culturas existe desde siempre y que lo que se debe plantear hoy es dónde están una y otra y después contribuir al desarrollo de la madurez de la cultura de la paz.


Sofía Basalo.

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