Premio Nacional de Teatro 1998. Actor de teatro por destino y convicción, aunque intervendrá en la próxima película de José Luis Garci. Cree que la vida del actor es corta y siempre hay personajes que se quedan en el camino, como sueños no cumplidos, si bien, la realidad de otros pueda ser más bella. Manuel Galiana, desde el 28 de mayo vive en la piel de Primo Levi. Ese día se estrenaba oficialmente, en el Teatro Juan Bravo de Segovia. Junto a Víctor Valverde y bajo las órdenes de Mercedes Lezcano, nos acerca la reflexión de este escritor italiano, judío y víctima del holocausto nazi. No hay rencor, en este camino, a través de la palabra. Hay reflexión, hay diálogo, hay razonamiento y, sobre todo, inteligencia. Manuel Galiana ha manifestado que éste es uno de los personajes más intensos que ha encarnado, afirmó que tras el ensayo general quedó dañado emocionalmente... es éste uno de los personajes que duelen y también, que más satisfacen. Pudimos charlar con este hombre tranquilo, afable y buen conversador. Éste fue el resultado:
Pregunta: Primo Levi es uno de los personajes más intensos con los que se ha encontrado a lo largo de su carrera y supongo que el viaje que cada tarde ha de hacer hacia el alma de este escritor es apasionante y a un tiempo doloroso, ¿verdad?
Manuel Galiana: Efectivamente, así es. Meterse en la experiencia que tuvo Primo Levi es muy doloroso, aunque también la vivo con alegría, porque sé que el esfuerzo que hemos realizado para llevar a cabo este espectáculo está teniendo la aceptación del público y hemos recibido muchos elogios, por el trabajo. Nosotros al hacer este montaje queríamos hacer algo útil y vemos que sí, que realmente lo estamos haciendo... Que nuestro esfuerzo no se ha quedado ahí, en el aire, sino que cada tarde es recogido con grandes aplausos y ovaciones y, sobre todo, el público se siente conmovido por lo que hay allí... Ésa es una de las cosas que más me ha llamado la atención, porque creo que este espectáculo es bastante singular; aunque contamos hechos de la historia que, como es tan reciente, todos conocemos y hemos leído y hemos visto, de pronto eso, sacado de ese medio cotidiano, como puede ser la televisión y esas cosas donde todo se va haciendo más o menos habitual... Eso puesto encima de un escenario adquiere una contundencia que no la adquiere en otro medio... Mi responsabilidad era transmitir la vivencia de este hombre, que ha sido un contemporáneo nuestro, y de momento estoy muy contento con el resultado.
Pregunta: Primo Levi, afirma ser ateo, no cree en Dios y tampoco cree en el perdón. Lo que intenta durante toda su vida es Comprender lo que pasó. ¿Tal vez ése es el único camino para su liberación moral, para la liberación de una persona que se siente culpable por haber sobrevivido?
Manuel Galiana: Yo no sé hasta qué punto se siente culpable... Aunque lo dice... Y también dice que no cree en Dios, pero se nota en él un comportamiento ético que realmente lo lleva hacia otras posiciones, y entonces, vemos que no cree en Dios, pero lo busca y quisiera creer...Lo que pasa es que no es capaz de pensar que Dios pueda permitir esa barbaridad del hombre; y nos olvidamos que en principio somos unos seres libres, capaces de todo, no tenemos porqué achacarle siempre la culpa de lo que nos pasa a Dios. Nosotros, según nos dicen, hemos nacido libres y es nuestra responsabilidad hacer el bien y hacer el mal y desde siempre, la historia de la humanidad es una pugna entre el bien y el mal... Desde Caín y Abel, nos estamos matando los unos a los otros... Y es ese terror, esa visión, esa lucidez, de Primo Levi, ante la naturaleza humana... Pienso yo, lo que en un momento de desengaño, de cansancio, puede llevarlo al suicidio.
Pregunta: Quizá entonces, aunque en esa conversación se indaga sobre las culpas... La mayor culpa, no sé si la única, es que el ser humano todavía no ha aprendido o no quiere asumir su parte de responsabilidad.
Manuel Galiana: Claro, seguimos exactamente igual. Israel es un pueblo que sufrió mucho, y de pronto, ese mismo país intenta crear un Estado, masacrando a otro pueblo que está ahí al lado ¿verdad? Eso para un hombre que ha sufrido, precisamente, tanta violencia en esa experiencia de Austwich, resultaba intolerable... Todos, absolutamente todos, tenemos culpa en el daño. Hay un daño universal y en eso estamos todos; aunque no todos estemos, de un modo directo, haciendo el mal, alguna vez somos cómplices de todos los males que pasan en la tierra.
Pregunta: También se pregunta Primo Levi por qué ese pueblo alemán que si no sabía lo que pasaba, sí lo intuía, no hizo nada...
Manuel Galiana: Claro, él trata de justificarlo por el terror que suponía el régimen nazi... Entonces la gente iba aceptando, se iba acomodando a situaciones y se dice: “Bueno, si no me entero, mientras, yo voy viviendo” Y así es, muchas veces volvemos la vista siempre hacia otras catástrofes, y también en este momento, están ocurriendo catástrofes todos los días, cantidad de gente muere de hambre, comida por las moscas en África y la gente continuamos exactamente igual.
Pregunta: Sí, nos resulta muy lejano, ¿no?
Manuel Galiana: Sí, efectivamente.
Pregunta: “Conversación con Primo Levi” nos coloca, como bien ha dicho, ante uno de los episodios más negros de la historia. Y un poco como hizo Levi, en sus libros, “no morir en silencio, para que el mundo supiese lo que el hombre es capaz de hacer”, es lo que están haciendo ustedes, demostrar que el mundo, la sociedad, la nuestra, en este caso, quiere saber ¿no es cierto?
Manuel Galiana: No lo sé, la verdad... A veces tengo la sensación de que no quiere saber. De que realmente no quiere saber, a menudo oyes algo así como “No me cuentes más penas, que ya tengo muchas en casa” ¿no? La gente no quiere darse cuenta realmente de las cosas terribles que tenemos en el mundo, hay como una necesidad de huir de todo eso y yo digo que, de vez en cuando, un poquito de frivolidad puede estar bien... Pero hay que acercarse un poco al mundo, tener conciencia un poquito de lo que estamos haciendo, no echar la vista atrás y mirar para otro sitio, sino ver lo que tenemos aquí delante, lo que nos está rodeando, no es algo que ha pasado hace siglos... Es que lo estamos viviendo ahora.
Pregunta: Sí, también lo decía Primo Levi: “Si comprender es imposible, conocer es necesario”
Manuel Galiana: Absolutamente, el conocimiento es necesario; hablamos de armas de destrucción masiva... Pero no nos damos cuenta de que el hambre es el arma más potente que hay en este momento. Es un arma letal, silenciosa, que no estalla, ni hace estruendos, ni levanta unas nubes espantosas... Pero va matando, matando a millones de seres humanos todos los días y ahí está; y hay enfermedades, epidemias... Y eso parece que no importa, no se hace nada para frenar eso; los científicos nos hablan de la destrucción del mundo, donde lo estamos llevando con los avances tecnológicos, pero están continuando... Es igual, ¿no? Nadie hace caso. Las naciones dicen “Hay que poner estas normas para que se deje de contaminar la atmósfera” y algún que otro estado, dice “pues yo no lo hago, a mí me es igual, la contamino” No hay que hacer bombas atómicas, y otro país, pues decide hacerlas porque le apetece... Y así andamos.
Pregunta: ¿Qué puede ser más doloroso, la naturaleza incurable de la ofensa cometida o el horror de descubrir cómo las víctimas son ahora los verdugos?
Manuel Galiana: Yo creo que a Primo Levi, le duele la mezcla de esas dos cosas. Esa ofensa, esa humillación, esa juventud perdida, ese dolor es todo lo que ha tenido, y no se lo va a quitar nadie... Y todo eso lo ha visto en el campo de concentración. Pero además, con el paso del tiempo, va a descubrir que toda esa barbarie no ha servido para que la humanidad tenga otros ejemplos y funcione de otra manera, más racional con sus semejantes, sino que de pronto, verá que todo el sacrificio, todo el dolor no ha servido para nada, y ahora “mi” mismo pueblo, será capaz de hacer las mismas torturas y matar exactamente igual que lo hicieron antes “conmigo”... Eso es muy doloroso, claro... Muy doloroso.
Pregunta: No sé si uno de los mayores valores de Primo Levi es, en su recuerdo, en su evocación o en su análisis, la ausencia de rencor, a pesar de esa naturaleza incurable.
Manuel Galiana: Sí; Me imagino que en su interior guarda eso, pero, también piensa que ha sido así porque los hombres somos así y lo único que quiere es entender porqué han hecho esto. No son los hombres, son las ideas políticas, las que pueden llevarnos a una locura colectiva, como en este caso de la Alemania Nazi. Él dice, “No, el pueblo alemán, no era así” De pronto aparece un grupo con una ideología, en este caso, ideología nazi, y es capaz de convertir a toda la nación en una locura... Nos advierte sobre lo alerta que hemos de estar ante ciertas actitudes políticas, debemos estar muy vigilantes ante lo que... Nos pueden enrolar en una serie de cosas, que nos pueden llevar a una catástrofe... Y esas son cosas que se cuentan ahí, de ese período de la historia del siglo XX, pero es que seguimos todavía con eso... Y las ideas nacionalistas agresivas, están presentes en todos los sitios; nosotros aquí, en nuestro país, también las tenemos... No tenemos que ir muy lejos, ¿no? Y en nuestra propia sociedad estamos viendo ciertas actitudes y, como él denuncia en Israel, hay una cierta actitud fascistoide que subyace de manera larvada y ahí está, claro, y lo estamos viendo aquí, nosotros mismos...
Pregunta: Este es un montaje donde prima la palabra, pero va muy bien conjuntada con la imagen. Quizá esas proyecciones le dan a esa palabra más cuerpo, más entidad, no sé si más dramatismo, pero sí más intensidad en su realismo y crudeza, sobre todo cuando en un momento, vemos en esas imágenes, las pertenencias de alguien llamado “Levi” ¿no?
Manuel Galiana: Sí, aparece una maleta con su nombre... Quizá no sería de él, pero bueno, era alguien que se llamaba como él ¿verdad? Para mí, esas imágenes tienen un valor Brechtiano dentro de este montaje, que yo sitúo entre unas jornadas de Peter Brook y de Brecht. Es un escenario que aparece vacío, no hay nada... Por eso esta obra, no es una obra de teatro, es, lo que yo llamaría, un hecho teatral, donde aparece... Primero, no es un texto de ficción, sino que esas palabras han sido dichas realmente por dos señores que sostuvieron, en su día, esa conversación y lo que ahí se ofrece es una esencia del teatro: La Palabra desnuda y la pasión del actor, sin más. Esas proyecciones aparecen como en los carteles de la obra Brechtiana, eso aparece pero no hay un comentario sobre ellas; es el espectador el que saca sus propias consecuencias de las imágenes que ve, no hay un comentario sobre eso. Es como si le dijésemos: “Mire, esto ha ocurrido, entre los seres humanos. El ser humano ha sido capaz de hacer esto, esto y esto...” Y no hay más. Y Primo Levi relata su experiencia y lo que él siente y cree.
Pregunta: Quizá una propuesta arriesgada en el momento en el que, como apuntabas anteriormente, la gente no quiere saber y tal vez, tampoco quiera escuchar para saber.
Manuel Galiana: Tengo la sensación de que la aparición de esta obra, en el panorama teatral del momento, ha sido como una sorpresa y, como tal, inesperada. ¿Quién se atreve a montar un espectáculo así? Es algo que se escapa de todo lo que se está haciendo actualmente ¿no? Y ha creado un poco de sorpresa, pero las experiencias que hemos tenido son muy favorables para nosotros y yo, creo que es un montaje que debería exhibirse por más sitios; creo que no hay que tener miedo, hay que ver las cosas y la historia con cierta perspectiva y sobre todo, con cierta serenidad y reflexión. Este texto nos ofrece una reflexión sobre el mundo contemporáneo y creo que es algo que debe ir por ahí, la gente no debe asustarse de ver, de pronto, un espectáculo que tiene unas características políticas, que nos enfrentan a los espectáculos comunes, sobre todo porque es el testimonio de alguien de nuestro tiempo, hablando de un problema nuestro, que lo tenemos aquí, presente todos los días.
Pregunta: Hablando de teatro. Manuel Galiana es profesor de actores y futuros actores, desde esta posición y desde su experiencia como, propiamente actor, ¿Cómo ve que ha evolucionado el teatro, el mismo actor, qué los diferencia del de hace algún tiempo, qué ha perdido en ese camino, qué ha ganado...?
Manuel Galiana: (risas) Ha perdido muchas cosas, pero también ha ganado, ha ganado otras ¿no? Yo creo que ha perdido el tipo de organización teatral que teníamos antes que, a pesar de las penurias y de lo mal que estaban los teatros, se permitía que el actor tuviera una trayectoria más seguida, un actor, entonces entraba en una compañía, y esa compañía montaba una obra que era un éxito y podía pasarse un año y dos años recorriendo todo el país, ahora la infraestructura del teatro, de la organización teatral es lo que ha variado y, creo, que en perjuicio del teatro. Hemos ganado y tenemos unos locales maravillosos, tenemos una cadena de teatros por todo el país, realmente, fenomenal, pero esos teatros son públicos, a parte de teatro se hacen, en ellos, otros espectáculos, no se hace teatro todos los días, de manera que a las compañías se les reservan para el teatro un día o dos al mes y eso hace que estas compañías no puedan tener ahora una gira completa, después, como son teatros municipales, los pagos no se realizan en el momento en el que has realizado la actuación, y se ha de esperar dos o tres meses para poder cobrar lo que se haya ajustado con ese teatro; también se depende del gusto y la voluntad y el presupuesto de cada uno de esos teatros... Es una lástima, porque debería haber una política nacional, puede sonar esto un poco raro, de teatro y que los buenos espectáculos girasen por todo el país, porque se hace mucho teatro, quizá puedan producirse dos mil espectáculos al año, es una barbaridad cuánta gente se dedica al teatro, al calor de las subvenciones, y eso provoca que haya mucho malo, pero también aparecen cosas buenas... Yo creo que esas cosas buenas que surgen deberían tener una prioridad de exhibición y pasearse por todos los teatros... Los espectáculos de tamaño pequeño, en teatros pequeños, lo más grandes, pues a los grandes. Pero se podría levantar el teatro... Bueno, no es que esté muy caído, la verdad es que la gente asiste y siempre que se hacen giras por Madrid, por ejemplo, hay obras que aguantan dos y tres temporadas. El teatro está en un buen momento, con respecto a los espectadores... Y las giras son buenas, pero no se pueden hacer de una forma continuada, a veces se ha de hacer de una forma precaria porque, ya te digo no se responde económicamente a lo que se necesita y... Tiene esa serie de inconvenientes... Porque a lo mejor montas un espectáculo y haces veinte funciones y no puedes hacer más porque no te lo contrata nadie... Uno lo ofrece a toda la red de teatros de España, pero de pronto, alguien decide que ese espectáculo no lo va a ver nadie... Y nadie te contrata y ya puede ser el espectáculo buenísimo que no lo ve nadie... Se queda ahí... Y esa es una responsabilidad que la hemos repartido entre todos los programadores de los teatros de España, ya no es una responsabilidad determinada de nadie, ¿verdad? Si no que son ellos, quienes tienen en sus manos esa posibilidad de que los espectáculos se vean o no se vean.
Pregunta: Si, es un sacrificio, un riesgo que merece la pena ¿no?
Manuel Galiana: Sí, uno ha de trabajar en lo que cree, ha de hacer lo que cree. Yo sigo creyendo que el teatro cumple una función social y hay que mantenerlo... Y yo, particularmente, he aceptado ese destino y quiero seguir haciendo un teatro que suponga algo, que diga algo, que sea importante socialmente, que sea un teatro útil, por supuesto. Y seguiré haciéndolo mientras pueda. Unas veces con mayor fortuna, otras con menos, pero eso ya no está en mi mano. En mi mano está hacerlo lo mejor posible y hacer textos que yo crea que son interesantes para el resto de la sociedad. Que pueda o no mostrarse... Está fuera de mi voluntad.
Pregunta: ¿Qué le falta por hacer, qué papel le resta por interpretar a Manuel Galiana, qué le falta aún por contarnos desde un escenario, si es que lo hay?
Manuel Galiana: Yo creo que ya está hecho (risas) El trabajo ya está hecho y los personajes que quería hacer ya se han quedado en el camino, no los he podido hacer; de los que yo quería hacer sólo dos me fueron ofrecidos que fue el Dionisio de “Tres sombreros de Copa” y Cyrano de Bergerac. Los demás eran personajes en los que yo no había pensado, pero cuando los tuve en mi mano, vi que quizá eran mejores que los que yo había soñado, pero siempre se quedan personajes en el tintero. La vida es muy corta, para un actor, para poder hacer todo lo que quiere... Y siempre se quedan cosas ahí... Ahora, siempre estás a la expectativa de ver cual es el siguiente proyecto, otro proyecto que te ilusione y que creas que merezca la pena, para ponerte a trabajar en ello.
Pregunta: ¿Cuál es el siguiente proyecto que tiene en mente Manuel Galiana?
Manuel Galiana: Lo próximo será una intervención en la nueva película de José Luis Garci y en cuanto al teatro, lo que quiero es que “Conversación con Primo Levi” pueda tener una vida más larga que no se quede aquí, que sea un espectáculo que la gente pueda verlo, porque creo que merece la pena, de verdad.
Con este deseo, esta petición, concluía nuestra charla con uno de los grandes actores de nuestro país. El teatro debe conservar su función social... No lo debemos olvidar, por mucho que, a veces, pueda escocer.
Sofía Basalo.
Pregunta: Primo Levi es uno de los personajes más intensos con los que se ha encontrado a lo largo de su carrera y supongo que el viaje que cada tarde ha de hacer hacia el alma de este escritor es apasionante y a un tiempo doloroso, ¿verdad?
Manuel Galiana: Efectivamente, así es. Meterse en la experiencia que tuvo Primo Levi es muy doloroso, aunque también la vivo con alegría, porque sé que el esfuerzo que hemos realizado para llevar a cabo este espectáculo está teniendo la aceptación del público y hemos recibido muchos elogios, por el trabajo. Nosotros al hacer este montaje queríamos hacer algo útil y vemos que sí, que realmente lo estamos haciendo... Que nuestro esfuerzo no se ha quedado ahí, en el aire, sino que cada tarde es recogido con grandes aplausos y ovaciones y, sobre todo, el público se siente conmovido por lo que hay allí... Ésa es una de las cosas que más me ha llamado la atención, porque creo que este espectáculo es bastante singular; aunque contamos hechos de la historia que, como es tan reciente, todos conocemos y hemos leído y hemos visto, de pronto eso, sacado de ese medio cotidiano, como puede ser la televisión y esas cosas donde todo se va haciendo más o menos habitual... Eso puesto encima de un escenario adquiere una contundencia que no la adquiere en otro medio... Mi responsabilidad era transmitir la vivencia de este hombre, que ha sido un contemporáneo nuestro, y de momento estoy muy contento con el resultado.
Pregunta: Primo Levi, afirma ser ateo, no cree en Dios y tampoco cree en el perdón. Lo que intenta durante toda su vida es Comprender lo que pasó. ¿Tal vez ése es el único camino para su liberación moral, para la liberación de una persona que se siente culpable por haber sobrevivido?
Manuel Galiana: Yo no sé hasta qué punto se siente culpable... Aunque lo dice... Y también dice que no cree en Dios, pero se nota en él un comportamiento ético que realmente lo lleva hacia otras posiciones, y entonces, vemos que no cree en Dios, pero lo busca y quisiera creer...Lo que pasa es que no es capaz de pensar que Dios pueda permitir esa barbaridad del hombre; y nos olvidamos que en principio somos unos seres libres, capaces de todo, no tenemos porqué achacarle siempre la culpa de lo que nos pasa a Dios. Nosotros, según nos dicen, hemos nacido libres y es nuestra responsabilidad hacer el bien y hacer el mal y desde siempre, la historia de la humanidad es una pugna entre el bien y el mal... Desde Caín y Abel, nos estamos matando los unos a los otros... Y es ese terror, esa visión, esa lucidez, de Primo Levi, ante la naturaleza humana... Pienso yo, lo que en un momento de desengaño, de cansancio, puede llevarlo al suicidio.
Pregunta: Quizá entonces, aunque en esa conversación se indaga sobre las culpas... La mayor culpa, no sé si la única, es que el ser humano todavía no ha aprendido o no quiere asumir su parte de responsabilidad.
Manuel Galiana: Claro, seguimos exactamente igual. Israel es un pueblo que sufrió mucho, y de pronto, ese mismo país intenta crear un Estado, masacrando a otro pueblo que está ahí al lado ¿verdad? Eso para un hombre que ha sufrido, precisamente, tanta violencia en esa experiencia de Austwich, resultaba intolerable... Todos, absolutamente todos, tenemos culpa en el daño. Hay un daño universal y en eso estamos todos; aunque no todos estemos, de un modo directo, haciendo el mal, alguna vez somos cómplices de todos los males que pasan en la tierra.
Pregunta: También se pregunta Primo Levi por qué ese pueblo alemán que si no sabía lo que pasaba, sí lo intuía, no hizo nada...
Manuel Galiana: Claro, él trata de justificarlo por el terror que suponía el régimen nazi... Entonces la gente iba aceptando, se iba acomodando a situaciones y se dice: “Bueno, si no me entero, mientras, yo voy viviendo” Y así es, muchas veces volvemos la vista siempre hacia otras catástrofes, y también en este momento, están ocurriendo catástrofes todos los días, cantidad de gente muere de hambre, comida por las moscas en África y la gente continuamos exactamente igual.
Pregunta: Sí, nos resulta muy lejano, ¿no?
Manuel Galiana: Sí, efectivamente.
Pregunta: “Conversación con Primo Levi” nos coloca, como bien ha dicho, ante uno de los episodios más negros de la historia. Y un poco como hizo Levi, en sus libros, “no morir en silencio, para que el mundo supiese lo que el hombre es capaz de hacer”, es lo que están haciendo ustedes, demostrar que el mundo, la sociedad, la nuestra, en este caso, quiere saber ¿no es cierto?
Manuel Galiana: No lo sé, la verdad... A veces tengo la sensación de que no quiere saber. De que realmente no quiere saber, a menudo oyes algo así como “No me cuentes más penas, que ya tengo muchas en casa” ¿no? La gente no quiere darse cuenta realmente de las cosas terribles que tenemos en el mundo, hay como una necesidad de huir de todo eso y yo digo que, de vez en cuando, un poquito de frivolidad puede estar bien... Pero hay que acercarse un poco al mundo, tener conciencia un poquito de lo que estamos haciendo, no echar la vista atrás y mirar para otro sitio, sino ver lo que tenemos aquí delante, lo que nos está rodeando, no es algo que ha pasado hace siglos... Es que lo estamos viviendo ahora.
Pregunta: Sí, también lo decía Primo Levi: “Si comprender es imposible, conocer es necesario”
Manuel Galiana: Absolutamente, el conocimiento es necesario; hablamos de armas de destrucción masiva... Pero no nos damos cuenta de que el hambre es el arma más potente que hay en este momento. Es un arma letal, silenciosa, que no estalla, ni hace estruendos, ni levanta unas nubes espantosas... Pero va matando, matando a millones de seres humanos todos los días y ahí está; y hay enfermedades, epidemias... Y eso parece que no importa, no se hace nada para frenar eso; los científicos nos hablan de la destrucción del mundo, donde lo estamos llevando con los avances tecnológicos, pero están continuando... Es igual, ¿no? Nadie hace caso. Las naciones dicen “Hay que poner estas normas para que se deje de contaminar la atmósfera” y algún que otro estado, dice “pues yo no lo hago, a mí me es igual, la contamino” No hay que hacer bombas atómicas, y otro país, pues decide hacerlas porque le apetece... Y así andamos.
Pregunta: ¿Qué puede ser más doloroso, la naturaleza incurable de la ofensa cometida o el horror de descubrir cómo las víctimas son ahora los verdugos?
Manuel Galiana: Yo creo que a Primo Levi, le duele la mezcla de esas dos cosas. Esa ofensa, esa humillación, esa juventud perdida, ese dolor es todo lo que ha tenido, y no se lo va a quitar nadie... Y todo eso lo ha visto en el campo de concentración. Pero además, con el paso del tiempo, va a descubrir que toda esa barbarie no ha servido para que la humanidad tenga otros ejemplos y funcione de otra manera, más racional con sus semejantes, sino que de pronto, verá que todo el sacrificio, todo el dolor no ha servido para nada, y ahora “mi” mismo pueblo, será capaz de hacer las mismas torturas y matar exactamente igual que lo hicieron antes “conmigo”... Eso es muy doloroso, claro... Muy doloroso.
Pregunta: No sé si uno de los mayores valores de Primo Levi es, en su recuerdo, en su evocación o en su análisis, la ausencia de rencor, a pesar de esa naturaleza incurable.
Manuel Galiana: Sí; Me imagino que en su interior guarda eso, pero, también piensa que ha sido así porque los hombres somos así y lo único que quiere es entender porqué han hecho esto. No son los hombres, son las ideas políticas, las que pueden llevarnos a una locura colectiva, como en este caso de la Alemania Nazi. Él dice, “No, el pueblo alemán, no era así” De pronto aparece un grupo con una ideología, en este caso, ideología nazi, y es capaz de convertir a toda la nación en una locura... Nos advierte sobre lo alerta que hemos de estar ante ciertas actitudes políticas, debemos estar muy vigilantes ante lo que... Nos pueden enrolar en una serie de cosas, que nos pueden llevar a una catástrofe... Y esas son cosas que se cuentan ahí, de ese período de la historia del siglo XX, pero es que seguimos todavía con eso... Y las ideas nacionalistas agresivas, están presentes en todos los sitios; nosotros aquí, en nuestro país, también las tenemos... No tenemos que ir muy lejos, ¿no? Y en nuestra propia sociedad estamos viendo ciertas actitudes y, como él denuncia en Israel, hay una cierta actitud fascistoide que subyace de manera larvada y ahí está, claro, y lo estamos viendo aquí, nosotros mismos...
Pregunta: Este es un montaje donde prima la palabra, pero va muy bien conjuntada con la imagen. Quizá esas proyecciones le dan a esa palabra más cuerpo, más entidad, no sé si más dramatismo, pero sí más intensidad en su realismo y crudeza, sobre todo cuando en un momento, vemos en esas imágenes, las pertenencias de alguien llamado “Levi” ¿no?
Manuel Galiana: Sí, aparece una maleta con su nombre... Quizá no sería de él, pero bueno, era alguien que se llamaba como él ¿verdad? Para mí, esas imágenes tienen un valor Brechtiano dentro de este montaje, que yo sitúo entre unas jornadas de Peter Brook y de Brecht. Es un escenario que aparece vacío, no hay nada... Por eso esta obra, no es una obra de teatro, es, lo que yo llamaría, un hecho teatral, donde aparece... Primero, no es un texto de ficción, sino que esas palabras han sido dichas realmente por dos señores que sostuvieron, en su día, esa conversación y lo que ahí se ofrece es una esencia del teatro: La Palabra desnuda y la pasión del actor, sin más. Esas proyecciones aparecen como en los carteles de la obra Brechtiana, eso aparece pero no hay un comentario sobre ellas; es el espectador el que saca sus propias consecuencias de las imágenes que ve, no hay un comentario sobre eso. Es como si le dijésemos: “Mire, esto ha ocurrido, entre los seres humanos. El ser humano ha sido capaz de hacer esto, esto y esto...” Y no hay más. Y Primo Levi relata su experiencia y lo que él siente y cree.
Pregunta: Quizá una propuesta arriesgada en el momento en el que, como apuntabas anteriormente, la gente no quiere saber y tal vez, tampoco quiera escuchar para saber.
Manuel Galiana: Tengo la sensación de que la aparición de esta obra, en el panorama teatral del momento, ha sido como una sorpresa y, como tal, inesperada. ¿Quién se atreve a montar un espectáculo así? Es algo que se escapa de todo lo que se está haciendo actualmente ¿no? Y ha creado un poco de sorpresa, pero las experiencias que hemos tenido son muy favorables para nosotros y yo, creo que es un montaje que debería exhibirse por más sitios; creo que no hay que tener miedo, hay que ver las cosas y la historia con cierta perspectiva y sobre todo, con cierta serenidad y reflexión. Este texto nos ofrece una reflexión sobre el mundo contemporáneo y creo que es algo que debe ir por ahí, la gente no debe asustarse de ver, de pronto, un espectáculo que tiene unas características políticas, que nos enfrentan a los espectáculos comunes, sobre todo porque es el testimonio de alguien de nuestro tiempo, hablando de un problema nuestro, que lo tenemos aquí, presente todos los días.
Pregunta: Hablando de teatro. Manuel Galiana es profesor de actores y futuros actores, desde esta posición y desde su experiencia como, propiamente actor, ¿Cómo ve que ha evolucionado el teatro, el mismo actor, qué los diferencia del de hace algún tiempo, qué ha perdido en ese camino, qué ha ganado...?
Manuel Galiana: (risas) Ha perdido muchas cosas, pero también ha ganado, ha ganado otras ¿no? Yo creo que ha perdido el tipo de organización teatral que teníamos antes que, a pesar de las penurias y de lo mal que estaban los teatros, se permitía que el actor tuviera una trayectoria más seguida, un actor, entonces entraba en una compañía, y esa compañía montaba una obra que era un éxito y podía pasarse un año y dos años recorriendo todo el país, ahora la infraestructura del teatro, de la organización teatral es lo que ha variado y, creo, que en perjuicio del teatro. Hemos ganado y tenemos unos locales maravillosos, tenemos una cadena de teatros por todo el país, realmente, fenomenal, pero esos teatros son públicos, a parte de teatro se hacen, en ellos, otros espectáculos, no se hace teatro todos los días, de manera que a las compañías se les reservan para el teatro un día o dos al mes y eso hace que estas compañías no puedan tener ahora una gira completa, después, como son teatros municipales, los pagos no se realizan en el momento en el que has realizado la actuación, y se ha de esperar dos o tres meses para poder cobrar lo que se haya ajustado con ese teatro; también se depende del gusto y la voluntad y el presupuesto de cada uno de esos teatros... Es una lástima, porque debería haber una política nacional, puede sonar esto un poco raro, de teatro y que los buenos espectáculos girasen por todo el país, porque se hace mucho teatro, quizá puedan producirse dos mil espectáculos al año, es una barbaridad cuánta gente se dedica al teatro, al calor de las subvenciones, y eso provoca que haya mucho malo, pero también aparecen cosas buenas... Yo creo que esas cosas buenas que surgen deberían tener una prioridad de exhibición y pasearse por todos los teatros... Los espectáculos de tamaño pequeño, en teatros pequeños, lo más grandes, pues a los grandes. Pero se podría levantar el teatro... Bueno, no es que esté muy caído, la verdad es que la gente asiste y siempre que se hacen giras por Madrid, por ejemplo, hay obras que aguantan dos y tres temporadas. El teatro está en un buen momento, con respecto a los espectadores... Y las giras son buenas, pero no se pueden hacer de una forma continuada, a veces se ha de hacer de una forma precaria porque, ya te digo no se responde económicamente a lo que se necesita y... Tiene esa serie de inconvenientes... Porque a lo mejor montas un espectáculo y haces veinte funciones y no puedes hacer más porque no te lo contrata nadie... Uno lo ofrece a toda la red de teatros de España, pero de pronto, alguien decide que ese espectáculo no lo va a ver nadie... Y nadie te contrata y ya puede ser el espectáculo buenísimo que no lo ve nadie... Se queda ahí... Y esa es una responsabilidad que la hemos repartido entre todos los programadores de los teatros de España, ya no es una responsabilidad determinada de nadie, ¿verdad? Si no que son ellos, quienes tienen en sus manos esa posibilidad de que los espectáculos se vean o no se vean.
Pregunta: Si, es un sacrificio, un riesgo que merece la pena ¿no?
Manuel Galiana: Sí, uno ha de trabajar en lo que cree, ha de hacer lo que cree. Yo sigo creyendo que el teatro cumple una función social y hay que mantenerlo... Y yo, particularmente, he aceptado ese destino y quiero seguir haciendo un teatro que suponga algo, que diga algo, que sea importante socialmente, que sea un teatro útil, por supuesto. Y seguiré haciéndolo mientras pueda. Unas veces con mayor fortuna, otras con menos, pero eso ya no está en mi mano. En mi mano está hacerlo lo mejor posible y hacer textos que yo crea que son interesantes para el resto de la sociedad. Que pueda o no mostrarse... Está fuera de mi voluntad.
Pregunta: ¿Qué le falta por hacer, qué papel le resta por interpretar a Manuel Galiana, qué le falta aún por contarnos desde un escenario, si es que lo hay?
Manuel Galiana: Yo creo que ya está hecho (risas) El trabajo ya está hecho y los personajes que quería hacer ya se han quedado en el camino, no los he podido hacer; de los que yo quería hacer sólo dos me fueron ofrecidos que fue el Dionisio de “Tres sombreros de Copa” y Cyrano de Bergerac. Los demás eran personajes en los que yo no había pensado, pero cuando los tuve en mi mano, vi que quizá eran mejores que los que yo había soñado, pero siempre se quedan personajes en el tintero. La vida es muy corta, para un actor, para poder hacer todo lo que quiere... Y siempre se quedan cosas ahí... Ahora, siempre estás a la expectativa de ver cual es el siguiente proyecto, otro proyecto que te ilusione y que creas que merezca la pena, para ponerte a trabajar en ello.
Pregunta: ¿Cuál es el siguiente proyecto que tiene en mente Manuel Galiana?
Manuel Galiana: Lo próximo será una intervención en la nueva película de José Luis Garci y en cuanto al teatro, lo que quiero es que “Conversación con Primo Levi” pueda tener una vida más larga que no se quede aquí, que sea un espectáculo que la gente pueda verlo, porque creo que merece la pena, de verdad.
Con este deseo, esta petición, concluía nuestra charla con uno de los grandes actores de nuestro país. El teatro debe conservar su función social... No lo debemos olvidar, por mucho que, a veces, pueda escocer.
Sofía Basalo.
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