sábado, 17 de marzo de 2012

... IRINA KOUBERSKAYA (Junio 2010)



Irina Kouberskaya es, sin duda, una mujer apasionada. Una mujer valiente que considera la vida como un continuo reto. Así, ha emprendido una aventura arriesgada y llena de alma. No nos cabe duda que la suya está en cada palabra, en cada foco, en cada entrada y salida de un personaje que estaba destinada a interpretar. “El jardín de los cerezos” es una gran empresa y el Teatro Tribueñe la ha acometido con honradez. Hemos podido charlar con la actriz y directora rusa. Éste ha sido el resultado de nuestra charla:

Pregunta: “El jardín de los cerezos” Un gran reto para una modesta compañía ¿no es así?

Irina Kouberskaya: Sí. Somos terceros en opinión de la crítica y público en la Guía del Ocio; delante de nosotros están grandes compañías, así que, imagínate...

Pregunta: ¿Cómo nace este proyecto?

Irina Kouberskaya: Yo creo que “El jardín de los cerezos” es el deber de cada director, porque es una dramaturgia muy difícil, si la quieres hacer viva y vibrante, con sentido del humor, como lo soñaba Chéjov y que rara vez se ha conseguido. A medida que crecía y cumplía años, aumentaba mi deuda con Chéjov y de pronto pensé que lo debía abordar porque el gran maestro William Leyton que anteriormente puso en pie esta obra en el Teatro María Guerrero, se quedaron muchas deudas por solucionar, entre los personajes y sobre todo la deuda del mensaje trascendental que tiene Chéjov. Curiosamente ha coincidido con la celebración del 150 aniversario del nacimiento de Chéjov... También lo he hecho porque mi madurez me dijo: “Arriésgate y hazlo”... Ha sido un viaje que nunca pensaba, porque durante toda mi vida este “jardín” ha estado presente, pero éste ha sido un viaje profundo, me rodeé de compañeros absolutamente adecuados para esta travesía... y así, poco a poco, Chéjov nos brindó su alma y de pronto pudimos mantener un diálogo con él y hablar de tú a tú... y hemos salido vivos, cada vez más vivos. El espectáculo crece vertiginosamente, porque ha nacido bien, ya que hemos sembrado bien...

Pregunta: Sí, una siembra en la que tengo la impresión, hay mucho de ti como artista y como persona; mucho simbolismo y mucha alma...

Irina Kouberskaya: Sí. Tanto García Lorca como Valle-Inclán me han enseñado a entender toda la dramaturgia desde su fondo altamente poético; y yo lo he adaptado al texto de Chéjov, pues es también altamente poético y por eso me he permitido estas metáforas, estas salidas poéticas tanto en cada personaje como en la puesta en escena y cómo hemos abordado la idea de la escenografía. He contando con un escenógrafo maravilloso, un joven que vino de San Petersburgo... Yo diría que todos llevamos más o menos la misma escuela, pues la escenografía debe reflejar la filosofía y la psicología de la obra, que debe estar hecha con unos componentes que después adquiere la vida, es decorado que habla. También, a su lado, llevé por vez primera a San Petersburgo a Valle-Inclán, momento en el que surgió una gran amistad, por eso quise contar con él. Lo mismo podría hablarte del coreógrafo, nos dicen que somos “tres almas rusas” para un autor ruso; y es verdad. He encontrado hermandad espiritual y también este deseo de romper el efecto somnífero que producía Chéjov y la falsa intocabilidad, este mantenimiento de una pose de nobleza dentro de las obras de este autor; con lo que sí existe nobleza espiritual en algunos personajes, pero todos somos humanos y esto lo queríamos dejar patente. Hemos sido conscientes de que hemos roto un hielo, que somos este barco que rompe el hielo y después pasan muchos barcos... pero hemos hecho un Chéjov absolutamente fiel a sí mismo, con toda la dimensión que representa, pero muy vivo, muy humano, compasivo, erótico y también futurista, pues con el monólogo de Trofímov, Chéjov anunciaba ya un futuro nuevo. No era revolucionario, no anunciaba la revolución soviética, pues él escribió la obra en 1905... pero todo el siglo XX ha interpretado que él presentía la revolución, no es así. Él presentía mucho más el siglo XXI, con su mensaje de hombre que está en desarrollo con sus mapas genéticos, por los que estamos unidos, con un terrestre que es responsable de su vida en la tierra y que tiene la obligación de redimir a todos los muertos que no han sabido interpretar el porqué de la vida humana y que tienen esa oportunidad hoy, gracias a los descubrimientos de los científicos, entonces, claro cuando ves este monólogo con otros ojos, sientes una flecha en el corazón... y piensas (como yo pensé): “El siglo XX no lo ha entendido, porque bajo la cotidianidad vivía un gran mensaje de un ser de futuro que somos todos, un ser en evolución, es una gran idea que importantes biólogos comparten y han descubierto”. Me alegra muchísimo la vanguardia de nuestro teatro.

Pregunta: Has destacado la humanidad de esos personajes, una humanidad que en algún caso (tu personaje) pide compasión y el “no prejuicio” de sus semejantes...

Irina Kouberskaya: Efectivamente. El gran descubrimiento en esta puesta en escena, es también que no existen personajes secundarios, como tampoco los hay en la vida misma. Todos somos protagonistas de todas nuestras decisiones. Con respecto al personaje, yo creo que después de esta lectura, muchas actrices querrán hacer y probar esta aventura... Siempre se ha hablado de la dignidad, de “saber perder”... saber perder un jardín, la memoria de los antepasados, pero nadie y de esto hablamos nosotros, quiere perder el aire fresco de un amor; todos deseamos ser amados y amar, y por un momento de frescura, de encuentro de dos cuerpos, de dos miradas, se pierde todo; porque el ser humano presiente que es grande en su capacidad de expresión y constantemente persigue esto y en este caso es amor físico, pero tal y como el personaje lo vive, parece que es un amor espiritual... entonces, cada ser humano percibe que el amor verdadero con creces va por encima de esta tendencia de dependencia que tenemos... De esto hablan los grandes poetas...

Pregunta: ¿Hablar de Chéjov es hablar de amor?

Irina Kouberskaya: Sí, por supuesto. Algunos personajes, los masculinos, viven este amor como un sacrificio total, sin pedir opinión a la mujer... la mujer siempre es más frívola en las obras de Chéjov; el hombre siempre se sacrifican a favor de la mujer... y también en esto hay un gran resentimiento hacia la importancia de cuidar esta energía femenina... La mujer es la responsable de ejercer en el mundo su feminidad adecuadamente, por lo menos no ha de permitir que muera un solo niño en el mundo de hambre, de maltrato, o cuestionar muchísimo toda la teoría y práctica del aborto... porque cada semilla tiene memoria de su fruto... El trigo plantado sabe que será trigo, el ser humano plantado también lleva su futuro grabado y nosotros, supongo, somos superiores a las plantas, con lo que en esta semilla hay un futuro ser... y hay que cuidarlo... entonces, Chéjov cuida y al mismo tiempo, pone en evidencia tímidos mariposeos de la mujer... como que debe ser valiente, la madre de la tierra, debe tener otro empuje energético en la vida y no tomar la energía del hombre como su meta, es lo que está sucediendo ahora, que las mujeres están en todos los sitios hablando como hombres y no puede ser, deben tener su mensaje, con una altísima sensibilidad y esto es lo que provoca Chéjov, porque es lo que quiere para la mujer.

Pregunta: ¿Estimas que hoy en día, la mujer está entendiendo de manera errónea el feminismo?

Irina Kouberskaya: Yo creo que no queremos la última responsabilidad de cada ser que nace. Tenemos capacidad de reproducción y condenamos la vida humana antes de conocer su misterio. Entonces, obramos con toda la buena voluntad, pero también con mucha ignorancia... Si el misterio de la vida existe ¿Cómo puedes operar con unas tijeras que hierro en un misterio? Creo que es un acto de muchísima reflexión, que no se puede calificar de acto vanguardista, cuando parte de la ignorancia... y como se dice, la ignorancia es muy atrevida... estoy de acuerdo.

Pregunta: ¿Quieres decir que el aborto es un acto ignorante?


Irina Kouberskaya: Yo creo que el aborto es un crimen de esta sociedad criminal en la que vivimos. Hablo de la sociedad en general. Creo que la ignorancia, en este siglo recién estrenado, comenzó a ser alabada, empezó a ser la reina... y es una sorpresa grandísima... Creo que si ahora viniese un Sócrates a hablar al Bernabéu, no tendría un solo espectador... Y esto es una vergüenza.

Pregunta: Comentabas que “El jardín de los cerezos” es un deber para cualquier director. Un deber que tú has asumido doblemente, pues también interpretas a la Gran Dama de esta obra.


Irina Kouberskaya: Sí, ha sido algo un poquito complicado... Tengo dos grandes maestros y durante esta aventura han venido a mi mente sus consejos, sus palabras... En una ocasión le pregunté a mi maestro, el director que trajo a España “Historia de un caballo” y “Tío Vania”, concretamente al Teatro Español, que por qué él no hacía “El jardín de los cerezos”. Él me respondió que no lo hacía porque no tenía a Ranévskaia (la protagonista). Éste es un personaje muy especial... Después, él hizo una pausa y me dijo “cuando cumplas unos cuantos años tú serás una perfecta Ranévskaia”... Esto también me marcó tanto que pensé “si él cree que soy capaz de hacerlo, debe ser cierto” Pero fue difícil, porque la profesión de actor es de una gran generosidad; debes estar con ellos, volcarte en ellos... y la profesión de director es más lógica, más precisa... con lo que, claro, siendo actriz es otra manera de enfocar el trabajo... dejar que siembres en ti... entonces, yo sembrando en mí misma, era muy difícil, hasta que en un momento dado, me dije “Tienes todo para hacer este papel. Hazlo sin más” Así fue. Cuando empecé me preocupaba mucho por mi acento, hasta que otro compañero me dijo que el alma no tenía acento... Esto me dio la confianza que necesitaba... y ahora disfruto muchísimo... Y curiosamente ahora, intuitivamente, cuando terminamos una función sé dónde hemos fallado, dónde hemos de incidir para la próxima vez; la obra es un ser vivo y cada día nos permitimos grandes improvisaciones...

Pregunta: En algún medio de comunicación has comentado algo que considero interesante: “Necesitamos saber pensar”... y precisamente, esto no se enseña en los colegios...


Irina Kouberskaya: No... El hombre es creador, si un niño nace y desde el principio le dicen que el mundo es de una manera determinada, ya estamos sembrando el conformismo. No conocemos cómo nace el mundo, el fenómeno en sí, cómo funciona... Utilizamos parcialmente la fenomenología del mundo, si lo hiciésemos de esa manera el niño se sentiría creador y querría saber más... pero lo que le enseñan es que los mayores lo saben todo y ésa es la mayor mentira que se dice... Con lo que el niño en lugar de tener fascinación, lo que tiene es miedo ante su responsabilidad. Cada uno de nosotros participamos como elemento absolutamente activo en la creación de un modelo de vida. No somos inocentes, vivimos lo que merecemos por lo que pensamos, por cómo actuamos... No tenemos, pues, alma de creadores... no tenemos un alma artística desarrollada, nos asustan antes con unas cuantas fórmulas, diciéndonos que son totales y no es así; son una pizca muy pequeña de otras fórmulas, como dicen los científicos “La verdad de hoy será la mentira de mañana”... y no enseñan que esto es fascinante... Yo lo descubrí un poquito tarde, pero cuando lo haces ya nada puede pararte. Cada uno es responsable del tiempo que tarda en descubrir esta gran verdad.
Pregunta: Lorca y Valle-Inclán están muy presentes en tu carrera profesional y en tu vida... De hecho por primera vez Valle-Inclán llegó a Rusia de tu mano.
Irina Kouberskaya: Sí, hicimos “La rosa de papel y Ligazón”... Ambos autores son inspiradores para mí. Con ellos siempre crezco muchísimo, cuando profundizo a su través. En causó una expectación tan grande, la crítica fue enormemente generosa...

Pregunta: Te has formado en Rusia, has crecido como actriz y directora en Rusia, ¿cómo decides venir a España?

Irina Kouberskaya: Vine porque me casé, así de sencillo... hace muchos años, más de treinta...

Pregunta: ¿Qué diferencias encontraste entre ambos países y ambas formas de entender el teatro?

Irina Kouberskaya: Cuando llegué, vivía cerca de Bilbao... los teatros sólo se abrían en agosto, al mismo tiempo que la temporada taurina... en esa época tuve la suerte de ver a Lola Flores y descubrí a un genio. Posteriormente vi en Barcelona a Els Joglars y me impresionó totalmente... tanto es así, que ingenuamente, pensé que todo en España todo el teatro era de aquella manera. Después descubrí que no era así... sin embargo tuve la suerte de ver todas las puestas en escena de Marsillach, de Miguel Narros, de William Layton... he visto grandes proezas del teatro español... auténticas joyas... Ahora me gustan las nuevas tendencias que aparecen, cómo buscan los jóvenes, cómo hacen su performance... Este temperamento es el motor de Europa, un motor espiritual, cultural... debería serlo, debería ejercer este tipo de servicios... España es un gran país, cuando se avergüenzan de las raíces españolas, no sé por qué sólo se recuerda a Franco, él no es nada, es un tiempo muy pequeño para una historia tan larga como la de este país... España ha abierto caminos por el mar hacia el mundo entero... hay tantas cosas por las que sentirse orgullosos de España, pero orgullosos en activo, no sólo comiendo tortilla de patatas. Amo a este país, porque amo su cultura; entonces me duele que haya tanto rechazo a la raíz española... Por ejemplo cuando hacemos “Por los ojos de Raquel Meller” homenajeando a esta figura española, lo vemos claramente. Ella tuvo unos orígenes muy humildes y con voluntad se sobrepuso a todo. El público acaba en pie, aplaudiéndonos... Raquel Meller cantó y bailó en todas las lenguas españolas, fue una gran mensajera de este gran país que es España. No se hereda bien, no se abren tantos baúles con tanta historia... me duele, que no se entienda bien la modernidad. Hace cien años, quienes vivían también pensaban que eran modernos... Tenemos un tiempo muy escaso, que debemos saber heredar y saber avanzar...

Pregunta: Eso quizá es lo más difícil, saber heredar y tomar el testigo, para transmitirlo, claro.

Irina Kouberskaya: Fíjate, “Instituto Cervantes” Sólo con decir Cervantes la gente acude en masa. Eso es el Márketing. Una empresa se hace rica utilizando el nombre de una persona que casi no tenía para comer. Fíjate en esa paradoja... Utilizar de esta manera el nombre de un autor, me parece curioso... alguien debe ser responsable de esto también. Nadie es responsable, esto es triste. Chéjov, Lorca, Valle-Inclán, eran responsables... y debemos serlo también, de lo que decimos, de lo que hacemos...

Pregunta: Eso hoy en día quizá es pedir mucho...

Irina Kouberskaya: No, es dignidad para vivir, para llamarse ser humano... poquito a poco debemos ir siéndolo... así es como podemos salvar a un niño y de este modo a toda la infancia... Me alegra muchísimo que se haga teatro para bebés y que los recintos se llenen... Ahí vemos que los padres se ocupan y quieren salvar a sus hijos de la banalidad de pensamiento, a la que se aplaude en coro... Hemos de aceptar nuestra ignorancia (yo lo hago también) ése es el punto de partida para cambiarlo todo. No importa si no entiendes un poema, un texto determinado, ámalo, vibra con él... tarde o temprano lo acabarás comprendiendo...

Pregunta: Tu granito de arena para hacer posible este cambio, ha sido la creación de este teatro y esta compañía ¿no es así?

Irina Kouberskaya: Sí. Encontramos un semisótano infumable que era la alcantarilla de la casa, o un antiguo almacén de ferretería... y aunque estaba muy mal, supe ver en él la sala que es hoy... Me rodeé de grandes amigos que han colaborado de una manera constante y lo hemos revitalizado con nuestras propias manos. Es un teatro precioso, toda una pared está llena de fotos de personas que entregaron su vida por la creación... Los políticos administran la economía bastante mal, pero los que crean caminos en el mundo son de verdad artistas, poetas de la vida, gente que cree en el ser humano y que lo empuja hacia todas sus posibilidades, porque sólo esta gente ha dado los pasos para que este ser evolucione y no por obedecer simplemente somos buenos... no, somos buenos, cuando vivimos nuestra vida con creatividad, cada día, en cada despertar... Hablas con una directora muy apasionada...

Pregunta: Sin esa pasión es complicado hacer teatro ¿no?

Irina Kouberskaya: Imposible... me alegra muchísimo que en 2003 fuese valiente y aceptase este reto, sino... seguiría andando con los dossieres bajo el brazo de sitio en sitio... esperando meses, años... Antes te daban con la puerta en las narices, ahora te reciben... pero es lo mismo... No se mueve, es un mundo muy inamovible el que estamos viviendo en España, mucho más que en Rusia... Rusia ahora es un volcán... No le corresponde a este país la inmovilidad que está padeciendo, porque su temperamento es activo, gracioso, impulsivo... no sé qué falta... quizá falte la fe en las propias raíces, el español se ha querido despegar de sus raíces y las ramas salen y florecen cuando bebes de tu propia raíz, es el árbol de la vida...

Sofía Basalo.

domingo, 11 de marzo de 2012

... JUAN ECHANOVE (2006)



Quedo con Juan Echanove, en el Teatro Bellas Artes, a las siete de la tarde. Me gusta llegar pronto, suelo llegar muy pronto, la verdad. Media hora antes, y algo habitual desde la entrada en vigor de la ley antitabaco, comparte “calle” con otra persona mientras fuma un cigarro. Espero, desde mi anonimato, y en unos minutos entro al teatro. Me saluda amablemente. Me disculpo por llegar tan pronto, y mientras concluye una conversación con su agente, me invita a pasar al patio de butacas, o al domicilio del Señor Green, según se mire. Comenzamos la charla y, casualmente, el técnico de sonido comienza su trabajo... Nos lo tomamos a risa, y nuestro interlocutor le pide al compañero que interrumpa su labor durante siete minutos... ¡¡Siete minutos!!... Yo quería más, en fin, a ver si entre pregunta y pregunta... vamos sumando.

Pregunta: Dicen que todo llega en el momento adecuado, pero cuando has visto “Visitando al Señor Green”, irremediablemente, te preguntas: ¿Por qué no lo hizo antes?

Juan Echanove: Porque estuve interpretando... No es casual; yo no soy una persona que, desde pequeño soñó con ser director. Yo soñaba con ser actor. Y ha habido un momento en el que una obra me ha movido más a verla desde aquí abajo, que a verla desde la implicación de ahí arriba. Para mí esto es una cuestión muy personal; seguramente de la necesidad, haré virtud también y entonces, esa necesidad que he sentido de dirigir “Visitando al Señor Green”... Porque así lo necesitaba, como ser humano, y como persona del teatro, me ha puesto al alcance un mundo que es muy grato para mí; me gusta mucho hacerlo. Lo que espero es poder encontrar textos, actores y situaciones como para poder hacer, nuevamente, un trabajo como éste; porque desde luego, para mí ha sido un gran acto de disfrute, sobre todo. Lo único que podría decir de esta función es que la sensación que he tenido durante todo momento, mientras la dirigía es de disfrutar cada minuto del proceso, de los ensayos, de los estrenos, de la recepción del público... me parece emocionante; me parece teatro... Y eso es lo que yo soy; yo soy una persona de teatro; a veces interpreto y otras veces dirigiré... seguramente interpretaré mucho más que dirigiré, también es verdad, porque yo no he dirigido porque esté cansado de interpretar, todo lo contrario. Tengo unas ganas de interpretar que me muero...

Las palabras de Juan Echanove llegan hasta una servidora arropadas en una sonrisa constante, una sonrisa segura, firme, satisfecha y a veces, emocionada.

Pregunta: ¿El poder de la confianza, de la tolerancia abre todas las puertas, incluso las que cierra el miedo?

Juan Echanove: (Se lo piensa)... Sí, y si no fuera así, debería serlo. Quiero creer que sí y quiero trabajar para que sea así. Creo que esto es un compromiso que hay que tomar, de aquí a largo plazo. Creo en el entendimiento como base sobre la cual elaborar, después, la tolerancia... Estos personajes, al final, se toleran el uno al otro, porque se han entendido previamente. El entendimiento es un paso previo, antes de definir si uno quiere las cosas de una manera o de otra, o hasta dónde uno puede tolerar algo, ¿no? Pero, en principio hay que entender, y eso es difícil, porque para entender, a veces, tienes que liberarte de prejuicios... y todos tenemos prejuicios. No sólo es un problema de religión, ni de sexo, ni de raza... vivimos en una sociedad totalmente separada por los poderes económicos y esto crea una cantidad de prejuicios enorme. La edad, también es fuente de prejuicios, el tiempo es fuente de prejuicios, la propia existencia es fuente de prejuicios... En realidad, vivimos entre prejuicios. Para entender hay que quitar de en medio toda clase de prejuicios y a partir de ahí, ya veremos si se toleran o no, determinadas cosas.

Pregunta: ¿Son más las puertas que nos podemos cerrar nosotros mismos, son quizá más, las que nos puede cerrar la sociedad. Son éstas más difíciles de abrir, son quizá más complicadas las que nos cerramos cada uno de nosotros...?

Juan Echanove: Por Igual. Hay veces que la sociedad nos cierra puertas y nos bloquea totalmente y no nos permite nuestra expansión... y hay veces que es el propio individuo; pero la sociedad es un reflejo individual. La sociedad hace lo que nosotros hacemos como individuos y generalmente, además, a nosotros nos ocurren cosas muy similares a las que provocamos en los demás. Es muy posible que esto sea así; para que haya un movimiento social, se necesita que la gente, de forma individual, esté concienciada en algo y tome actitudes. Entonces es cuando uno nota ese movimiento social, ese cambio social. Yo creo que, desde luego, la sociedad tal y como está establecida en estos momentos, se rige por parámetros obsoletos y, creo, que está por venir un nuevo modo social de comportamiento... no sé cuál es, no sé cuánto tiempo tardará, pero creo que vivimos en esquemas caducos, de muchos siglos...

Pregunta: ¿Quizá seamos un poco conformistas para cambiar esos esquemas y prefiramos acoplarnos a ellos...?

Juan Echanove: Sí, el hombre de por sí es conservador. De por sí (afirma) es conservador. No me cabe ninguna duda. Desde muy pequeños, los niños, quieren “lo mío” que, creo, es el embrión del sentimiento conservador. “lo mío”. Y esto, creo, es una cosa que es difícil transformar a lo largo de la vida... pero hemos de aprender que lo importante es “lo nuestro”, no “lo mío”. Lo general, lo social... Eso es lo importante.

Pregunta: ¿Cómo llegó hasta ti el texto de “Visitando al Señor Green” y por qué, cuándo decidiste que necesitábamos lo que se nos dice, lo que se transmite, en esta obra?

Juan Echanove: Me llegó, porque uno de mis socios productores, Focus, Jordi González, me envió esta función para ver qué opinaba sobre ella y cuando vi que era un texto ideal para Juan José Otegui, comencé a asimilar que esta era una obra que yo no podía interpretar, yo no pintaba en ella nada como intérprete, pero la veía, la veía, la sentía... y les pregunté a mis socios si estaban dispuestos a que el director fuera yo y cuando me dijeron que sí, pedí a Pere Ponce para hacer “Ross Gardiner”. Con estos dos ingredientes, Pere y Juan José, añadí, entonces tenemos obra. Y nos pusimos a trabajar, de una manera totalmente normal... De tan normal, tan normal, que a veces me dan ganas de inventarme alguna historia como “Que llegó en una noche, en la que yo estaba pensando...” no, no... Yo me di cuenta, cuando comencé a leer el texto, que era portador de sentimientos para el espectador, portadora de emociones y que para los actores era una plataforma magnífica, para que pudieran desarrollar lo mejor de sí mismos como artistas... Y creo que está ahí, que el éxito de esta función está, sobre todo, en que los intérpretes están implicados en el trabajo, les gusta mucho la historia que están contando entre estas cuatro paredes.

A Juan Echanove también le gusta mucho la historia que se vive en el domicilio del Señor Green. Se le nota; gesticula, le cambia la cara cuando imagina mientras habla, cuando piensa antes de hablar, cuando explica porqué cree lo que cree.

Pregunta: Sí, realmente lo que se percibe al ver la obra es que todo camina al unísono. Los actores están implicados, la escenografía también lo está, la luz, incluso la música. Todo, a medida que la obra transcurre, se va abriendo al espectador...

Juan Echanove: Hemos hecho un trabajo de grupo. Hemos hecho un trabajo en el que todos los departamentos han estado conectados, nadie ha venido aquí a hacer un trabajo de encargo; Ana Garay no ha hecho una escenografía de encargo, ni Gómez Cornejo una luz de encargo, ni hay un vestuario de encargo, ni una música de encargo, ni Bernardo Sánchez Salas ha realizado una dramaturgia final de aproximación al texto, de encargo; directamente, todos nos hemos escuchado, todos hemos tomado decisiones en torno a una mesa y en todo momento, desde la dirección, he querido que lo mejor del trabajo de mi equipo técnico, de la misma manera que lo quería de los actores, pudiera aflorar. Quería lo mejor de cada uno de los integrantes de ese equipo y lo quería en un ambiente que lo favoreciese. Al final, no hay mayor satisfacción para un director que ver que el equipo con el que se ha trabajado puede hacerlo en armonía y que luego se lo reconoce como bueno. Esto es... (Lo piensa) ¡¡La de Dios!! Esto ya es el colmo del placer, ¡¡El colmo del placer!! (reitera con énfasis) Cada vez que leo algo que han escrito sobre la escenografía de Ana, sobre la luz de Juan, sobre la interpretación de Otegui, de Pere, cuando leo algo, me emociona, porque me siento muy implicado.

Pregunta: También da la impresión de que os ha sido muy fácil implicar al público, en un momento en el que parece que se cierran puertas, cuando se siente que se quiere entrar, tal vez, en un terreno complicado, como es el de los sentimientos ¿no?

Juan Echanove: Lo que es grande de esta comedia es que es eso mismo, una comedia. Lo que es grande es que es comedia. Todo este mundo de los prejuicios, los problemas de estos seres, hasta el último momento en el que vemos una verdad más desgarrada, nos pueden hacer sonreír... Porque son buenas personas, en el fondo son buenas personas... Y tienen mucho sentido del humor. El autor, Jeff Baron, es un hombre con un finísimo sentido del humor y esta función está plagada de detalles...

Pregunta: Escribes en el programa de mano: “Le exijo a mi trabajo llegar hasta dentro, aunque duela, si esto conlleva tocar el hueso de la verdad” ¿Ése es el verdadero teatro, el que merece la pena?

Juan Echanove: Yo creo que sí. El teatro es un espejo y cuando pagamos una entrada y nos sentamos aquí, para que nos cuenten algo desde esa caja, es para que nos hagan soñar y, sobre todo, vernos reflejados. Creo que eso ya no lo puede hacer ni la televisión... Uno es abogado y ve una serie de abogados y no se identifica. Un médico, ve una serie de médicos y no se identifica; tiene referencias, pero no se identifica; porque el teatro es muchísimo más directo en ese sentido. La capacidad que tiene un telón de abrirse, y de que en lo que esté ocurriendo uno vea una situación que, o le ha afectado a él o a alguien de su entorno, es maravillosa; ocurre con frecuencia y hay que aprovecharlo. Ése es el teatro vivo. Ése es el teatro que demanda la gente, por encima de otro teatro. Este tipo de teatro sé que conecta con una determinada sensibilidad... al público le gusta conmoverse, sobre todo. Teatro con capacidad de conmover, sí... Y te puedes conmover llorando y a mandíbula batiente... Esta obra va de la risa al llanto, casi sin que te des cuenta...

Pregunta: Desde tu vertiente de productor, ¿Se contempla de forma distinta el hecho de hacer un teatro, como el que nos has descrito hace unos instantes. Desde esa doble perspectiva puedes hacer el teatro que concibes como auténtico. Es rentable, o pueden seguir primando otras cosas?

Juan Echanove: De momento, lo que me ha dado la experiencia es que el teatro puede generar los suficientes beneficios como para emprender la siguiente aventura... Y a mí me gusta. En ningún caso, salvo que tengas muchísima, muchísima, muchísima suerte, un éxito inconmensurable, con el teatro te haces rico. El teatro te permite el siguiente montaje; es decir, el trabajo del Señor Green, permitirá el siguiente montaje, y esto para mí es un orgullo; porque, además, cada vez hay más gente implicada, cada vez tenemos en la cabeza un proyecto más general, nos mantenemos los socios que llevamos trabajando juntos ya, cuatro años, nos mantenemos en un estado de salud societaria maravilloso, y eso vaticina que habrá más proyectos. Creo que en este momento, eso es la riqueza del teatro, pero también hay que estar preparado para perderlo todo.

El escenario aparece ya, listo para la próxima función. El personal de mantenimiento, en silencio, ha ido acondicionando “ese domicilio”. Los minutos van pasando, yo creo que he conseguido que mi interlocutor se olvide de los siete iniciales. Le gusta hablar y a mí me gusta que le guste.


Pregunta: ¿Cuál será esa próxima aventura?

Juan Echanove: Habrá próxima aventura, pero no lo puedo decir. Además, va a tardar, por lo menos dos temporadas; pero no quiero ponerme a dirigir ahora, inmediatamente... tengo que pensar muchas cosas, meditar muchas cosas, tengo que hacer mucha reflexión del Señor Green, tengo que pulir, tengo que prepararme en determinados aspectos que todavía tengo un poquito sueltos, para poder expresarme en mi total plenitud... y eso me va a llevar un tiempecito... Pero habrá, habrá... A estas alturas puedo asegurar que la habrá.

Pregunta: Te está aportando mucho esta experiencia...

Juan Echanove: Sí, sí. Lo único que me queda es a ver cuándo dejo de venir... Porque no puedo, estoy en mi casa y yo tendría que hacer mis cosas, pero a la hora de la función, vengo con los actores, ¡para nada!, para ver la función otra vez... Porque me emociona verlos trabajar, me divierto mucho con ellos.

Pregunta: ¿A qué cerrarías la puerta y a qué la abrirías?

Juan Echanove: ... Cerraría la puerta a la intransigencia, y abriría la puerta a la Música, así de claro.

Pregunta: Al final de la función, cuando “Raquel” llama a la puerta, el Señor Green, afirma que la puerta siempre estuvo abierta... ¿Debemos tener siempre las puertas abiertas a la vida, a lo que puede llegar, a lo bueno de la vida y también a lo malo, porque de ello siempre hay algo que aprender?

Juan Echanove: Yo soy partidario de las puertas abiertas, eso es una cuestión muy personal, pero sí, creo que hay que tener las puertas abiertas. Hay, también, que entender que en esta función quienes estamos detrás de la puerta somos los espectadores, el público. Somos nosotros los que hemos querido entrar durante toda la obra a través de esa puerta; estamos ahí pendientes a que nos digan, lo que nos dice el Señor Green, “Pero, estúpidos si la puerta siempre ha estado abierta” Tuvo que llegar Ross Gardiner para ver que siempre cuesta un poco de fricción y de dolor entrar en el territorio del otro, pero al final, la puerta que está sonando, somos Raquel y el público.

Pregunta: Y Quizá, entrando en el territorio del otro, también comenzamos a explorar nuestro propio territorio...

Juan Echanove: Sin duda alguna, siempre hay que ponerse en el lugar del otro. Esto es muy antiguo, lo que pasa es que se nos olvida cómo deberíamos tratarnos los unos a los otros, y creo que la velocidad a la que nos vemos sometidos, en el mundo en que vivimos, nos hace pasar por encima de la gente. Pero la gente es gente, y hay que quererla, ante todo.

Juan Echanove es un gran conversador, sin duda. Cuando concluimos la charla, acaba de llegar Pere Ponce, dispuesto a meterse en la piel del joven ejecutivo, Ross Gardiner. El debutante director nos dedica, una sonrisa final, nos da las gracias. Sale rápido del patio de butacas. Otro compañero lo espera. Nuevas preguntas que responder... ¡Conseguimos estar con él, más de siete minutos!.. el técnico comienza, nuevamente a trabajar, esta vez sin interrupciones.

Sofía Basalo.