José María Pou es un actor que a lo largo de su carrera ha sabido ganarse el prestigio y el respeto de la crítica y del público. Lleva un año de gira con “La Cabra o ¿Quién es Sylvia?” de Edward Albee, texto que ha lanzado al actor catalán a la aventura de la dirección. Ha conseguido, entre otros, el Premio Nacional de Teatro 2006. Acaba de llegar a Madrid, al Teatro Bellas Artes, para revalidar el favor de un público al que jamás ha defraudado.
PREGUNTA: ¿Quién es Sylvia y qué descubre Martin en sus ojos?
JOSÉ MARÍA POU: No hay que andarse con ambages ni subterfugios, Sylvia es un animal. Sylvia es una cabra. Sylvia es una cabra que es absolutamente inconsciente de la conmoción que ha promovido a su alrededor. Sylvia es una cabra que un día conoce Martin, el protagonista de la obra de teatro en una cuneta, en la carretera, así sin más, se acerca a ella porque nota que la mirada de esa cabra le está llamando la atención, le está reclamando... se acerca a ella y se queda absolutamente fascinado en primer lugar por los ojos de esa cabra y a partir de ahí surge una historia de amor. Una historia de amor que como todas las historias de amor que son reales, auténticas de intercambios de sentimientos y afectos, pues llega un momento en que tienen que materializarse en la relación sexual... y es el objeto de amor y adoración y atracción sexual de Martin, el protagonista... detrás de los ojos de esa cabra... pues nada mejor que las palabras del propio protagonista de la función que en un momento determinado le confiesa a su mujer que en los ojos de esa cabra vio la ingenuidad, la pureza y la inocencia que no ha encontrado nunca en su entorno. No deja de ser una metáfora, un ardid del señor Albee para hablar de la sociedad en la que estamos inmersos, que hay que buscar en los animales, que se supone mucho más puros, más libres que nosotros, esa serie de cualidades que en nosotros han ido, prácticamente, desapareciendo y sustituyéndose por otras muchísimo peores... o de peor calaña ¿no?
PREGUNTA: Sí, ésa era una de las preguntas que le quería hacer... aún no vi la obra pero sí pensaba que quizá algunos de los aspectos que llevan a enamorar a Martin de esa cabra, son esas cualidades que teóricamente nos corresponden como seres humanos y que a lo largo de todo este progreso, esta evolución, hemos ido perdiendo...
JOSÉ MARÍA POU: Exacto... se pueden ver en los ojos de Sylvia o en los ojos de un perro, de un gato o en los ojos de muchos animales mucho más puros y menos contaminados que todos nosotros, por supuesto, que las personas de la sociedad actual... de todas maneras, cuando Martin está diciendo esto para justificar su amor por la cabra, dice también dos cosas; primero que, a pesar de todo, él como hombre racional, consciente e inteligente que es sabe que eso que está practicando es un hecho, de alguna manera, antinatura y condenable, pero que no puede evitarlo... del mismo modo que no puede evitar haberse enamorado de la cabra, porque lo que es el enamoramiento, no el amor pero sí el enamoramiento, es algo absolutamente irracional... y muchas veces, o casi siempre, lo que es el acto del enamoramiento, del flechazo, de la pasión primera, de la atracción, pues es un acto irracional y casi casi me atrevería a decir que casi tan animal como el de los propios animales... muchas veces no hay razones... son imposibles de encontrar... de por qué una persona se enamora locamente de otra en un momento determinado y eso es lo que defiende el arquitecto también; esa capacidad o esa condición totalmente irracional del hecho de enamorarse... y al mismo tiempo, lógicamente, si uno se pone a pensar... al poner en boca del personaje esta definición, de que él encontró en los ojos de la cabra la pureza y la inocencia que no encuentra en su entorno... lo que está diciendo el autor también es, lo que está haciendo es presentar a un protagonista que aunque él cree que hasta ahora vive con una familia feliz, con su mujer y su hijo, en realidad es un hombre que tiene enormes carencias afectivas, que en esa familia se están engañando y que él se ha estado engañando a sí mismo porque lógicamente, esa ingenuidad, esa pureza, esa inocencia tenía que haberlas visto, sino en su mujer, en su hijo y en la gente que lo rodea y lo quiere ¿no? Con lo que si no lo ha visto hasta ahora es porque la gente que lo rodea y lo quiere y forma su núcleo familiar, quizá se están engañando y no son tan felices como creían...
PREGUNTA: También el autor de esta obra ha manifestado que en la misma se abordan los límites de la tolerancia sobre aquello que nos permitimos pensar a nosotros mismos... ¿Podemos salir tras ver esta obra que ya no sólo no somos tolerantes con los demás, con quienes nos rodean, sino que no somos tolerantes, no nos permitimos serlo con nosotros mismos...?
JOSÉ MARÍA POU: Sí por supuesto... pero también, estoy seguro de que se sale de la obra, y sobre todo tras un año de representaciones y más de cien mil espectadores, absolutamente tocado y que nadie puede eludir hacerse precisamente esa pregunta. ¿Cuáles son los límites de mi tolerancia con respecto a mí mismo en primer lugar y con respecto a los otros en segundo lugar? Y también de la obra se sale, no me gusta decir con aprendizaje, habiendo aprendido muchas cosas... pero sí por lo menos con las manos llenas de preguntas y de interrogantes que pueden dar pie a que los próximos días después de ver la función pues uno vuelva recurrentemente a ella y vaya intentando encontrar respuesta a esas preguntas que se ha llevado del teatro y que la función le ha proporcionado... los fundamentales son esos, qué límites me impongo a mí mismo, por qué muchas veces no me dejo ir más allá, por qué cuando hay un instinto que me pide algo soy el primero en cortarlo y coartarlo al mismo tiempo por esas reglas morales y sociales que me imponen, eso en primer lugar... y luego, efectivamente, en cuanto al otro, la función habla de cuáles son los límites de la tolerancia con respecto a las demás personas... ¿somos capaces de tolerar comportamientos que se salen de la norma?... es decir, cuando una persona a la que tú quieres, que forma parte de tu círculo más íntimo, una persona que te importa algo se acerca a ti y te dice que ha cometido una transgresión, que ha ido mucho más allá de lo que las reglas permiten, que se ha salido de la norma, cuál es tu actitud ante eso.... lo rechazas, lo repudias como un apestado o por el contrario intentas comprender sus razones, ponerte en su lugar... y ahí ha salido una palabra que es la que más me gusta... desde luego, la obra trata de la tolerancia y todos hablamos de tolerancia, de intolerancia... pero esa palabra me gusta, pero me parece un poquito peligrosa porque parece que tolerar supone siempre algo así como...
PREGUNTA: estar por encima del otro ¿no?
JOSÉ MARÍA POU: Exacto, estar por encima del otro... tolerar supone algo así como conceder... yo te tolero que... ¿no? Sin embargo comprender me parece mucho más adecuado. Comprender significa ponerse en el lugar del otro y desde ese lugar, dentro de él, con su punto de vista intentar entenderlo ¿no? Y esa es la gran pregunta que ser puede lanzar como resumen de toda la función desde el escenario. Señores hablemos de tolerancia... de la que uno mismo se impone y de la que los demás son capaces de aceptar con respecto a los otros.
PREGUNTA: Yo no sé si llegamos a comprender al otro alguna vez, es una labor difícil y de una generosidad tan grande... ¿usted que cree?
JOSÉ MARÍA POU: Tal y como está la sociedad actual, muchas veces parece que es algo imposible y que estamos ante auténticas barreras de incomprensión... y no hace falta decir que en estos momentos, en este país, cuando se está hablando mucho de diálogo, hay quien está proponiendo continuamente que ni diálogo ni pollas (con perdón) esas son razones absolutamente intolerantes, absolutamente intolerantes... yo creo que hay que ir siempre siempre siempre a buscar los caminos más adecuados, a ceder, a comprender, insisto a tolerar y a ponerse en el lugar del otro. Hay pequeñas intolerancias cotidianas que tenemos que ir superando. España es un país con una historia en la que la intolerancia ha presidido grandes etapas negras... no sé si es algo que va implícito con el carácter, pero al mismo tiempo, y entrando en palabras mayores, sí es verdad que esta es una sociedad, la nuestra, y se está demostrando cada día, también al mismo tiempo que la intolerancia, hay pruebas muy evidentes de una generosidad y de una solidaridad, para con cualquier tipo de causas, enorme ¿no?
PREGUNTA: Supongo que tras un año de representaciones la respuesta es clara, pero en un principio ¿no le asaltó la duda de que el público se quedase, simplemente, con el hecho de que esta obra cuenta la historia de un hombre que se lo hace con una cabra?
JOSÉ MARÍA POU: Hombre... no demasiado, porque yo tengo muy buen concepto del público español... o por lo menos del público que yo conozco, que es el que ha venido viendo mis espectáculos y siguiendo mi carrera ¿no? Sí es verdad que yo tenía unos ciertos temores al hacer esta función... mejor dicho, me los imponían los demás... mira, cuando yo conocí esta función viéndola en Broadway, luego la leí, la conocí más a fondo... yo estaba absolutamente convencido, pocas veces en mi vida he estado tan convencido, de que esta función iba a gustar muchísimo al público... pero muchísimo... pero sí es cierto que tenía que superar esos riesgos de la atracción, de llevar al público al teatro. Yo sabía que una vez que el público estuviera sentado en el sus butacas y viera la función no podría escapar de la enorme inteligencia que tiene... pero había que atraerles al teatro... y en principio entendía y había miedo de que un tema como ése, que en definitiva se reduce a decir que un hombre se enamora de una cabra y folla con ella, produjese cierto rechazo a determinada gente... podría haber gente que pensara que esto era una gilipollez, no me interesa nada, no pienso perder un minuto en ver eso... otra gente podía decir que esto de la zoofilia, las relaciones de los hombres con los animales me da asco y no fuera... había que superar esto... pero sí es cierto que yo tenía la confianza, aunque pueda parecer un poco inmodesto o pedante, pero yo tenía la confianza de que después de muchos años de carrera seria como la que yo he llevado el público confiara en mí, que el público hiciera ese ejercicio de decir vamos a ver, este tema puede no interesarme o parece una tontería, una estupidez, en cualquier caso no forma parte de los temas de mi interés, pero si esa función la hace José María Pou que hasta ahora ha tenido un repertorio muy coherente, nos ha ofrecido siempre funciones de calidad, esta función no puede ser una estupidez, por lo tanto, hago un ejercicio de confianza en José María Pou y acudo a verla. Eso es lo que yo confiaba que sucediera y creo que eso es lo que ha sucedido; al menos, exactamente eso es lo que me han contado algunos de los espectadores que al final de la función tanto en Barcelona, donde se estrenó, como en cualquier ciudad de España donde la hemos hecho y hasta ahora... pues me esperaban al final de la función y me decían exactamente eso, mire usted, este tema a mí no me interesaba nada, y quizá si lo hubiera hecho otro no hubiera ido al teatro, pero pensé si lo hace José María Pou que nunca ha hecho ninguna tontería, pues habrá que confiar en él, y efectivamente, me decían “estoy feliz de haber visto la función”... Y eso, exactamente eso que ha pasado y que algún espectador me ha contado me hace especialmente feliz y me gratifica mucho más que el éxito global de “La Cabra” porque he luchado durante toda mi vida por tener precisamente eso, la confianza de los espectadores, por no defraudarles... yo digo siempre que para mí lo más importante en el teatro es el respeto a los espectadores y considerar a los espectadores enormemente inteligentes y que cuando los espectadores hacen el ejercicio de generosidad enorme y brutal de salir de sus casas, con lo incómodo que es todo esto y pagar taxis y pagar parkings y pagar una entrada para meterse en un teatro y sentarse en una butaca y dejar dos horas de su vida completamente libres para que tú, nosotros los actores, desde el escenario se las llenemos no podemos, ante ese hecho de generosidad y de buena voluntad que hace el público, no podemos consentir que esas dos horas de su vida que nos regalan, les sean inútiles, o sean un desperdicio, por lo tanto, esas dos horas hay que llenarlas con textos inteligentes que les provoquen emoción, reflexión... ése es mi concepto del teatro y a eso he procurado ser siempre muy fiel.
PREGUNTA: Hablando de textos inteligentes, creo que usted tiene predilección por los textos anglosajones...
JOSÉ MARÍA POU: Sí... no sé si es una cuestión genética... no porque no tengo... sí, me gusta mucho mucho el teatro inglés, el teatro americano... porque creo que esa cultura sajona... el teatro inglés sobre todo, casi más que el americano... porque creo que son dos culturas, primero con una enorme tradición teatral, histórica y con un teatro actual muy potente... yo no conozco ningún otro país que tenga un grupo de actores y una vida teatral tan activa, estrenando funciones nuevas todos los días, con autores nuevos, manteniendo los autores de siempre, todos ellos ligados a una temática muy actual, historias muy interesantes... como el teatro inglés, en primer lugar y el teatro americano en segundo lugar. Ningún otro país en Europa... ni Alemania, ni Francia, ni nada... entonces, a la búsqueda de buen teatro, buenos textos, pues desde que yo empecé a interesarme en esto con quince o dieciséis años, pues siempre los intereses me han llevado a Gran Bretaña o a Estados Unidos. A mí me gusta muchísimo el teatro de autor, ya sé que en España se ha pasado por la moda durante muchos años del teatro de director, de que el director puede hacer lo que le dé la gana con los textos y demás, yo defiendo muchísimo el trabajo del director como un creador y pienso que dirigir un espectáculo es coger un texto y contarlo a tu manera, según tu personalidad, la del director... pero, tiene que haber un texto, y creo que sin un texto inteligentísimo y con una enorme calidad y con una historia sorprendente pocos directores harían nada ¿no? Y a partir de ahí lo que me interesa siempre es el teatro de los grandes autores, porque pienso que un texto, por ejemplo, como el de “La Cabra” de Edward Albee que es el gran autor americano del siglo XX... creo que en este momento quedan dos grandísimos monstruos sagrados del teatro vivos, por desgracia los dos ya con ochenta años, que son Edward Albee en América y Harold Pinter en Gran Bretaña... creo que en este momento ellos son los dos grandes autores de teatro... pues cuando tienes en la mano un texto de Edward Albee que ha hecho textos como “¿Quién teme a Virginia Woolf?” que se ha convertido en un clásico, como las tragedias de Sófocles, casi... nunca en la historia del teatro se podrá prescindir de “¿Quién teme a Virginia Woolf?”, que un señor como ése que ha escrito una función tan inteligente y tan sorprendente y tan radical como “La Cabra” no puede haber ningún director que le enmiende la plana... lo que hay que hacer es servir a ese texto y procurar, con las manos muy limpias y con sumo cuidado, simplemente no estropearlo, no dañarlo... por eso el teatro de texto me enloquece y el mejor teatro de texto lo encuentro siempre en la cultura sajona, sí.
PREGUNTA: ¿... Y Dónde colocaría el teatro de texto español, escrito por autores españoles?
JOSÉ MARÍA POU: Ojalá estuviéramos a la altura de lo que te acabo de decir... me llegan muchísimos textos de autores que los dejan en el teatro con intención de que los lea, les dé mi opinión y demás... yo te juro y te aseguro que si hubiera encontrado de un autor español un texto a la altura de los que yo he hecho en los diez últimos años que he hecho textos como “Arte” o “Ángeles en América” o “La Cabra”... yo lo hubiera estrenado encantado, pero debo decir que yo no he leído ninguno que esté a la altura, atención no digo a mi altura, a la altura de ese concepto mío del teatro, de no hacer perder el tiempo a los espectadores y al contrario, sorprenderles y provocarles la reflexión con un texto inteligente... ninguno de los textos que he leído hasta ahora y, atención, que no estuviera en poder de otros, no te digo que no haya habido funciones... por supuesto, si ahora hablamos de autores españoles y autores españoles que a mí puedan interesarme en mi concepto de teatro tengo que dar, automáticamente, el nombre de Juan Mayorga. Juan Mayorga me parece una bendición caída del cielo, me parece que es el mejor autor que ha aparecido en los últimos años en España y cada uno de sus textos los devoro y me parecen estupendos y cada uno mejor que el otro... y creo que en Juan Mayorga está... y me da mucha pena limitarlo a una sola persona, por lo menos de lo que yo conozco, Juan Mayorga creo que puede ser el grandísimo autor a la altura de esos autores ingleses del teatro español, comprometido con los temas de su tiempo, tanto como cuando hizo “Hamelin” como la última, “El Chico de la última fila”... no conozco otras muchas obras de autores españoles que me interesen tanto como las de Mayorga, y te digo que leo muchísimas porque también formo parte del comité de lectura del Centro Dramático Nacional y es mi obligación, leer a todos los autores españoles... algunos hay que están haciendo cosas, pero no están en la cantidad que sería de desear, por desgracia... quizá... creo que hay ciertas razones, quizá una de ellas es porque en España, al contrario de lo que ocurre en Gran Bretaña, por ejemplo, el teatro es una cosa a la que el mundo de la cultura ha dado un poco de lado, el teatro es como una cosa de cuatro chalados, no se nos toma demasiado en serio, ni a los autores ni a nada históricamente... y el mundo de la cultura en general, eso de las palabras con mayúscula, le da mucho más prestigio a un autor literario de novela que a un autor de teatro... entonces yo entiendo que lo que está pasando en España, ésa es una reflexión que yo me he hecho durante mucho tiempo, y que creo que es la base de lo que está ocurriendo, cuando una persona joven decide escribir, sabe que tendrá más prestigio y más reconocimiento y más atención si escribe una novela que si escribe una obra de teatro... eso lo sabe seguro, por tanto lo más normal es que si tiene una historia que le apetece escribir, lo haga en forma de novela que en una obra de teatro... porque primero, publicar una novela es relativamente fácil, se publica muchísimo en España y en último término hasta puede uno pagarse la edición, y está al alcance de muchos bolsillos, en cambio, pagarte la producción de una obra de teatro es muy difícil y para que te estrenen una obra de teatro, hay que llamar a muchas puertas, hay que mandarla a muchos directores, productores que arriesguen dinero... es más complicado... y luego resulta que cuando se estrena, pues eso que llamamos la prensa con interés cultural, tiene mucho más interés y pone su atención en montones de suplementos literarios que todos los periódicos tienen suplementos literarios que ahora se han puesto tan de moda, hablando de novelas que a veces son auténticos bodrios, por el simple hecho de haber sido publicadas... en cambio qué poco espacio destinan al estreno de una obra de teatro de un autor español... entonces, entiendo que al señor que tenga capacidad de escribir en España no le interese escribir teatro y prefiera escribir directamente novela... o guiones para televisión o para el cine... creo que ésa es una de las causas de que en las últimas generaciones haya tan poco autor de teatro.
PREGUNTA: Poca atención de la cultura hacia el teatro, pocas oportunidades, poco autor... ¿corren, pues, malos tiempos para el teatro...?
JOSÉ MARÍA POU: No, no corren malos tiempos... es como eso de la crisis del teatro... no creo en ella... Llevo treinta y siete años en esta profesión. Debuté en 1970 y he oído toda mi vida hablar de crisis y de los malos tiempos... y yo no he parado de trabajar y los espectáculos que yo he hecho y que han hecho compañeros han tenido éxito, los teatros estaban llenos, el público acudía al teatro y las recaudaciones estaban muy bien todos los años... yo no sé por qué estamos todos instalados en ese tópico de la crisis del teatro, de los malos tiempos del teatro... me gustaría que alguien me dijera por qué... si hay teatros llenos y yo acabo de hacer una gira por toda España con “La Cabra” agotando las localidades de todos los teatros y como yo, otros compañeros... El Centro Dramático, aquí está haciendo una temporada estupenda, el espectáculo de Mihura en el María Guerrero, anteriormente el de Pirandello y ahora va a estrenar “Un enemigo del pueblo”... y estoy seguro de que va a estar lleno... nos dejamos arrastrar demasiado, o convencer demasiado. Sé que lo que voy a decir es peligroso y a mucha gente le puede parecer injusto, pero vamos a ver, normalmente habla de los malos tiempos del teatro y de que los espectadores no van al teatro, aquella gente que no llena sus teatros; aquella gente a la que el público no acude a ver y en lugar de preguntarse si el espectáculo que hace no interesa o no consigue atraer al público, se les llena la boca de decir que el público no va al teatro en general, cuando deberían decir que el público no va a ver sus espectáculos simplemente... lo lanzo ahí como motivo de reflexión, no sé en qué pueden consistir esos malos tiempos o esa crisis del teatro... hay teatros que están llenos continuamente y la gente no ha dejado de ir al teatro; cuando en el Festival de Otoño vienen espectáculos maravillosos la gente acude, los llena y se mata por conseguir entradas... ahora cuando estaba “Plataforma” en el Bellas Artes, hasta el último domingo, la gente hacía cola a las seis de la mañana y se mataba en la puerta por conseguir una entrada... resumiendo, si hay crisis de algo, hay crisis de autores por supuesto. Hay crisis de autores porque hay pocos autores en España de teatro y dentro de esos pocos, pues pocos que estén escribiendo un teatro que interese al espectador de hoy, al estilo de lo que están haciendo los autores ingleses o americanos... por ejemplo, un texto como “La Cabra” podía haberlo escrito un autor español... ojalá lo hubiera escrito, yo lo haría corriendo, encantado...
PREGUNTA: En “La Cabra o ¿Quién es Sylvia?” es la primera vez que dirige. ¿Por qué ha tardado tanto y cómo ha afrontado esta doble aventura, la primera en la dirección y asumiendo el papel protagonista y por tanto, dirigiéndose a sí mismo?
JOSÉ MARÍA POU: He tardado... porque yo soy actor por encima de todo y siempre, lo que he querido es ser actor. Hombre de teatro, por supuesto... y aún como actor, me he sentido vinculado siempre y totalmente comprometido con los espectáculos en los que he participado, pero defendiendo siempre mi terreno, sabiendo cuál era mi terreno, mi responsabilidad de actor dentro del espectáculo... y a mí ser actor, simplemente actor me produce toda la felicidad que yo busco por ahí, me gratifica enormemente y me satisface y me siento un creador y un artista siendo nada más que actor... que creo que es ser un artista en grado sumo. Desde hace mucho tiempo, quizá porque soy una persona inquieta, muchos compañeros actores y también directores y productores me han hecho ofertas y me han propuesto esta tarea de dirección, sin que yo haya expresado mi voluntad de querer dirigir... a mí me llegaban ofertas de productores, incluso de teatros públicos para que yo dirigiera... y yo decía, por qué me proponéis cosas para dirigir si yo nunca he dicho que quiero dirigir... y me decían “porque te vemos capaz y preparado para hacerlo.” Y había quien me decía es que tú tienes que dar un paso más y convertirte en director... y mí eso, digamos que casi me ofendía porque automáticamente, eso quería decir que ser director es más importante que ser actor y yo no lo creo. No creo que ser director esté un peldaño más arriba que ser actor. Yo... son treinta años de carrera, he trabajado en más de cuarenta y cinco espectáculos y te podría decir que en algunos en los que he participado, el director era un absoluto ignorante y no tenía ni puñetera idea de lo que estaba haciendo... y los actores hemos tenido que sacar adelante el espectáculo... y eso lo podrían decir otros muchos... no digo que eso sea la tónica general pero alguno ha habido... yo no creo que el hecho de que un señor dirija un espectáculo signifique ser más importante que el actor que lo interpreta ¿no? Y eso me molestaba... con lo que yo me empeñaba en defender el oficio de actor, que me parece un oficio sublime... y en cualquier caso, tenía curiosidad, y pensaba “dirigiré un espectáculo cuando me apetezca” porque creo que dirigir no es más... lo que pasa es que a los directores se les ha dado demasiada parafernalia, pero dirigir no es más que elegir una historia y contarla a tu manera, según tu punto de vista, tu personalidad, convencer a los actores y a todo el personal implicado en el montaje de que esa manera de contar la historia, es la mejor de todas las maneras en que pueda contarse y ya está... contar esa historia y que la oiga el público. En definitiva, haciendo un juego de palabras, eso es lo que hacen todas las abuelas del mundo, desde que el mundo es mundo, con los cuentos infantiles, sin que se las llame directoras... cada noche, estoy convencido, todas las noches, hoy mismo, habrá, pongamos un mínimo de quinientas abuelas en toda España que les estarán contando el cuento de “Caperucita” a sus nietos para que se duerman... esas quinientas abuelas son quinientos directores, porque cada una de ellas introduce en su versión del cuento de Caperucita, un sentido del ritmo especial, algún variante especial... en eso consiste ser director, tener una historia y contarla... tampoco creo que sea tan complicado... yo decía, entonces, que cuando tuviera una historia que me gustara, entonces quizá sí me lanzara... lógicamente, no puedo negar que las buscaba, como leo muchísimo teatro pensaba, a ver si encuentro un texto que me lleve a ello, hasta que conocí "La Cabra" y dije, ésta es la historia, ésta es mi ocasión, éste es el texto que me lleva no sólo a dirigir sino a ir más allá a producir y a traducir la función... si es verdad que traducir no es nuevo, porque ya había estrenado nueve o diez traducciones mías... pero entonces decidí acapararlo todo, producirlo arriesgando mi dinero, porque yo quería que esa función que me parece tan maravillosa llegara directamente al público, precisamente a través mío, sin que hubiese manos ajenas que pudieran estropeármela... y por eso me lancé... luego, cuando pensé en dirigirme a mí mismo, interpretar además al personaje protagonista, no fue por un afán de acaparar oficios o menesteres y ganar más dinero, si no simplemente porque el personaje protagonista me gusta y porque esa experiencia de dirigir y actuar al mismo tiempo la había vivido como testigo privilegiado, trabajando con ellos, con Adolfo Marsillach hasta hace poco en varias ocasiones y también con José María Flotats... y sabía que se podía hacer... y en las épocas en las que yo trabajé con Marsillach y con Flotats aprendí a ver el proceso que seguían y sabía que no sólo se podía hacer, si no que se podía hacer bien... por supuesto, es un trabajo complicado y a veces esquizofrénico... pero bueno, se puede hacer, lo puede hacer cualquier ser humano... y si lo puede hacer cualquier ser humano, lo puedo hacer yo... ése es mi razonamiento ante cualquier cosa siempre... y por otra parte, tradicionalmente, siempre en la historia del teatro los primeros actores han sido los directores. Realmente, la figura de un director ajeno al reparto del espectáculo como punto de vista externo, como creador, es un invento relativamente reciente, como de cincuenta años para acá. En el teatro siempre, incluso cuando yo empezaba, las funciones las dirigían los primeros actores, que además actuaban siempre... no está tan alejada la función del actor y director al mismo tiempo... no debe ser tan extraña...
PREGUNTA: Abordando el tema del actor, del que acaba de decir que es un oficio sublime, ¿Cómo lo ve en la actualidad... no es el que era hace un tiempo, su filosofía es distinta, hay más prisa ahora por, quizá, ser popular...?
JOSÉ MARÍA POU: Claro, ése es el quid de la cuestión... hombre, siendo objetivo creo que los actores, que las personas jóvenes que ahora deciden ser actores, por suerte están muchísimo más preparados de lo que lo estaban aquellos que decidían lo mismo hace cuarenta años... antes los cómicos, de alguna manera, eran una raza de personas mal vistas... tenían una cierta fama... pero difícilmente tenían prestigio social... siempre se les veía como bichos raros... no como “artistas” y quizá también porque había muchas compañías de ésas de la legua... y había mucha gente que se acercaba al teatro con intención... vocacionalmente, pero con pocos medios, haciendo teatro en los pueblos, haciendo oficio... con papeles pequeños, tardando muchos años en conseguir un papel grande... sin pasar, sobre todo, por las escuelas de arte dramático, porque no las había... no había tantas enseñanzas, ni academias, ni escuelas de actores como hay ahora... sí es cierto que aquellas personas que tenían talento despuntaban y se convertían en grandísimos actores como todos los que hemos visto y por suerte con los que tuve el privilegio de conocer cuando comencé en este oficio en los setenta... todavía cogí a los grandes actores que habían comenzado de esa manera... pero desde hace unos años, todo aquel que quiere ser actor, actor serio, me refiero al actor serio, sabe que tiene que prepararse muy bien técnicamente, culturalmente, intelectualmente y de todas las escuelas de arte dramático, la RESAD en Madrid es un ejemplo y el Instituto del Teatro en Barcelona también, salen cada temporada actores preparadísimos a todos los niveles... los he conocido porque coincido con ellos en repartos de teatro o en series de televisión... que me dejan con la boca abierta, e incluso algunos de escuelas privadas... yo soy un defensor enloquecido de las nuevas generaciones de actores, creo que en este aspecto, el oficio de actor ha mejorado muchísimo, ahora bien, dicho esto, hay que separar muy bien entre aquellos que quieren ser actores y aquellos que quieren ser estrellas. Son dos carreras absolutamente distintas que nunca convergen y que no van, ni siquiera, en paralelo, son totalmente divergentes. Si tú quieres ser de verdad actor, sabiendo lo que significa ser actor y tu compromiso con el público a través del cine, del teatro y de la televisión donde vas a desarrollar tu trabajo, pues bueno sabes que tendrás que trabajar duro y que es un oficio que es una carrera de fondo y que hay que prepararse continuamente... si tú quieres ser estrella pues has de elegir otro camino diferente, tienes que saber que cualquiera en una semana puede convertirse en una estrella según su actuación o su proceder en cualquier programa de televisión... y eso hay que tenerlo muy claro, si tienes claro que quieres ser actor puedes conseguir grandes cosas porque en este país, ahora mismo, por suerte, hay muchísima más oferta de la que había antes... ya sé que hay actores que dicen que están en paro y se dice que ésta es una profesión en la que hay un gran sector de paro... pero eso también es relativo, tanto como los malos tiempos o la crisis... éste es un país en el que cualquier persona se puede levantar una mañana y decir soy actor y ya está... y qué significa eso, significa que a continuación en el segundo siguiente de haber tomado la decisión de ser actor ya está engrosando las listas del paro porque no lo contratan... y por qué no lo contratan, porque el único que ha decidido que es actor es él mismo... y eso hay que revalidarlo... tiene que ser el público, los directores, los productores, los que vean si es capaz de ser actor... y por eso las listas del paro de los actores quizá en España son tan voluminosas... ésa es otra pregunta que lanzo... pero bueno, en cualquier caso, el oficio de actor creo que ha mejorado muchísimo con respecto a épocas anteriores porque los actores llegan al oficio con más preparación de lo que llegaban en generaciones anteriores.
PREGUNTA: Antes nos hablaba del respeto que siente por el público, y sinceramente, tengo la impresión de que decir José María Pou es decir calidad, teatro interesante, inteligente... a lo largo de su carrera ha seleccionado muy bien sus trabajos ¿qué le queda por hacer, le ha supuesto alguna que otra renuncia...?
JOSÉ MARÍA POU: Hay montones de personajes y funciones que me gustaría hacer... cada día, en eso soy enormemente impaciente, soy muy apasionado cuando hablo de lo que me gusta, pero soy también soy muy impaciente en muchas cosas... ahora llevo un año haciendo “La Cabra” con mucho éxito cargado de premios... acabo de llegar a Madrid y estoy deseando hacer otras cosas... soy enormemente impaciente porque cada día conozco, por desgracia no españoles, muchos textos... se estrenan funciones en Nueva York, en Londres que voy a ver... me escapo corriendo y las veo... o las leo, porque me envían el texto y digo “Dios mío hay que hacer esta función, quiero hacer este personaje” hay mucho teatro por hacer, quedan muchos títulos importantísimos, muchas historias que contar... quiero seguir contando historias y haciendo personajes que me gustan... sí es verdad que eso que has dicho me enorgullece especialmente, siempre he creído que tengo la confianza del público, que me la he ganado, que he tenido la suerte inmensa de hacer siempre, si analizas mi currículum, textos interesantísimos de autores interesantísimos... pero no ha sido una lotería, no es que me hayan tocado en una tómbola... a veces, poder hacer un texto de Chejov o de Miller... ha significado, como me decías, renuncias... a lo mejor yo hubiera ganado más dinero y hubiera sido más popular, más famoso si hubiera hecho otras cosas que me han ofrecido que también me las han ofrecido y a las que he sabido decir que no cuando todo el mundo me decía “tú eres gilipoyas, si te vas a forrar de dinero haciendo esto...” y yo respondía que me daba igual, que me podía forrar de dinero pero no me gustaban ni me interesaban, ni quería que eso le llegara al público a través de mí... entonces, algún sacrificio también ha costado. Sí es verdad que al cabo del tiempo, uno recoge aquello que ha sembrado, y ahora la gran ventaja que tengo y ahí sí me siento especialmente afortunado, es que desde hace muchos años no me faltan las ofertas, al contrario, se quedan muchas ofertas que no puedo hacer... pero todas, todas las ofertas que recibo son muy buenas; textos fantásticos, espectáculos fantásticos... no me llega ninguna oferta que sea una tontería, porque los productores y empresarios saben que no la haría ¿no? No cuesta mucho elegir, porque todo lo que llega es muy bueno... hubo una época en que sí, que para fabricarse ese prestigio, esa confianza del público hubo que hacer algún que otro sacrificio...
PREGUNTA: Ha sabido elegir, lo afirmaba... pero a ese “saber elegir” también hay que añadir valor ¿no? Hay que ser valiente para optar por la calidad, algunas veces...
JOSÉ MARÍA POU: Sí, desde luego, hay que tener mucho valor... Yo te cuento, hubo una época, cuando estaba haciendo la serie “Policías”, pues como ocurre con todos los actores que salen en una serie de éxito y cuyo personaje es popular... mientras hacía la serie, recibí montones de propuestas, ya no te digo de hacer publicidad y anuncios en la tele que no he hecho nunca ni he querido hacer... sino de hacer funciones para aprovechar la fama inmediata de la televisión... y había empresarios que me pagaban burradas de dinero para que yo saliera continuamente de gira por provincias mientras la serie estaba en antena, haciendo funciones policíacas... para que el público acudiera al reclamo de mi personaje... eso lo hacen otros actores y lo están haciendo... y me parece lícito, allá cada cual... yo no quise hacerlo en su momento y tuve que escuchar muchas voces de mucha gente importante que me decía que era imbécil... pero no era eso lo que quería hacer... y por otra parte como no me ha hecho falta... pues para qué...
PREGUNTA: Como bien dice, ha hecho televisión, cine, teatro... ¿se considera más actor de teatro...?
JOSÉ MARÍA POU: Lo tengo muy claro. Yo me considero actor, sobre todas las cosas, independientemente de los medios y como actor lo que me interesa por encima de todo es un personaje bueno metido en una historia buena y eso es lo único que me moviliza y cuando me llega una historia buena y un personaje bueno que me interesen me da igual que ese personaje se tenga que interpretar encima de un escenario, delante de una cámara de televisión o delante de una cámara de cine, da igual, porque me muevo por personajes y por historias, no por medios. Dicho esto, sí es cierto que en la estructura de este país que tenemos los mejores personajes y las mejores historias me llegan siempre del teatro, por eso hago muchísimo más teatro que cine y televisión... en el mundo de la televisión, en España, en las series y en el mundo del cine, los guiones españoles difícilmente pueden aparecer personajes maravillosos como los que yo he hecho últimamente en el teatro y digo esto, por no decir en los últimos veinte años... cuando de repente aparece en televisión o en cine algún personaje que me ofrecen que yo considero que está a la altura de los personajes que puedo hacer en el teatro entonces sí, dejo el teatro y me lanzo a hacer ese personaje... lo que pasa es que eso ocurre pocas veces... en el mundo del cine, yo diría que... aunque he hecho muchas incursiones en el cine, porque me divierte, aunque sean personajes de colaboración pero concierta enjundia... pero sólo cuando encuentro un personaje como en la película “Amigo, Amado” de Ventura Pons, que me proporcionó montones de premios... vi clarísimamente que ese personaje en el cine, sí merecía la pena para dejar un proyecto de teatro... que es lo que hice en ese momento... lo mismo me ocurrió cuando me llegó el personaje del inspector Ferrer en televisión, me pareció que era un personaje metido en un ambiente al que podía sacar mucho jugo... y eso es lo que me mueve, indistintamente de los medios en los que se desarrollen... Y luego hay otra cosa, el teatro es donde el actor siente más gratificación por su trabajo, porque cuando haces cine o televisión, tu trabajo se queda guardado en una lata o en una cinta magnética y al cabo de un mes del rodaje, el director se sienta en una mesa de montaje y decide qué plano elige o qué plano desecha y a lo mejor aquel plano del que estabas muy satisfecho y que era tu mejor interpretación, al director en aquel momento no le gusta o no lo considera bueno para la película y opta por no ponerlo y tirarlo a la papelera... con lo que tú no eres nunca responsable de tu trabajo en cine o televisión... porque lo que le llega al público es aquello que el director quiere que le llegue, en cambio, esto en el teatro no puede suceder nunca; en cualquier función de teatro, a partir del momento en el que un actor entra en escena, entre él y el público no hay ningún intermediario, todo le llega directo, en consecuencia el actor es responsable de su trabajo y si tiene éxito la satisfacción es aún mayor...
PREGUNTA: Siguiendo su carácter inquieto, aunque le queda mucha vida a “La Cabra”, ¿tiene algún proyecto entre manos?
JOSÉ MARÍA POU: Sí, sí... Tengo cosas firmadas con años de antelación... por hablar de trabajo en concreto, ahora mismo, mientras estoy con las funciones de “La Cabra” desde hace tres meses estoy compaginándolas con el rodaje de una serie de televisión que se llama “Quart” para Antena Tres que es una adaptación de una novela de Arturo Pérez Reverte, “La Piel del Tambor”, ahí interpreto a un religioso, nuncio de Su Santidad en España, un Cardenal y para el mes de abril, más o menos, está previsto que empiece el rodaje de una película, precisamente de nuevo con Ventura Pons, una película que va a ser la adaptación al cine de una obra de teatro que esta última temporada se ha visto en Madrid con mucho éxito que se llamó “Barcelona, mapa de sombras” una maravillosa función, cuya adaptación la dirigirá Ventura Pons y voy a hacer un personaje maravilloso, pero sobre todo lo que me enloquece es el reparto de esa película, ha conseguido reunir a Nuria Espert, Rosa María Sardá, Anna Lizarán... un reparto increíble... eso lo rodaremos a partir de abril y luego, no sé si sabes que al mismo tiempo he aceptado una cosa que me propuso la empresa Focus en Barcelona, que es la dirección de un teatro. Dirijo ya el Teatro Goya de Barcelona que en estos momentos está en proceso de remodelación y que inauguraremos en las próximas navidades y que al ser yo el director de ese teatro, me siento comprometido a dirigir también el primer espectáculo, el espectáculo de inauguración... y la obra que voy a dirigir es una obra de un autor inglés Alan Bennet, que se llama “The History Boys” la traducción al castellano podría ser algo así como “Los alumnos de la clase de historia”... es una obra fantástica que lleva cuatro años representándose por todo el mundo... se ha rodado incluso ya la película y se estrenará en España el próximo mes... y luego, para más adelante tengo también el compromiso, me apetece muchísimo, de hacer un espectáculo sobre la figura de Orson Welles... lo voy a hacer pero eso ya es colocarnos en un espacio de tiempo más dilatado... pasados unos años... dos años concretamente... proyectos no faltan afortunadamente...
Me despido con dificultad de José María Pou... no sé bien si desearle mucho éxito, un año sabático o un cargamento enorme de “red bull”... que dicen “da alas”... Sin duda, “La Cabra” que no había visto al mantener esta charla, es una obra magnífica, inteligente, bien hecha... no hace falta que le desee éxito... ya lo tiene.
Sofía Basalo.
PREGUNTA: ¿Quién es Sylvia y qué descubre Martin en sus ojos?
JOSÉ MARÍA POU: No hay que andarse con ambages ni subterfugios, Sylvia es un animal. Sylvia es una cabra. Sylvia es una cabra que es absolutamente inconsciente de la conmoción que ha promovido a su alrededor. Sylvia es una cabra que un día conoce Martin, el protagonista de la obra de teatro en una cuneta, en la carretera, así sin más, se acerca a ella porque nota que la mirada de esa cabra le está llamando la atención, le está reclamando... se acerca a ella y se queda absolutamente fascinado en primer lugar por los ojos de esa cabra y a partir de ahí surge una historia de amor. Una historia de amor que como todas las historias de amor que son reales, auténticas de intercambios de sentimientos y afectos, pues llega un momento en que tienen que materializarse en la relación sexual... y es el objeto de amor y adoración y atracción sexual de Martin, el protagonista... detrás de los ojos de esa cabra... pues nada mejor que las palabras del propio protagonista de la función que en un momento determinado le confiesa a su mujer que en los ojos de esa cabra vio la ingenuidad, la pureza y la inocencia que no ha encontrado nunca en su entorno. No deja de ser una metáfora, un ardid del señor Albee para hablar de la sociedad en la que estamos inmersos, que hay que buscar en los animales, que se supone mucho más puros, más libres que nosotros, esa serie de cualidades que en nosotros han ido, prácticamente, desapareciendo y sustituyéndose por otras muchísimo peores... o de peor calaña ¿no?
PREGUNTA: Sí, ésa era una de las preguntas que le quería hacer... aún no vi la obra pero sí pensaba que quizá algunos de los aspectos que llevan a enamorar a Martin de esa cabra, son esas cualidades que teóricamente nos corresponden como seres humanos y que a lo largo de todo este progreso, esta evolución, hemos ido perdiendo...
JOSÉ MARÍA POU: Exacto... se pueden ver en los ojos de Sylvia o en los ojos de un perro, de un gato o en los ojos de muchos animales mucho más puros y menos contaminados que todos nosotros, por supuesto, que las personas de la sociedad actual... de todas maneras, cuando Martin está diciendo esto para justificar su amor por la cabra, dice también dos cosas; primero que, a pesar de todo, él como hombre racional, consciente e inteligente que es sabe que eso que está practicando es un hecho, de alguna manera, antinatura y condenable, pero que no puede evitarlo... del mismo modo que no puede evitar haberse enamorado de la cabra, porque lo que es el enamoramiento, no el amor pero sí el enamoramiento, es algo absolutamente irracional... y muchas veces, o casi siempre, lo que es el acto del enamoramiento, del flechazo, de la pasión primera, de la atracción, pues es un acto irracional y casi casi me atrevería a decir que casi tan animal como el de los propios animales... muchas veces no hay razones... son imposibles de encontrar... de por qué una persona se enamora locamente de otra en un momento determinado y eso es lo que defiende el arquitecto también; esa capacidad o esa condición totalmente irracional del hecho de enamorarse... y al mismo tiempo, lógicamente, si uno se pone a pensar... al poner en boca del personaje esta definición, de que él encontró en los ojos de la cabra la pureza y la inocencia que no encuentra en su entorno... lo que está diciendo el autor también es, lo que está haciendo es presentar a un protagonista que aunque él cree que hasta ahora vive con una familia feliz, con su mujer y su hijo, en realidad es un hombre que tiene enormes carencias afectivas, que en esa familia se están engañando y que él se ha estado engañando a sí mismo porque lógicamente, esa ingenuidad, esa pureza, esa inocencia tenía que haberlas visto, sino en su mujer, en su hijo y en la gente que lo rodea y lo quiere ¿no? Con lo que si no lo ha visto hasta ahora es porque la gente que lo rodea y lo quiere y forma su núcleo familiar, quizá se están engañando y no son tan felices como creían...
PREGUNTA: También el autor de esta obra ha manifestado que en la misma se abordan los límites de la tolerancia sobre aquello que nos permitimos pensar a nosotros mismos... ¿Podemos salir tras ver esta obra que ya no sólo no somos tolerantes con los demás, con quienes nos rodean, sino que no somos tolerantes, no nos permitimos serlo con nosotros mismos...?
JOSÉ MARÍA POU: Sí por supuesto... pero también, estoy seguro de que se sale de la obra, y sobre todo tras un año de representaciones y más de cien mil espectadores, absolutamente tocado y que nadie puede eludir hacerse precisamente esa pregunta. ¿Cuáles son los límites de mi tolerancia con respecto a mí mismo en primer lugar y con respecto a los otros en segundo lugar? Y también de la obra se sale, no me gusta decir con aprendizaje, habiendo aprendido muchas cosas... pero sí por lo menos con las manos llenas de preguntas y de interrogantes que pueden dar pie a que los próximos días después de ver la función pues uno vuelva recurrentemente a ella y vaya intentando encontrar respuesta a esas preguntas que se ha llevado del teatro y que la función le ha proporcionado... los fundamentales son esos, qué límites me impongo a mí mismo, por qué muchas veces no me dejo ir más allá, por qué cuando hay un instinto que me pide algo soy el primero en cortarlo y coartarlo al mismo tiempo por esas reglas morales y sociales que me imponen, eso en primer lugar... y luego, efectivamente, en cuanto al otro, la función habla de cuáles son los límites de la tolerancia con respecto a las demás personas... ¿somos capaces de tolerar comportamientos que se salen de la norma?... es decir, cuando una persona a la que tú quieres, que forma parte de tu círculo más íntimo, una persona que te importa algo se acerca a ti y te dice que ha cometido una transgresión, que ha ido mucho más allá de lo que las reglas permiten, que se ha salido de la norma, cuál es tu actitud ante eso.... lo rechazas, lo repudias como un apestado o por el contrario intentas comprender sus razones, ponerte en su lugar... y ahí ha salido una palabra que es la que más me gusta... desde luego, la obra trata de la tolerancia y todos hablamos de tolerancia, de intolerancia... pero esa palabra me gusta, pero me parece un poquito peligrosa porque parece que tolerar supone siempre algo así como...
PREGUNTA: estar por encima del otro ¿no?
JOSÉ MARÍA POU: Exacto, estar por encima del otro... tolerar supone algo así como conceder... yo te tolero que... ¿no? Sin embargo comprender me parece mucho más adecuado. Comprender significa ponerse en el lugar del otro y desde ese lugar, dentro de él, con su punto de vista intentar entenderlo ¿no? Y esa es la gran pregunta que ser puede lanzar como resumen de toda la función desde el escenario. Señores hablemos de tolerancia... de la que uno mismo se impone y de la que los demás son capaces de aceptar con respecto a los otros.
PREGUNTA: Yo no sé si llegamos a comprender al otro alguna vez, es una labor difícil y de una generosidad tan grande... ¿usted que cree?
JOSÉ MARÍA POU: Tal y como está la sociedad actual, muchas veces parece que es algo imposible y que estamos ante auténticas barreras de incomprensión... y no hace falta decir que en estos momentos, en este país, cuando se está hablando mucho de diálogo, hay quien está proponiendo continuamente que ni diálogo ni pollas (con perdón) esas son razones absolutamente intolerantes, absolutamente intolerantes... yo creo que hay que ir siempre siempre siempre a buscar los caminos más adecuados, a ceder, a comprender, insisto a tolerar y a ponerse en el lugar del otro. Hay pequeñas intolerancias cotidianas que tenemos que ir superando. España es un país con una historia en la que la intolerancia ha presidido grandes etapas negras... no sé si es algo que va implícito con el carácter, pero al mismo tiempo, y entrando en palabras mayores, sí es verdad que esta es una sociedad, la nuestra, y se está demostrando cada día, también al mismo tiempo que la intolerancia, hay pruebas muy evidentes de una generosidad y de una solidaridad, para con cualquier tipo de causas, enorme ¿no?
PREGUNTA: Supongo que tras un año de representaciones la respuesta es clara, pero en un principio ¿no le asaltó la duda de que el público se quedase, simplemente, con el hecho de que esta obra cuenta la historia de un hombre que se lo hace con una cabra?
JOSÉ MARÍA POU: Hombre... no demasiado, porque yo tengo muy buen concepto del público español... o por lo menos del público que yo conozco, que es el que ha venido viendo mis espectáculos y siguiendo mi carrera ¿no? Sí es verdad que yo tenía unos ciertos temores al hacer esta función... mejor dicho, me los imponían los demás... mira, cuando yo conocí esta función viéndola en Broadway, luego la leí, la conocí más a fondo... yo estaba absolutamente convencido, pocas veces en mi vida he estado tan convencido, de que esta función iba a gustar muchísimo al público... pero muchísimo... pero sí es cierto que tenía que superar esos riesgos de la atracción, de llevar al público al teatro. Yo sabía que una vez que el público estuviera sentado en el sus butacas y viera la función no podría escapar de la enorme inteligencia que tiene... pero había que atraerles al teatro... y en principio entendía y había miedo de que un tema como ése, que en definitiva se reduce a decir que un hombre se enamora de una cabra y folla con ella, produjese cierto rechazo a determinada gente... podría haber gente que pensara que esto era una gilipollez, no me interesa nada, no pienso perder un minuto en ver eso... otra gente podía decir que esto de la zoofilia, las relaciones de los hombres con los animales me da asco y no fuera... había que superar esto... pero sí es cierto que yo tenía la confianza, aunque pueda parecer un poco inmodesto o pedante, pero yo tenía la confianza de que después de muchos años de carrera seria como la que yo he llevado el público confiara en mí, que el público hiciera ese ejercicio de decir vamos a ver, este tema puede no interesarme o parece una tontería, una estupidez, en cualquier caso no forma parte de los temas de mi interés, pero si esa función la hace José María Pou que hasta ahora ha tenido un repertorio muy coherente, nos ha ofrecido siempre funciones de calidad, esta función no puede ser una estupidez, por lo tanto, hago un ejercicio de confianza en José María Pou y acudo a verla. Eso es lo que yo confiaba que sucediera y creo que eso es lo que ha sucedido; al menos, exactamente eso es lo que me han contado algunos de los espectadores que al final de la función tanto en Barcelona, donde se estrenó, como en cualquier ciudad de España donde la hemos hecho y hasta ahora... pues me esperaban al final de la función y me decían exactamente eso, mire usted, este tema a mí no me interesaba nada, y quizá si lo hubiera hecho otro no hubiera ido al teatro, pero pensé si lo hace José María Pou que nunca ha hecho ninguna tontería, pues habrá que confiar en él, y efectivamente, me decían “estoy feliz de haber visto la función”... Y eso, exactamente eso que ha pasado y que algún espectador me ha contado me hace especialmente feliz y me gratifica mucho más que el éxito global de “La Cabra” porque he luchado durante toda mi vida por tener precisamente eso, la confianza de los espectadores, por no defraudarles... yo digo siempre que para mí lo más importante en el teatro es el respeto a los espectadores y considerar a los espectadores enormemente inteligentes y que cuando los espectadores hacen el ejercicio de generosidad enorme y brutal de salir de sus casas, con lo incómodo que es todo esto y pagar taxis y pagar parkings y pagar una entrada para meterse en un teatro y sentarse en una butaca y dejar dos horas de su vida completamente libres para que tú, nosotros los actores, desde el escenario se las llenemos no podemos, ante ese hecho de generosidad y de buena voluntad que hace el público, no podemos consentir que esas dos horas de su vida que nos regalan, les sean inútiles, o sean un desperdicio, por lo tanto, esas dos horas hay que llenarlas con textos inteligentes que les provoquen emoción, reflexión... ése es mi concepto del teatro y a eso he procurado ser siempre muy fiel.
PREGUNTA: Hablando de textos inteligentes, creo que usted tiene predilección por los textos anglosajones...
JOSÉ MARÍA POU: Sí... no sé si es una cuestión genética... no porque no tengo... sí, me gusta mucho mucho el teatro inglés, el teatro americano... porque creo que esa cultura sajona... el teatro inglés sobre todo, casi más que el americano... porque creo que son dos culturas, primero con una enorme tradición teatral, histórica y con un teatro actual muy potente... yo no conozco ningún otro país que tenga un grupo de actores y una vida teatral tan activa, estrenando funciones nuevas todos los días, con autores nuevos, manteniendo los autores de siempre, todos ellos ligados a una temática muy actual, historias muy interesantes... como el teatro inglés, en primer lugar y el teatro americano en segundo lugar. Ningún otro país en Europa... ni Alemania, ni Francia, ni nada... entonces, a la búsqueda de buen teatro, buenos textos, pues desde que yo empecé a interesarme en esto con quince o dieciséis años, pues siempre los intereses me han llevado a Gran Bretaña o a Estados Unidos. A mí me gusta muchísimo el teatro de autor, ya sé que en España se ha pasado por la moda durante muchos años del teatro de director, de que el director puede hacer lo que le dé la gana con los textos y demás, yo defiendo muchísimo el trabajo del director como un creador y pienso que dirigir un espectáculo es coger un texto y contarlo a tu manera, según tu personalidad, la del director... pero, tiene que haber un texto, y creo que sin un texto inteligentísimo y con una enorme calidad y con una historia sorprendente pocos directores harían nada ¿no? Y a partir de ahí lo que me interesa siempre es el teatro de los grandes autores, porque pienso que un texto, por ejemplo, como el de “La Cabra” de Edward Albee que es el gran autor americano del siglo XX... creo que en este momento quedan dos grandísimos monstruos sagrados del teatro vivos, por desgracia los dos ya con ochenta años, que son Edward Albee en América y Harold Pinter en Gran Bretaña... creo que en este momento ellos son los dos grandes autores de teatro... pues cuando tienes en la mano un texto de Edward Albee que ha hecho textos como “¿Quién teme a Virginia Woolf?” que se ha convertido en un clásico, como las tragedias de Sófocles, casi... nunca en la historia del teatro se podrá prescindir de “¿Quién teme a Virginia Woolf?”, que un señor como ése que ha escrito una función tan inteligente y tan sorprendente y tan radical como “La Cabra” no puede haber ningún director que le enmiende la plana... lo que hay que hacer es servir a ese texto y procurar, con las manos muy limpias y con sumo cuidado, simplemente no estropearlo, no dañarlo... por eso el teatro de texto me enloquece y el mejor teatro de texto lo encuentro siempre en la cultura sajona, sí.
PREGUNTA: ¿... Y Dónde colocaría el teatro de texto español, escrito por autores españoles?
JOSÉ MARÍA POU: Ojalá estuviéramos a la altura de lo que te acabo de decir... me llegan muchísimos textos de autores que los dejan en el teatro con intención de que los lea, les dé mi opinión y demás... yo te juro y te aseguro que si hubiera encontrado de un autor español un texto a la altura de los que yo he hecho en los diez últimos años que he hecho textos como “Arte” o “Ángeles en América” o “La Cabra”... yo lo hubiera estrenado encantado, pero debo decir que yo no he leído ninguno que esté a la altura, atención no digo a mi altura, a la altura de ese concepto mío del teatro, de no hacer perder el tiempo a los espectadores y al contrario, sorprenderles y provocarles la reflexión con un texto inteligente... ninguno de los textos que he leído hasta ahora y, atención, que no estuviera en poder de otros, no te digo que no haya habido funciones... por supuesto, si ahora hablamos de autores españoles y autores españoles que a mí puedan interesarme en mi concepto de teatro tengo que dar, automáticamente, el nombre de Juan Mayorga. Juan Mayorga me parece una bendición caída del cielo, me parece que es el mejor autor que ha aparecido en los últimos años en España y cada uno de sus textos los devoro y me parecen estupendos y cada uno mejor que el otro... y creo que en Juan Mayorga está... y me da mucha pena limitarlo a una sola persona, por lo menos de lo que yo conozco, Juan Mayorga creo que puede ser el grandísimo autor a la altura de esos autores ingleses del teatro español, comprometido con los temas de su tiempo, tanto como cuando hizo “Hamelin” como la última, “El Chico de la última fila”... no conozco otras muchas obras de autores españoles que me interesen tanto como las de Mayorga, y te digo que leo muchísimas porque también formo parte del comité de lectura del Centro Dramático Nacional y es mi obligación, leer a todos los autores españoles... algunos hay que están haciendo cosas, pero no están en la cantidad que sería de desear, por desgracia... quizá... creo que hay ciertas razones, quizá una de ellas es porque en España, al contrario de lo que ocurre en Gran Bretaña, por ejemplo, el teatro es una cosa a la que el mundo de la cultura ha dado un poco de lado, el teatro es como una cosa de cuatro chalados, no se nos toma demasiado en serio, ni a los autores ni a nada históricamente... y el mundo de la cultura en general, eso de las palabras con mayúscula, le da mucho más prestigio a un autor literario de novela que a un autor de teatro... entonces yo entiendo que lo que está pasando en España, ésa es una reflexión que yo me he hecho durante mucho tiempo, y que creo que es la base de lo que está ocurriendo, cuando una persona joven decide escribir, sabe que tendrá más prestigio y más reconocimiento y más atención si escribe una novela que si escribe una obra de teatro... eso lo sabe seguro, por tanto lo más normal es que si tiene una historia que le apetece escribir, lo haga en forma de novela que en una obra de teatro... porque primero, publicar una novela es relativamente fácil, se publica muchísimo en España y en último término hasta puede uno pagarse la edición, y está al alcance de muchos bolsillos, en cambio, pagarte la producción de una obra de teatro es muy difícil y para que te estrenen una obra de teatro, hay que llamar a muchas puertas, hay que mandarla a muchos directores, productores que arriesguen dinero... es más complicado... y luego resulta que cuando se estrena, pues eso que llamamos la prensa con interés cultural, tiene mucho más interés y pone su atención en montones de suplementos literarios que todos los periódicos tienen suplementos literarios que ahora se han puesto tan de moda, hablando de novelas que a veces son auténticos bodrios, por el simple hecho de haber sido publicadas... en cambio qué poco espacio destinan al estreno de una obra de teatro de un autor español... entonces, entiendo que al señor que tenga capacidad de escribir en España no le interese escribir teatro y prefiera escribir directamente novela... o guiones para televisión o para el cine... creo que ésa es una de las causas de que en las últimas generaciones haya tan poco autor de teatro.
PREGUNTA: Poca atención de la cultura hacia el teatro, pocas oportunidades, poco autor... ¿corren, pues, malos tiempos para el teatro...?
JOSÉ MARÍA POU: No, no corren malos tiempos... es como eso de la crisis del teatro... no creo en ella... Llevo treinta y siete años en esta profesión. Debuté en 1970 y he oído toda mi vida hablar de crisis y de los malos tiempos... y yo no he parado de trabajar y los espectáculos que yo he hecho y que han hecho compañeros han tenido éxito, los teatros estaban llenos, el público acudía al teatro y las recaudaciones estaban muy bien todos los años... yo no sé por qué estamos todos instalados en ese tópico de la crisis del teatro, de los malos tiempos del teatro... me gustaría que alguien me dijera por qué... si hay teatros llenos y yo acabo de hacer una gira por toda España con “La Cabra” agotando las localidades de todos los teatros y como yo, otros compañeros... El Centro Dramático, aquí está haciendo una temporada estupenda, el espectáculo de Mihura en el María Guerrero, anteriormente el de Pirandello y ahora va a estrenar “Un enemigo del pueblo”... y estoy seguro de que va a estar lleno... nos dejamos arrastrar demasiado, o convencer demasiado. Sé que lo que voy a decir es peligroso y a mucha gente le puede parecer injusto, pero vamos a ver, normalmente habla de los malos tiempos del teatro y de que los espectadores no van al teatro, aquella gente que no llena sus teatros; aquella gente a la que el público no acude a ver y en lugar de preguntarse si el espectáculo que hace no interesa o no consigue atraer al público, se les llena la boca de decir que el público no va al teatro en general, cuando deberían decir que el público no va a ver sus espectáculos simplemente... lo lanzo ahí como motivo de reflexión, no sé en qué pueden consistir esos malos tiempos o esa crisis del teatro... hay teatros que están llenos continuamente y la gente no ha dejado de ir al teatro; cuando en el Festival de Otoño vienen espectáculos maravillosos la gente acude, los llena y se mata por conseguir entradas... ahora cuando estaba “Plataforma” en el Bellas Artes, hasta el último domingo, la gente hacía cola a las seis de la mañana y se mataba en la puerta por conseguir una entrada... resumiendo, si hay crisis de algo, hay crisis de autores por supuesto. Hay crisis de autores porque hay pocos autores en España de teatro y dentro de esos pocos, pues pocos que estén escribiendo un teatro que interese al espectador de hoy, al estilo de lo que están haciendo los autores ingleses o americanos... por ejemplo, un texto como “La Cabra” podía haberlo escrito un autor español... ojalá lo hubiera escrito, yo lo haría corriendo, encantado...
PREGUNTA: En “La Cabra o ¿Quién es Sylvia?” es la primera vez que dirige. ¿Por qué ha tardado tanto y cómo ha afrontado esta doble aventura, la primera en la dirección y asumiendo el papel protagonista y por tanto, dirigiéndose a sí mismo?
JOSÉ MARÍA POU: He tardado... porque yo soy actor por encima de todo y siempre, lo que he querido es ser actor. Hombre de teatro, por supuesto... y aún como actor, me he sentido vinculado siempre y totalmente comprometido con los espectáculos en los que he participado, pero defendiendo siempre mi terreno, sabiendo cuál era mi terreno, mi responsabilidad de actor dentro del espectáculo... y a mí ser actor, simplemente actor me produce toda la felicidad que yo busco por ahí, me gratifica enormemente y me satisface y me siento un creador y un artista siendo nada más que actor... que creo que es ser un artista en grado sumo. Desde hace mucho tiempo, quizá porque soy una persona inquieta, muchos compañeros actores y también directores y productores me han hecho ofertas y me han propuesto esta tarea de dirección, sin que yo haya expresado mi voluntad de querer dirigir... a mí me llegaban ofertas de productores, incluso de teatros públicos para que yo dirigiera... y yo decía, por qué me proponéis cosas para dirigir si yo nunca he dicho que quiero dirigir... y me decían “porque te vemos capaz y preparado para hacerlo.” Y había quien me decía es que tú tienes que dar un paso más y convertirte en director... y mí eso, digamos que casi me ofendía porque automáticamente, eso quería decir que ser director es más importante que ser actor y yo no lo creo. No creo que ser director esté un peldaño más arriba que ser actor. Yo... son treinta años de carrera, he trabajado en más de cuarenta y cinco espectáculos y te podría decir que en algunos en los que he participado, el director era un absoluto ignorante y no tenía ni puñetera idea de lo que estaba haciendo... y los actores hemos tenido que sacar adelante el espectáculo... y eso lo podrían decir otros muchos... no digo que eso sea la tónica general pero alguno ha habido... yo no creo que el hecho de que un señor dirija un espectáculo signifique ser más importante que el actor que lo interpreta ¿no? Y eso me molestaba... con lo que yo me empeñaba en defender el oficio de actor, que me parece un oficio sublime... y en cualquier caso, tenía curiosidad, y pensaba “dirigiré un espectáculo cuando me apetezca” porque creo que dirigir no es más... lo que pasa es que a los directores se les ha dado demasiada parafernalia, pero dirigir no es más que elegir una historia y contarla a tu manera, según tu punto de vista, tu personalidad, convencer a los actores y a todo el personal implicado en el montaje de que esa manera de contar la historia, es la mejor de todas las maneras en que pueda contarse y ya está... contar esa historia y que la oiga el público. En definitiva, haciendo un juego de palabras, eso es lo que hacen todas las abuelas del mundo, desde que el mundo es mundo, con los cuentos infantiles, sin que se las llame directoras... cada noche, estoy convencido, todas las noches, hoy mismo, habrá, pongamos un mínimo de quinientas abuelas en toda España que les estarán contando el cuento de “Caperucita” a sus nietos para que se duerman... esas quinientas abuelas son quinientos directores, porque cada una de ellas introduce en su versión del cuento de Caperucita, un sentido del ritmo especial, algún variante especial... en eso consiste ser director, tener una historia y contarla... tampoco creo que sea tan complicado... yo decía, entonces, que cuando tuviera una historia que me gustara, entonces quizá sí me lanzara... lógicamente, no puedo negar que las buscaba, como leo muchísimo teatro pensaba, a ver si encuentro un texto que me lleve a ello, hasta que conocí "La Cabra" y dije, ésta es la historia, ésta es mi ocasión, éste es el texto que me lleva no sólo a dirigir sino a ir más allá a producir y a traducir la función... si es verdad que traducir no es nuevo, porque ya había estrenado nueve o diez traducciones mías... pero entonces decidí acapararlo todo, producirlo arriesgando mi dinero, porque yo quería que esa función que me parece tan maravillosa llegara directamente al público, precisamente a través mío, sin que hubiese manos ajenas que pudieran estropeármela... y por eso me lancé... luego, cuando pensé en dirigirme a mí mismo, interpretar además al personaje protagonista, no fue por un afán de acaparar oficios o menesteres y ganar más dinero, si no simplemente porque el personaje protagonista me gusta y porque esa experiencia de dirigir y actuar al mismo tiempo la había vivido como testigo privilegiado, trabajando con ellos, con Adolfo Marsillach hasta hace poco en varias ocasiones y también con José María Flotats... y sabía que se podía hacer... y en las épocas en las que yo trabajé con Marsillach y con Flotats aprendí a ver el proceso que seguían y sabía que no sólo se podía hacer, si no que se podía hacer bien... por supuesto, es un trabajo complicado y a veces esquizofrénico... pero bueno, se puede hacer, lo puede hacer cualquier ser humano... y si lo puede hacer cualquier ser humano, lo puedo hacer yo... ése es mi razonamiento ante cualquier cosa siempre... y por otra parte, tradicionalmente, siempre en la historia del teatro los primeros actores han sido los directores. Realmente, la figura de un director ajeno al reparto del espectáculo como punto de vista externo, como creador, es un invento relativamente reciente, como de cincuenta años para acá. En el teatro siempre, incluso cuando yo empezaba, las funciones las dirigían los primeros actores, que además actuaban siempre... no está tan alejada la función del actor y director al mismo tiempo... no debe ser tan extraña...
PREGUNTA: Abordando el tema del actor, del que acaba de decir que es un oficio sublime, ¿Cómo lo ve en la actualidad... no es el que era hace un tiempo, su filosofía es distinta, hay más prisa ahora por, quizá, ser popular...?
JOSÉ MARÍA POU: Claro, ése es el quid de la cuestión... hombre, siendo objetivo creo que los actores, que las personas jóvenes que ahora deciden ser actores, por suerte están muchísimo más preparados de lo que lo estaban aquellos que decidían lo mismo hace cuarenta años... antes los cómicos, de alguna manera, eran una raza de personas mal vistas... tenían una cierta fama... pero difícilmente tenían prestigio social... siempre se les veía como bichos raros... no como “artistas” y quizá también porque había muchas compañías de ésas de la legua... y había mucha gente que se acercaba al teatro con intención... vocacionalmente, pero con pocos medios, haciendo teatro en los pueblos, haciendo oficio... con papeles pequeños, tardando muchos años en conseguir un papel grande... sin pasar, sobre todo, por las escuelas de arte dramático, porque no las había... no había tantas enseñanzas, ni academias, ni escuelas de actores como hay ahora... sí es cierto que aquellas personas que tenían talento despuntaban y se convertían en grandísimos actores como todos los que hemos visto y por suerte con los que tuve el privilegio de conocer cuando comencé en este oficio en los setenta... todavía cogí a los grandes actores que habían comenzado de esa manera... pero desde hace unos años, todo aquel que quiere ser actor, actor serio, me refiero al actor serio, sabe que tiene que prepararse muy bien técnicamente, culturalmente, intelectualmente y de todas las escuelas de arte dramático, la RESAD en Madrid es un ejemplo y el Instituto del Teatro en Barcelona también, salen cada temporada actores preparadísimos a todos los niveles... los he conocido porque coincido con ellos en repartos de teatro o en series de televisión... que me dejan con la boca abierta, e incluso algunos de escuelas privadas... yo soy un defensor enloquecido de las nuevas generaciones de actores, creo que en este aspecto, el oficio de actor ha mejorado muchísimo, ahora bien, dicho esto, hay que separar muy bien entre aquellos que quieren ser actores y aquellos que quieren ser estrellas. Son dos carreras absolutamente distintas que nunca convergen y que no van, ni siquiera, en paralelo, son totalmente divergentes. Si tú quieres ser de verdad actor, sabiendo lo que significa ser actor y tu compromiso con el público a través del cine, del teatro y de la televisión donde vas a desarrollar tu trabajo, pues bueno sabes que tendrás que trabajar duro y que es un oficio que es una carrera de fondo y que hay que prepararse continuamente... si tú quieres ser estrella pues has de elegir otro camino diferente, tienes que saber que cualquiera en una semana puede convertirse en una estrella según su actuación o su proceder en cualquier programa de televisión... y eso hay que tenerlo muy claro, si tienes claro que quieres ser actor puedes conseguir grandes cosas porque en este país, ahora mismo, por suerte, hay muchísima más oferta de la que había antes... ya sé que hay actores que dicen que están en paro y se dice que ésta es una profesión en la que hay un gran sector de paro... pero eso también es relativo, tanto como los malos tiempos o la crisis... éste es un país en el que cualquier persona se puede levantar una mañana y decir soy actor y ya está... y qué significa eso, significa que a continuación en el segundo siguiente de haber tomado la decisión de ser actor ya está engrosando las listas del paro porque no lo contratan... y por qué no lo contratan, porque el único que ha decidido que es actor es él mismo... y eso hay que revalidarlo... tiene que ser el público, los directores, los productores, los que vean si es capaz de ser actor... y por eso las listas del paro de los actores quizá en España son tan voluminosas... ésa es otra pregunta que lanzo... pero bueno, en cualquier caso, el oficio de actor creo que ha mejorado muchísimo con respecto a épocas anteriores porque los actores llegan al oficio con más preparación de lo que llegaban en generaciones anteriores.
PREGUNTA: Antes nos hablaba del respeto que siente por el público, y sinceramente, tengo la impresión de que decir José María Pou es decir calidad, teatro interesante, inteligente... a lo largo de su carrera ha seleccionado muy bien sus trabajos ¿qué le queda por hacer, le ha supuesto alguna que otra renuncia...?
JOSÉ MARÍA POU: Hay montones de personajes y funciones que me gustaría hacer... cada día, en eso soy enormemente impaciente, soy muy apasionado cuando hablo de lo que me gusta, pero soy también soy muy impaciente en muchas cosas... ahora llevo un año haciendo “La Cabra” con mucho éxito cargado de premios... acabo de llegar a Madrid y estoy deseando hacer otras cosas... soy enormemente impaciente porque cada día conozco, por desgracia no españoles, muchos textos... se estrenan funciones en Nueva York, en Londres que voy a ver... me escapo corriendo y las veo... o las leo, porque me envían el texto y digo “Dios mío hay que hacer esta función, quiero hacer este personaje” hay mucho teatro por hacer, quedan muchos títulos importantísimos, muchas historias que contar... quiero seguir contando historias y haciendo personajes que me gustan... sí es verdad que eso que has dicho me enorgullece especialmente, siempre he creído que tengo la confianza del público, que me la he ganado, que he tenido la suerte inmensa de hacer siempre, si analizas mi currículum, textos interesantísimos de autores interesantísimos... pero no ha sido una lotería, no es que me hayan tocado en una tómbola... a veces, poder hacer un texto de Chejov o de Miller... ha significado, como me decías, renuncias... a lo mejor yo hubiera ganado más dinero y hubiera sido más popular, más famoso si hubiera hecho otras cosas que me han ofrecido que también me las han ofrecido y a las que he sabido decir que no cuando todo el mundo me decía “tú eres gilipoyas, si te vas a forrar de dinero haciendo esto...” y yo respondía que me daba igual, que me podía forrar de dinero pero no me gustaban ni me interesaban, ni quería que eso le llegara al público a través de mí... entonces, algún sacrificio también ha costado. Sí es verdad que al cabo del tiempo, uno recoge aquello que ha sembrado, y ahora la gran ventaja que tengo y ahí sí me siento especialmente afortunado, es que desde hace muchos años no me faltan las ofertas, al contrario, se quedan muchas ofertas que no puedo hacer... pero todas, todas las ofertas que recibo son muy buenas; textos fantásticos, espectáculos fantásticos... no me llega ninguna oferta que sea una tontería, porque los productores y empresarios saben que no la haría ¿no? No cuesta mucho elegir, porque todo lo que llega es muy bueno... hubo una época en que sí, que para fabricarse ese prestigio, esa confianza del público hubo que hacer algún que otro sacrificio...
PREGUNTA: Ha sabido elegir, lo afirmaba... pero a ese “saber elegir” también hay que añadir valor ¿no? Hay que ser valiente para optar por la calidad, algunas veces...
JOSÉ MARÍA POU: Sí, desde luego, hay que tener mucho valor... Yo te cuento, hubo una época, cuando estaba haciendo la serie “Policías”, pues como ocurre con todos los actores que salen en una serie de éxito y cuyo personaje es popular... mientras hacía la serie, recibí montones de propuestas, ya no te digo de hacer publicidad y anuncios en la tele que no he hecho nunca ni he querido hacer... sino de hacer funciones para aprovechar la fama inmediata de la televisión... y había empresarios que me pagaban burradas de dinero para que yo saliera continuamente de gira por provincias mientras la serie estaba en antena, haciendo funciones policíacas... para que el público acudiera al reclamo de mi personaje... eso lo hacen otros actores y lo están haciendo... y me parece lícito, allá cada cual... yo no quise hacerlo en su momento y tuve que escuchar muchas voces de mucha gente importante que me decía que era imbécil... pero no era eso lo que quería hacer... y por otra parte como no me ha hecho falta... pues para qué...
PREGUNTA: Como bien dice, ha hecho televisión, cine, teatro... ¿se considera más actor de teatro...?
JOSÉ MARÍA POU: Lo tengo muy claro. Yo me considero actor, sobre todas las cosas, independientemente de los medios y como actor lo que me interesa por encima de todo es un personaje bueno metido en una historia buena y eso es lo único que me moviliza y cuando me llega una historia buena y un personaje bueno que me interesen me da igual que ese personaje se tenga que interpretar encima de un escenario, delante de una cámara de televisión o delante de una cámara de cine, da igual, porque me muevo por personajes y por historias, no por medios. Dicho esto, sí es cierto que en la estructura de este país que tenemos los mejores personajes y las mejores historias me llegan siempre del teatro, por eso hago muchísimo más teatro que cine y televisión... en el mundo de la televisión, en España, en las series y en el mundo del cine, los guiones españoles difícilmente pueden aparecer personajes maravillosos como los que yo he hecho últimamente en el teatro y digo esto, por no decir en los últimos veinte años... cuando de repente aparece en televisión o en cine algún personaje que me ofrecen que yo considero que está a la altura de los personajes que puedo hacer en el teatro entonces sí, dejo el teatro y me lanzo a hacer ese personaje... lo que pasa es que eso ocurre pocas veces... en el mundo del cine, yo diría que... aunque he hecho muchas incursiones en el cine, porque me divierte, aunque sean personajes de colaboración pero concierta enjundia... pero sólo cuando encuentro un personaje como en la película “Amigo, Amado” de Ventura Pons, que me proporcionó montones de premios... vi clarísimamente que ese personaje en el cine, sí merecía la pena para dejar un proyecto de teatro... que es lo que hice en ese momento... lo mismo me ocurrió cuando me llegó el personaje del inspector Ferrer en televisión, me pareció que era un personaje metido en un ambiente al que podía sacar mucho jugo... y eso es lo que me mueve, indistintamente de los medios en los que se desarrollen... Y luego hay otra cosa, el teatro es donde el actor siente más gratificación por su trabajo, porque cuando haces cine o televisión, tu trabajo se queda guardado en una lata o en una cinta magnética y al cabo de un mes del rodaje, el director se sienta en una mesa de montaje y decide qué plano elige o qué plano desecha y a lo mejor aquel plano del que estabas muy satisfecho y que era tu mejor interpretación, al director en aquel momento no le gusta o no lo considera bueno para la película y opta por no ponerlo y tirarlo a la papelera... con lo que tú no eres nunca responsable de tu trabajo en cine o televisión... porque lo que le llega al público es aquello que el director quiere que le llegue, en cambio, esto en el teatro no puede suceder nunca; en cualquier función de teatro, a partir del momento en el que un actor entra en escena, entre él y el público no hay ningún intermediario, todo le llega directo, en consecuencia el actor es responsable de su trabajo y si tiene éxito la satisfacción es aún mayor...
PREGUNTA: Siguiendo su carácter inquieto, aunque le queda mucha vida a “La Cabra”, ¿tiene algún proyecto entre manos?
JOSÉ MARÍA POU: Sí, sí... Tengo cosas firmadas con años de antelación... por hablar de trabajo en concreto, ahora mismo, mientras estoy con las funciones de “La Cabra” desde hace tres meses estoy compaginándolas con el rodaje de una serie de televisión que se llama “Quart” para Antena Tres que es una adaptación de una novela de Arturo Pérez Reverte, “La Piel del Tambor”, ahí interpreto a un religioso, nuncio de Su Santidad en España, un Cardenal y para el mes de abril, más o menos, está previsto que empiece el rodaje de una película, precisamente de nuevo con Ventura Pons, una película que va a ser la adaptación al cine de una obra de teatro que esta última temporada se ha visto en Madrid con mucho éxito que se llamó “Barcelona, mapa de sombras” una maravillosa función, cuya adaptación la dirigirá Ventura Pons y voy a hacer un personaje maravilloso, pero sobre todo lo que me enloquece es el reparto de esa película, ha conseguido reunir a Nuria Espert, Rosa María Sardá, Anna Lizarán... un reparto increíble... eso lo rodaremos a partir de abril y luego, no sé si sabes que al mismo tiempo he aceptado una cosa que me propuso la empresa Focus en Barcelona, que es la dirección de un teatro. Dirijo ya el Teatro Goya de Barcelona que en estos momentos está en proceso de remodelación y que inauguraremos en las próximas navidades y que al ser yo el director de ese teatro, me siento comprometido a dirigir también el primer espectáculo, el espectáculo de inauguración... y la obra que voy a dirigir es una obra de un autor inglés Alan Bennet, que se llama “The History Boys” la traducción al castellano podría ser algo así como “Los alumnos de la clase de historia”... es una obra fantástica que lleva cuatro años representándose por todo el mundo... se ha rodado incluso ya la película y se estrenará en España el próximo mes... y luego, para más adelante tengo también el compromiso, me apetece muchísimo, de hacer un espectáculo sobre la figura de Orson Welles... lo voy a hacer pero eso ya es colocarnos en un espacio de tiempo más dilatado... pasados unos años... dos años concretamente... proyectos no faltan afortunadamente...
Me despido con dificultad de José María Pou... no sé bien si desearle mucho éxito, un año sabático o un cargamento enorme de “red bull”... que dicen “da alas”... Sin duda, “La Cabra” que no había visto al mantener esta charla, es una obra magnífica, inteligente, bien hecha... no hace falta que le desee éxito... ya lo tiene.
Sofía Basalo.
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