sábado, 16 de octubre de 2010

... JACOBO DICENTA (Diciembre 2009)



Es muy gratificante hablar con alguien que siente absoluta pasión por su “oficio”. Es muy gratificante notar el amor que se experimenta por la labor bien hecha, por hacer realidad un sueño, por poner en pie la palabra. Esa satisfacción la he sentido al hablar con Jacobo Dicenta, “cómico” como le gusta denominarse, que cada vez se parece más a su padre “sin pretenderlo”.
Él es el Don Juan de “Angelina o el honor de un brigadier” comedia escrita en verso por Jardiel Poncela que actualmente podemos ver en los Teatros del Canal, dirigida por Juan Carlos Pérez de la Fuente e interpretada seriamente por un elenco realmente bueno de actores, o cómicos... que se han entregado al máximo, sin ninguna concesión como el mismo Dicenta, comenta.
Es lunes, Jacobo Dicenta, descansa y aún así, charla de teatro con una servidora:

Pregunta: ¿Qué tal sienta reírse de Don Juan, un personaje al que has interpretado en más de una ocasión?


Jacobo Dicenta: Sienta muy bien. Creo que reírse de las cosas serias siempre sienta muy bien. Bastante mal está la cosa para que encima nos regodeemos en la situación... siempre que se pueda reírse está muy muy bien.

Pregunta: La puesta en escena que ha dirigido Juan Carlos Pérez de la Fuente, parece un juego, de hecho puede ser un juego y así la contemplamos. Pero tengo la impresión de que ese juego es muy difícil. Pues jugáis muy en serio...

Jacobo Dicenta: Hacer reír es muy difícil y lo es más que hacer llorar. En esta propuesta de Juan Carlos que ha ido a muerte con que lo hiciéramos muy en serio... Aunque siempre la comedia ha de ser afrontada en serio; lo que tiene gracia es la situación en sí, el texto... pero el personaje está sufriendo de verdad, lo que ocurre es que hacia fuera produce risa, es como cuando alguien se da contra una farola... el dolor real de la persona que se ha dado el golpe existe, lo que ocurre es que tú estás tirado en el suelo muriéndote de risa... pues esto es igual... y en esta ocasión con “Angelina o el honor de un brigadier” estamos al límite, con lo que mantener esa tensión, no perder el ritmo, la energía, la concentración y seguir sufriendo, seguir en serio cuando el público está desternillándose de risa, es complicado... hay que estar muy concentrado.

Pregunta: Quizá ésa es la delgada línea que en comedia cuesta tanto mantener, no sobrepasar, si bien vosotros lo habéis conseguido de todas, todas...


Jacobo Dicenta: A día de hoy llevamos poco más de una semana de función y lo estamos logrando... estamos manteniendo el ritmo y esa línea... es que no nos permitimos ni media concesión a la galería, eso que se llama vender pescado. Aquí estamos para hacerlo en serio y sabemos perfectamente que en ocasiones sacrificamos gags o chistes que hay en el propio texto; quiero decir que mientras ríen el anterior, el siguiente no lo oyen bien porque se están riendo, pero si nosotros entramos ahí y lo vamos retrasando se nos pierde la función, se nos va de las manos y no nos lo podemos permitir; entonces, lo único que queda es que si el espectador se ha perdido algo...

Pregunta: Que vuelva a verla ¿no?


Jacobo Dicenta: Claro (risas)

Pregunta: ¿Cómo ha sido el proceso de ensayos, el origen de esta aventura?

Jacobo Dicenta: El proceso ha sido duro, han sido muchas horas; cuarenta y cinco días nada más, pero a razón de seis horas diarias como poco, porque había días que le echábamos más pero con gusto. Ha sido uno de los procesos más divertidos y gratificantes es el proceso de ensayos, proceso que nunca se acaba porque una vez que empiezan las representaciones con el público uno sigue ahí, investigando, centrado... y va encontrando cosas... pero el proceso de ensayos siempre es lo más mágico, es donde empiezas a dar cuerpo a aquello que has leído... y ha sido duro, porque han sido muchas horas y con un Juan Carlos pendiente constantemente de que no nos fuéramos por otros derroteros, él tenía muy clara la función que quería contar y ahí está el resultado.

Pregunta: ¿Crees que Jardiel Poncela en el fondo es un autor relativamente poco conocido, a pesar de que a menudo se representan sus obras, siempre las mismas, por otra parte...?


Jacobo Dicenta: No tanto... de hecho, la respuesta del público está ahí, llenando el teatro prácticamente en esta primera semana y eso quiere decir que había ganas de un Jardiel, el problema es que hacía mucho que no se representaba uno... y lo más curioso es que está viniendo mucha gente joven, eso está muy bien...

Pregunta: Vienes de una familia de grandes intérpretes, ¿alguna vez pensaste en dedicarte a otra cosa. Esta profesión fue algo inevitable?


Jacobo Dicenta: Nunca. Mi oficio, esto es un oficio, esto es artesanía pura... yo soy un cómico, me gusta denominarme cómico, más que actor... un comicastro (risas) No lo cuestioné nunca, es cierto que no lo tuve claro o no lo decidí hasta los 17 años, pero no lo cuestioné nunca... es una profesión, un oficio duro, es una carrera de fondo; esto que les enseñan ahora a los jovencitos con las operaciones triunfo, etc, etc... que los tienen engañados porque el éxito fácil y rápido se va aún más rápido... es una carrera de fondo que dura, si Dios y el público y los productores quieren, toda la vida... Se han pasado épocas mejores, épocas peores... pero en ningún momento me he cuestionado... si no sé hacer otra cosa... y además no quiero saber hacer otra cosa...

Pregunta: ¿El actor, cómico mejor, nace o se hace... la vocación es algo indispensable en su carrera?

Jacobo Dicenta: Tiene que tener vocación, mucha vocación... porque si no... las épocas duras son muy difíciles de aguantar... esto es vocacional cien por cien... si no de qué te subes ahí, te vistes de otro, te dejas un bigote, te afeitas la cabeza, según los casos... y te plantas delante de un público ¿a qué? A contarles una historia, a engañarles, a mentirles y a hacer que ellos se lo crean, a que entren en tu juego... esto es pura vocación, sino, no tiene ningún sentido.

Pregunta: ¿Cuánto cuesta engañar al público y que éste entre en tu juego?


Jacobo Dicenta: No sabría decirte... depende, porque hay ocasiones en las que notas que el público está a favor de dejarse engañar, de entrar en el juego y hay otras ocasiones en las que no... te hablo dentro de la misma función... hay días en las que arrancas y dices “¡Ay Dios mío, han venido, no? O quizá soy yo el que no ha comenzado bien la historia...” y hay otros días en los que abres la boca y sabes que eso va a fluir como la seda... es la magia del teatro, por eso es tan bonito, porque cada día es diferente, aunque hagamos la misma función, con el mismo texto... cada día es diferente...

Pregunta: Has comentado que el oficio del actor, del cómico es artesanía pura. ¿Con el paso del tiempo ha perdido parte de esa artesanía
?

Jacobo Dicenta: Hay veces que noto cierto funcionariado... y me da pena... este oficio merece un respeto y una dedicación que hay veces que se pierde... pero bueno... esto lo practico cada día, sobre todo el respeto a las tablas y a la gente que está ahí abajo... empezando por el respeto a mí mismo. Si yo no me respetase en el sentido de estar al cien por cien para salir ahí, malo. Creo que es un oficio sumamente bonito y maravilloso como para que no se convierta, el salir a un escenario, en un funcionariado... hay que estar siempre con la cabeza fresca y reinventándose a sí mismo para que cada día sea diferente y sea mágico... y yo, te puedo decir que particularmente, hoy por ejemplo, lunes que es mi día de descanso, evidentemente estoy a gusto, en casa descansando, pero estoy deseando que llegue mañana a las ocho y media de la tarde, sí... es donde más cómodo estoy, sobre el escenario...

Pregunta: Es una forma de vida, entonces...

Jacobo Dicenta: Sí, por supuesto. Una forma de vida, una forma de entender el mundo, lo que ocurre a tu alrededor... y sobre todo, al ser una vocación es una forma de vida, es como el sacerdote o no sé... no sabría qué otro ejemplo darte de algo más vocacional y que exija tanta entrega...

Pregunta: ¿Entonces, en algo tan vocacional, la técnica juega un papel secundario?

Jacobo Dicenta: Es importante, muy importante... has visto el nivel de volumen de voz que empleamos en algunas escenas... la técnica tiene que estar, aparte de que esté tu corazón y que estés creyendo en lo que estás haciendo, también tienes que ser consciente de que los gritos que estés dando han de estar bien colocados, en el diafragma, más que nada para no quedarte mudo y hacer sólo dos funciones... y luego ya además, esta función es en verso... el verso tiene su técnica, sus reglas que hay que respetar... pero es que además, yo que he hecho bastante verso, he descubierto que donde algunos ven sólo un corsé, realmente ese corsé no existe... al contrario, respetar y cumplir las reglas del verso me ha ayudando a comprender lo que estoy diciendo, a que las emociones surjan... el verso facilita mucho más el trabajo...

Pregunta: ¿No crees que hoy en día el verso sigue siendo una asignatura pendiente para el actor?

Jacobo Dicenta: La pondría la primera asignatura pendiente... la pondría la primera... No hay una uniformidad a la hora de decir el verso en este país... y en muchas ocasiones se le pegan bastantes coces al verso... Nos falta una buena base versal, pero bueno... no sé cómo puede solucionarse... el verso es muy difícil y creo que estamos todos muy dispersos en eso... hay gente que lo dice muy bien... que lo han dicho y que lo dicen muy bien; en este momento tenemos a Joaquín Notario, Arturo Querejeta... por ponerte dos ejemplos, dos personas con las que he trabajado en la Compañía Nacional de Teatro Clásico y con las que he aprendido muchísimo... Karmele Aramburu, con la que hice “Don Juan Tenorio” este pasado mes de noviembre, que es una gran sabedora del verso... pero creo que en general nos falta un estilo; ya desde las escuelas se nota que la gente... lo menosprecia y habla de él como de una manera antigua de decir... y dices, vale... pero ojo, sin ir más lejos y aunque quede feo, pero mi padre, que decían era el número uno, lo era precisamente porque entre otras cosas en su época era hípermoderno, nadie había dicho el verso como él, en aquellos años... y aún hoy lo escucho y aunque puede haber momentos en los que sí, se ha quedado antiguo, pero de repente hay formas de decir y de enlazar los versos y de hacer unas pausas inverosímiles... que dices “Madre mía, qué moderno”... y han pasado años... pero hay una especie de desechar lo pasado que no le está haciendo ningún bien al teatro, por eso me alegró tanto la noticia que salió hace unos días en el periódico, en la que decía que el Centro de Documentación Teatral había encontrado unos archivos sonoros y audiovisuales impresionantes que los han editado en CD-rom y que saldrá en breve, desde los años sesenta en adelante... para que vayamos aprendiendo todos de nuestros ancestros, que son la base, como otros lo fueron de ellos y nosotros lo seremos de las generaciones futuras... que ésa es otra... nos faltan muchos referentes... no hay ahora mismo grandes referentes... está todo muy disperso...

Pregunta: Me parece interesante lo que dices, sobre todo porque con relación a la obra con la que se retira Juan José Otegui y debuta Amaia Salamanca, “La Marquesa de O”, yo me preguntaba si los jóvenes que comienzan están recogiendo aquello que dejan los que se retiran...

Jacobo Dicenta: Si te hablo por mí, yo sí intento recoger aquello que dejan los que se van... a mí me da una enorme tristeza que Juanjo anuncie su retirada, entiendo que un actor, cualquier persona, diga “hasta aquí he llegado”... siempre te da como... “No te vayas aún, es pronto...”... Concha Velasco, otra que anuncia su retirada ¿por qué?... me acuerdo cuando Fernando Fernán-Gómez, decidió dejar de hacer teatro, él tendría sus razones, quiso hacer sólo cine y no quiso volver a pisar las tablas... y piensas ¿por qué?... es pura cuestión egoísta ¿eh?... por qué no tengo yo derecho a ver a Fernán-Gómez sobre los escenarios, aunque yo sí lo vi... me acuerdo que cuando era muy pequeño, mi padre me llevó a ver “Un enemigo del pueblo”... en el desaparecido Teatro Espronceda... impresionante... ver a Fernán-Gómez sobre las tablas... uno de mis grandes referentes... Otro de mis grandes maestros y a quien admiro muchísimo y quiero muchísimo es Pepe Sacristán... Eso... yo veo Estudios 1, veo a Bódalo, a Rodero... y son actuaciones tan modernas... ahora con el tan manido tema del método... del no método... en aquella época esos señores ni sabían qué era el método... y te hacen unas interpretaciones... porque lo de Bódalo, Rodero... no tiene nombre... aquello es de sentarte en una butaca y quedarte completamente extasiado... Hay una anécdota de Bódalo, no recuerdo con qué director, en la que éste le empezaba a contar que debía recordar, pensar en no sé qué... y él respondió “O sea, hago una pausa y sigo”... y fíjate qué pausas hacía Bódalo y cómo continuaba después de esas pausas... ellos no entendían de métodos ni de nada, ellos entendían de salir ahí... y ... como me dijo una vez Pedro Mari Sánchez, cuando yo empezaba, una vez que le pregunté “¿Esto como se hace?”, él me dijo, lee el texto y actúa en consecuencia... tan sencillo y tan difícil como eso...

Pregunta: Sí... es cierto... y lo que comentas de Bódalo... todo eso, mientras según cuentan las malas lenguas escuchaba los partidos de fútbol con un pinganillo en la oreja...

Jacobo Dicenta: Sí eso dicen las malas lenguas, que las famosas pausas de Bódalo, era porque estaba esperando que tirasen un penalti... pero, si eso es verdad, bendito sea... yo oigo los partidos, pero en el camerino, sobre el escenario, no. Creo que Bódalo tampoco... creo que eso no era verdad, pero sí es probable que lo mantuvieran informado en la función como a mí... en esta todavía no ha pasado, pero a veces pido que me mantengan informado... porque además pasa una cosa, el Madrid empieza a jugar bien cuando estoy trabajando y no puedo verlo... hemos estado jugando fatal, y el otro día le mete seis goles al zaragoza y nosotros haciendo la función... es broma... bueno, no lo es... (risas)

Pregunta: Has comentado que tu padre en el verso era el número uno, y hace algunos años te comentaron que cada vez te parecías más a él... supongo que será un auténtico orgullo para ti...

Jacobo Dicenta: Sí, me sigue produciendo mucho orgullo, cada vez me parezco más... y no es algo estudiado, pero es cierto que de repente estoy sobre el escenario y suelto una tirada de verso y hago una pausa y sigo... y pienso “Dios, cómo me ha sonado a mi padre”... lo hago inconscientemente, supongo que son los genes, está ahí... y estoy muy orgulloso... el otro día leí una crítica que decía eso mismo, que tanto en físico como en voz, me voy acercando cada vez más... y es lo más bonito que me pueden decir...

Pregunta: Teatro clásico, comedia, y no podemos olvidar los musicales, un estilo teatral que también te ha dado muchas alegrías...

Jacobo Dicenta: Por suerte nací con buen oído, con buena voz, con buen sentido del ritmo... y... hombre un musical, exige muchas horas de trabajo... lo que ocurre es que me lo paso tan bien... que realmente no sé si me resulta complicado o no... yo creo que no, me da tanto esto, que la dificultad no la noto... cuando hay algo que se me cruza, lo único que digo es “venga, a luchar para que esto vaya hacia delante” pero en esa pelea me lo paso bomba... por ejemplo, con “Mortadelo y Filemón” hace dos años o así, yo sólo sabía bailar claqué y me hice un máster en diversos estilos de baile, era una función de tres horas en las que no paraba, fueron duros los ensayos, muchas horas, mucho baile, lesiones de por medio, agujetas... pero, qué gusto salir ahí, ponerte a bailar y a cantar, hacer disfrutar a la gente... y además que tu cuerpo responda a todo ello... y ahora haciendo comedia... a un ritmo descerebrado y pasándolo bomba, para que al público le pase lo mismo...

Pregunta: También comentabas que una de las cosas importantes es creer en lo que haces ¿Hoy en día es fácil encontrar algo, algún proyecto, en el que creer?

Jacobo Dicenta: ¿Dentro del teatro o en la vida en general?

Pregunta: Ya que me lo preguntas, en los dos ámbitos...


Jacobo Dicenta: Dentro del teatro, cuando me sumo a un proyecto, voy a muerte. Creo en él ciegamente y en el director, y en la propuesta... también he tenido la suerte de que todo lo que he hecho ha sido fantástico... he tenido la suerte de no tener que coger una función por necesidad... a ver, las he cogido todas por necesidad, porque en mi mesa no hay cinco proyectos y digo “hala a ver cuál elijo”... las cosas han venido paulatinamente pero todas esas cosas que han venido, de todas estoy muy orgulloso y ninguna quitaría del currículum... He tenido suerte, todo me ha gustado. Fuera del teatro, creer en proyectos... no sé, ahora que hablamos de la crisis y tal, yo sigo todavía dándole un voto de confianza a nuestro presidente, pero debe ponerse las pilas... y le salgan bien las cosas porque la situación está al límite y hay mucho que currar, tiene que lidiar con muchas cosas también... también le diría a la oposición que hiciese una oposición sana, saludable, que no la está haciendo... y al presidente que se ponga las pilas... porque aún tiene mi confianza...pero tiene que trabajar, tiene que sacarnos de esto...

Pregunta: ¿En qué aventuras teatrales te gustaría participar tras “Angelina o el honor de un brigadier?


Jacobo Dicenta: Cuando me muera me gustaría saber que he vivido toda la vida de esto... eso, nada más y nada menos... que me he dedicado a lo que más he querido y que he resistido...

Pregunta: Eso me recuerda a “La Gaviota” de Chejov...


Jacobo Dicenta: Con amigos lo comentamos a veces. Este es un oficio de supervivientes, de héroes... entonces, evidentemente cuando empiezas, tienes unos sueños, sueños de grandeza, que está bien que no se pierda, pero hay que pisar el suelo, y hay papeles que quiero hacer y el tiempo dirá si puedo hacerlos o no... pero lo más importante es que cuando seas viejecito y estés a punto de tal... eches la vista atrás y digas... “he vivido toda mi vida de esto... lo he conseguido.” Ése es el objetivo.

Sofía Basalo.

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