viernes, 1 de junio de 2012

... MIGUEL MOLINA (2008)


Miguel Molina o Miki Molina produce su primera obra teatral. “Tío Bob” de Austin Pendleton. Está orgulloso de esta aventura, saborea el riesgo con cierta prudencia, defiende con energía y pasión esta historia de amor... diferente. Hablo con él un martes, dos días después recibe la noticia de que su proyecto no entra en la red de teatros de la Comunidad de Madrid. La reacción de el actor ahora productor es rotunda, no puedo ni quiero ocultar que me cae bien y que no estaría mal saber cuáles son los criterios que la responsable del “asunto” tiene en cuenta...
En fin, esta fue mi conversación con Miguel Molina, “Tío Bob”:




Pregunta: Creo que es la primera vez que produces, que te arriesgas con una obra de teatro y ésta ha sido “Tío Bob”...

Miguel Molina: Efectivamente, es la primera vez que me he atrevido a dar el paso de la producción. Era una función difícil de tener ayuda de ningún lado, porque no las hemos tenido, no porque no hayamos cumplido con todos los requisitos, sino porque no nos ha tocado... cosa que nos deja un poco impávidos, pero bueno... con lo que nosotros lo hemos producido y ahí estamos, en Madrid... produciendo y subiendo a la tabla cosa que es complicadísima.

Pregunta: ¿A qué sabe el riesgo?

Miguel Molina: Pues mira, siempre se ha dicho o por lo menos yo lo he oído, que en el riesgo está el placer... claro cuando a través del riesgo te viene el éxito... con lo que esto tiene que funcionar, porque si no, este placer se va a convertir en una tortura...

Pregunta: Creo también que llevabas tiempo intentando hacer esta obra, intentando producirla...

Miguel Molina: Sí, la primera vez que la leí, lo hice en inglés, me gustó muchísimo. Mandé hacer una traducción para tratarla aquí y fue hace diez años, quizá once... y después de ese tiempo cayó en mis manos, por medio de magia... había hecho la traducción la había dejado dentro de un libro, en mi biblioteca, un libro que no había leído... y en ese momento en que nuevamente cayó en mis manos, me dije “bueno, esto es una... pista de lo que estamos buscando para producir algo”... volví a leerla, volví a repasar el guión y me di cuenta que era una función que había que terminar de parirla, que estaba ahí, que eso había ocurrido por algo y eso hemos hecho... y aquí estamos... es ésta una función diferente donde tratamos temas importantísimos como todos esos contrastes que están habiendo ahora mismo en el ser humano tan terribles y ese desencanto social que está a la orden del día... se tratan desde el punto de vista de Bob, Tío Bob... es una persona desencantada con el mundo y encerrado en su casa, cascarrabias... y con su sentido del humor que es lo importante... dentro de toda esas cosas malas que tiene o que le ha ocurrido en su vida tiene ese punto vibrante y brillante que te da el humor...

Pregunta: Como bien dices los dos son personajes complejos, difíciles... la relación tío, sobrino, es una relación muy rica, muy tierna aunque aparentemente es muy áspera...pero detrás de todo eso se ve un amor inmenso... ¿habrá sido también compleja la labor interpretativa, no?

Miguel Molina: Sí, eso es lo que ocurre. Yo creo que, no en todas, gracias a Dios, porque no todas las relaciones son así, pero creo que sí quizá tengan un punto todas las relaciones en las que uno pueda perder los estribos en un momento determinado a la hora de discutir... no perder los estribos de llegar a las manos, bueno en este caso sí ser llega a las manos porque hay un instante en el que mi sobrino en escena me zurra... pero que sí se llega a ese lenguaje en el que están tan cercano el uno del otro y tienen tanto tratamiento durante toda una vida... se conocen tanto... que llegan a utilizar ese lenguaje que a veces hace, sobre todo en los primeros compases de la función, hace un poco de daño porque no se entienden muy bien... lo que ocurre es que conforme va avanzando la función te das cuenta de que todo ese lenguaje más ácido está lleno de cariño por todos los lados... hay en fin un contraste de ideas muy rico, muy enriquecedor, muy bello en todos los sentidos...

Pregunta: ¿Necesitamos hoy en día en el teatro obras como ésta?

Miguel Molina: Yo creo que sí. Es un momento crítico para esto, precisamente. Yo creo que hay que volver un poquito al humanismo, a recurrir a las artes para plantear soluciones conforme a lo que está pasando para volver a enfrentarnos a códigos del ser humano que estamos perdiendo... porque hay cantidad de códigos como el respeto que se están perdiendo... como la solidaridad, también... hay una serie de cosas que antes eran mucho más normal que sucediesen y no sé porqué ahora están de moda otras cosas completamente diferentes de las que no soy partidario... y por eso yo creo que esta función está ahí, para recordarnos que la vida es preciosa, que la vida es preciosa y que no hay que malgastarlo, que hay que aprovecharlo, que hay que hacer el bien, pero no porque sea lo correcto, sino porque sólo así nos sentimos bien. Al hacer el bien a los demás nos lo hacemos a nosotros mismos... hay que mirar lo bueno de la vida... e intentar cuidarlo y mimarlo... yo creo que eso es lo que se plasma en esta función... y lo que hacemos cada día... somos el vehículo del amor que llega a estos dos personajes, aunque sea a través del dolor...

Pregunta: ¿Cuáles crees que son las razones de que hayamos perdido esa humanidad?

Miguel Molina: Yo creo que quizá es el egoísmo. Somos cada día más ególatras, estamos más mirándonos a nosotros mismos y no vemos más allá de nuestras narices cuando hay cosas que suceden mucho más graves y con las que tendríamos que ser más solidarios... entonces, creo que basándonos en ese punto, si eso es la semilla, el germen, imagínate pues como son las ramificaciones que tenemos... el hacer el mal... no digo que sólo exista esto, porque también hay gente maravillosa que está haciendo cosas cojonudas... pero hoy por hoy, el sistema está más a favor o parece que ayuda más a la gente que quizá esté manejando las cosas negativas... parece que la trampa funciona más que la verdad... o la mentira que la verdad y la trampa frente a la sinceridad... y así, suma y sigue, suma y sigue... con lo que esto se convierte en una merienda de negros en la que yo, por ejemplo, no me siento a gusto... y procuro denunciar.

Pregunta: ¿Quizá estamos acostumbrados a convivir con la mentira, con la trampa y llegamos a pensar que el precio de la verdad puede ser demasiado alto?

Miguel Molina: Sí... pero no es cierto... el precio de la verdad no es ni alto ni bajo, es el que es... y una de las cosas que me gusta de Bob, es cómo afronta su muerte... cómo afronta el sentir que se está muriendo, porque hoy en día, en esta enfermedad (sida) se han superado un montón de cosas... pero él sí siente eso... ésa es su verdadera enfermedad, sentir que se está muriendo, pero ¿por qué?... por el desencantamiento social que él tiene y que él siente, por el rechazo social que tiene no sólo por su enfermedad sino por su manera de ser, de decir las cosas, porque es un hombre que aunque duela, la verdad la tiene ahí delante... salga el sol por donde salga, esto molesta mucho al pueblo o a nosotros en general, que nos digan la verdad, enfrentarnos a las cosas realmente... entonces eso es algo que él afronta y dentro de esa locura que él tiene... posee un sentido del humor interesante... porque él se ríe de las cosas que al fin y al cabo son inevitables, porque nosotros, al fin y al cabo todos llevamos un muerto encima, por decirlo de alguna manera... yo no creo que esto sea todo, creo que todos tenemos un alma maravillosa que va a continuar, cuando no esté en mi cuerpo... mi alma continuará su camino... y siempre lo he pensado y lo voy a seguir pensando... pero que vamos todos a esa hecatombe, obviamente, unos de una manera otros de otra, tenemos que afrontar que estamos aquí de paso y qué es lo que vamos a dejar... hay unas frases fantásticas que dice Bob a veces por ejemplo, que su manera de ser no encaja en un mundo en el que se han arrancado de cuajo todas las cosas bellas que existían... y es cierto, parece que es como muy tremendo pero si no todas, muchísimas de ellas... es decir, las cosas más hermosas que existían, no sé, tener... había otra manera de asumir el tiempo que estábamos aquí... ahora vamos acelerados... a un teatro corriendo, a cenar corriendo, al día siguiente veinte entrevistas... todo eso se va acumulando... y va en deterioro del ser humano... si tú vas metiendo estrés en tu cuerpo y no vas disfrutando y vas poniendo cada tiempo... en fin, si no aprovechas las cosas que haces... al final acabas en una hecatombe en la que no sabes ni dónde estás... debemos empezar a valorar el tiempo y a saber que el tiempo es precioso, que la vida es muy bonita y que tenemos muchas cosas que hacer...

Pregunta: ¿Cómo ves el teatro en la actualidad?

Miguel Molina: Lo que sé es que yo cada vez soy más exquisito a la hora de ver cosas... me cuesta... me gusta ver cosas nuevas, pero cuando no me gustan me levanto y me voy... y no es una cuestión de falta de respeto hacia los compañeros, mira que aguanto todo lo que puedo... siempre voy con la misma predisposición... en otras, me quedo y me engancho... y me parecen fantásticas... por eso, por tener más ojo... estoy viendo cosas muy buenas. Me fascina la nueva generación de directores, de actores, proyectos... me parecen fascinantes... ellos y sus trabajos... y así con muchas cosas... el teatro me parece que igual que hace falta público no estamos faltos de ideas... veo todo quizá desde un punto de vista más tranquilo... quizá no estamos tan revolucionarios como en otras épocas... y eso se echa en falta... yo siempre que he dicho algo últimamente, cuando he dicho mirad estoy produciendo un drama diferente... y la gente me dice ¡¡un drama, los dramas... tendrías que haber hecho una comedia...!!! pues mira qué quieres que te diga, me parece mucho más cómico el punto de vista que tengo con Bob... sobre lo que hablo, sobre el sistema que no la risa fácil...

Pregunta: ¿Falta pues un poquito de inteligencia?


Miguel Molina: No sé si inteligencia... lo que falta es respeto y a todos los niveles... lo que sí creo es que se necesitan éticas sanas, buenas y respeto de los unos con los otros... y saber incluir en nuestras vidas un poquito de seriedad a veces a la hora de decir las cosas...

Sofía Basalo.